Vida y Estilo

¿Qué hay detrás del estrés?

POR VANNA PEDRAGLIOCOACH DEPORTIVA Y NUTRICIONAL

Durante miles de años nuestra especie ha evolucionado para poder lidiar con situaciones de peligro o estresantes, por pura supervivencia, siendo el cortisol la hormona que lidera esta respuesta. Sin embargo, los tiempos han cambiado y nuestro estrés ya no consiste en huir de una fiera, sino más bien en dormir poco, comer lo incorrecto, trabajar muchas horas, tener poco tiempo para relajarnos, vivir con pensamientos agobiantes o ejercitarnos en demasía.

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En los últimos 15 años, los estudios han evidenciado que puede ser común mantener niveles altos de cortisol en la sangre por tiempos prolongados, ocasionando muchos daños por dentro y por fuera: aumento de peso, presión arterial alta, insomnio, mal estado de ánimo, desgano, bajo nivel de energía, mala memoria, osteopenia y hasta osteoporosis, bajón en el sistema inmunológico y hasta diabetes tipo II. No es broma. Por eso, debemos identificar algunos de los causantes del estrés y buscar las maneras de reducir o mantener los niveles de cortisol bajos en la sangre.

Una primera manera: dormir lo suficiente. La duración y calidad del sueño son fundamentales. Para ello es recomendable evitar la cafeína en horas de la tarde, mantenerte activo a través del ejercicio físico durante el día, evitar las distracciones antes de acostarte (pon el teléfono en silencio o bebe poca agua antes de dormir). La privación del sueño o las interrupciones durante la noche pueden alterar los niveles de cortisol, elevándolos hasta por 24 horas.

Es importante también aprender a identificar los pensamientos negativos o estresantes. Cuando los tienes con frecuencia es señal de que se ha liberado el cortisol. Una manera de atajarlos que proponen varios psicólogos consiste en escribir los pensamientos positivos, sobre nosotros, nuestro entorno o a dónde queremos que nuestro destino nos lleve en la vida. Reducir el estrés a través de la atención de los pensamientos es una estrategia que implica ser consciente de aquello que nos afecta en el día a día. No es fácil identificar lo que causa nuestra ansiedad, pero existen maneras muy eficaces para poco a poco ir lográndolo, como respiraciones profundas de al menos 3 a 5 minutos. Aprende a relajarte, date un masaje de vez en cuando, escucha música que te alegre por media hora, mira un documental o valora el silencio. Sé un observador objetivo de tus pensamientos estresantes, en lugar de hacerte víctima de ellos, reconoce y toma el control de tu mente buscando una solución.

Diviértete, la vida es una. Eso sí, no a través de los alimentos. Salir a comer no es ni debe ser considerado un entretenimiento. Alimentarse únicamente tiene la función de nutrirnos, no entretenernos. Busca hobbies que te diviertan o que te hagan reír. Pasa más tiempo al aire libre. Y por último, aliméntate sanamente. La comida saludable puede influir más de lo que crees en tus niveles de cortisol sanguíneo. Por ejemplo, la ingesta de azúcar es una de los principales factores que ocasiona la liberación de esta hormona. Por el contrario, algunos alimentos que pueden favorecer el descenso del cortisol son el chocolate negro, la fruta, el té negro o verde, las verduras y, por supuesto, el agua. La deshidratación es una situación que activa el mecanismo de supervivencia (situación de estrés), así que siempre hay que evitarla.

Por último, nada más importante que las relaciones humanas sanas que fomentamos en nuestro entorno. Nuestra familia y amigos son fuente de alegría y felicidad, pero también pueden ser lo contrario. Así que lograr una dinámica positiva de buena comunicación y atención puede ser una excelente manera de mantenernos fuera de estrés. Definitivamente, alimentar la empatía y pocos conflictos entre las personas que más queremos es el secreto más grande para vivir felices.

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