Quisiera que alguien me explicara, como si yo tuviera cinco años de edad, ¿qué hacen los políticos, las iglesias y los jueces metiéndose en la educación sexual? Leí aterrada que una diputada de México pretende castigar la masturbación con hasta 5.000 pesos.
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Según Elsa Méndez, diputada del Partido de Acción Nacional (PAN), «la masturbación es el inicio de la deformación de conductas sexuales en los seres humanos. Empiezan tocándose y estimulándose, aumentando cada vez más hasta que deriva en una deformación psicológica que los lleva a violar a una mujer para satisfacer sus deseos sexuales».
¿Es que nos estamos volviendo locos? Solo un analfabeto sexual puede pensar tal cosa. ¿Acaso no saben los políticos que la sexualidad es una ciencia, que la terapia y la educación sexual se han desarrollado en los últimos tiempos de manera increíble y que no hay ninguna base científica que sustente este disparate?
Méndez debe asistir, sin despegarse de la silla, al congreso de la WAS (Asociación Mundial de Sexología), que se celebrará en Ciudad de México, a ver si aprende algo y deja de avergonzar al pueblo mexicano diciendo disparates. ¿Se olvidó de que internet existe?
Además, sabemos que la conducta sexual del adulto es bien difícil, casi imposible de cambiar.
Si queremos una sexualidad más responsable, más funcional, más sana, solo tenemos un camino: educación sexual integral, sin inventar teorías que se caen con cualquier investigación seria. Por ejemplo, la sostenida en los últimos años que insiste en decir que «el gay nace, no se hace». Una investigación reciente de Harvard y Cambridge, de la que escribiremos próximamente, afirma todo lo contrario.
Tenemos que educar a los padres, a los maestros, a los médicos, a los políticos, a los periodistas y a los cineastas. En fin, a todos; pero educarlos bien a través de personas que sepan lo que hablan. La mayoría de la gente que pisa la tierra hoy es analfabeta sexual. Algo tan importante como el sexo, tanto que fue escogido por Dios como forma de que viniéramos al mundo, no debe ser ocultado, temido y visto como asqueroso y malo.
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Quienes me ven en televisión, redes sociales y me leen, saben que mi discurso siempre ha perseguido defender los valores, enseñar respeto por el otro y el ejercicio de una sexualidad responsable. En muchas cosas estamos de acuerdo sobre valores y responsabilidad, pero no podemos apoyar ideas sin sentido ni base científica. Es una falta de respeto a los que hemos dedicado parte de nuestra vida a educar sexualmente y a los que hemos investigado sobre el tema.
Como bien dice el argot popular: «Zapatero a tus zapatos». La masturbación es importante para una sexualidad sana.
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