Leo y oigo demasiado esta situación en mis redes sociales, preguntas que me hacen hasta personalmente. Mujeres y hombres que se han divorciado, pero estas situaciones se repiten. Y dicen: «Actualmente me persigue, me llama, se pone agresivo, me grita y, cuando nada de eso funciona, comienza a enviarme flores, a querer tener sexo conmigo. Me da lástima, pero realmente yo siento que se acabó, ya no deseo tener sexo con él, ya no lo admiro, me parece un niño, es muy infantil. He cometido un grave error. Por costumbre, por no sentirme sola o por necesidad física, me he acostado varias veces con él. Creo que eso ha contribuido a que insista.
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Doctora, ¡dígame cómo salgo de este círculo vicioso!».
Casi siempre les digo:
Usted está metida en un lío, y no de ropa. Muchos se divorcian legalmente, pero siguen unidos emocionalmente, y ese es el caso de su marido. Su conducta no lo ha ayudado en nada. Le está mandando un mensaje bastante confuso: se divorcia, no lo ama, lo encuentra infantil, pero se acuesta a veces con él. Si se siente sola, compre un perrito, pero no juegue con los sentimientos ajenos. Eso es peligroso, y quien más trampa se está poniendo es usted. Lo único que a nadie le sobra en la vida es tiempo. Ese es el bien más preciado que tenemos. El tiempo que perdió no vuelve.
Sea firme en sus decisiones, mucho más cuando afectan a otro ser humano. Si de verdad no lo quiere, no juegue con su corazón y no pierda tiempo en boberías. Si no puede hacerlo, busque ayuda de un buen psicólogo clínico, o un terapeuta de parejas. Jamás debemos estar con alguien por pena, lástima, miedo a la soledad o sexo. Esa es una trampa muy dañina y peligrosa. Todos merecemos sentirnos amados, cuidados, deseados y comprendidos. Si lo que tenemos al lado no nos llena esas necesidades, recuerde: ¡más pa’lante vive gente, en casa de concreto y hasta con vista al mar!
No creo que me hagan caso, porque después me escribe un hombre con la misma pregunta. A veces, está casado con otra, pero cuando va ‘a ver a los niños’ termina en la cama con su expareja. Lo triste es que los niños se dan cuenta y mantienen la ilusión de que papá volverá. Así no pueden cerrar el capítulo del divorcio de sus padres y es posible que copien ese ‘modelo de pareja’ en el futuro. Y no me diga que los niños no se dan cuenta, son esponjitas que todo lo absorben, son expertos leyendo el cuerpo, el lenguaje no verbal.
Por eso, el matrimonio debe ser ‘solo para adultos’, ya que estas conductas son infantiles e irresponsables. Aquí todos salen perdiendo: la ex esposa que no cierra el círculo y no retoma su vida, los niños y la nueva pareja.
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