Vida y Estilo

Hacer deporte: No más excusas

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VANNA PEDRAGLIOCOACH DEPORTIVA Y NUTRICIONAL

Para más de uno ser consistente con la rutina deportiva puede ser muy difícil. ¿Sabes por qué? Pues por un simple error que cometemos sin darnos cuenta: anticipamos que el ejercicio va a ser exigente o que vamos a sufrir.

Aunque sepamos de memoria todos los beneficios del deporte a nivel emocional, físico y de salud, los entrenamientos no son fáciles. A cuántos no nos gana la tentación de dormir una hora más por las mañanas o salir a almorzar con los amigos. Y cada año las cifras de sedentarismo y falta de actividad física crecen, no solo en adultos, también en niños. Cada vez más, las nuevas generaciones son más ajenas al ejercicio físico, al esfuerzo y a disfrutar de actividades con los amigos.

Son más los problemas que los beneficios si no decidimos tomar acción. Si nos comprometemos con el deporte, debemos saber que disminuimos el riesgo potencial de padecer enfermedades cardiovasculares, desórdenes metabólicos, diabetes, depresión, Alzheimer, estrés, osteoporosis, disminución de la función cognitiva y concentración, hipertensión, artritis, etc.

Como verán, nuestro organismo no funciona bien si no hace actividad; se deteriora y se enferma. No estamos libres tal vez de padecer alguna de estas enfermedades, pero seamos conscientes que muchas de ellas son afectas a la inactividad.

Ahora, ¿por qué aún no encontramos motivos suficientes para ponernos las zapatillas? Pues por razones externas a nosotros. Muchos psicólogos coinciden en que nuestras acciones están determinadas por el placer del momento y pensar en hacer deporte está anticipando una decisión de esfuerzo y disconfort, no en el placer que se generará después de hacerlo, pues no es una sensación inmediata. Son patrones de nuestro comportamiento: actuamos en función de lo que nos espera durante el entrenamiento y no a la recompensa futura. Por eso aparecen las excusas: que vamos a sudar, estar demasiado calientes, cansarnos sin tener el físico que quisiéramos, quedarnos sin aire, tendremos dolor muscular, no sabemos cómo entrenar y tampoco queremos preguntar, no tenemos el tiempo para hacerlo, estamos demasiado cansados y sin energía, que es caro, etc.

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Bueno, ahora que ya sabemos que esto es lo que sucederá, ¿como podemos cambiarlo para que la decisión de hacer deporte como una actividad diaria sea más fácil?

Primero, lo primero: saber que empezar es lo más duro. Pero al saber que las sensaciones que sintamos inmediatas son las más fuertes, debemos encontrar una actividad que nos encante, que nos cause placer durante su ejecución. Puede ser bailar, correr, hacer entrenamiento funcional, etc. Estas sensaciones serán mucho más poderosas que pensar en los resultados de vernos bien o prevenir enfermedades, que son motivos externos, no internos. Busca y encuentra el tipo de actividad o juego que te dé esa experiencia recontra gratificante mientras entrenas, empieza a recopilar recuerdos placenteros de esa actividad, engánchate mental, emocional y físicamente con tu deporte. Esa será la única manera de poder realizarlo todos los días y que este forme parte de tu vida de una manera tan indispensable como lavarte los dientes.

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