En el vox populi se ha escuchado reiteradas veces ‘no hay edades para el amor’. Sin embargo, ¿qué ocurre si le añadimos ‘ni tampoco existen las distancias’? En la actualidad, los avances en las telecomunicaciones han revolucionado la forma de hacer negocios, la recepción de información, las relaciones sociales y, por lo mismo, la manera de formar parejas.
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El fenómeno de ‘las relaciones a distancia’ está creciendo entre todas las edades. Cada vez hay más parejas, que por una u otra razón, deben vivir su relación a distancia. Pero ¿Cómo es posible que esto funcione?, ¿Es verdad que las relaciones a distancia no duran en el tiempo?, ¿cómo llevar adelante una rutina diaria sabiendo que la persona amada no va a estar físicamente al final del día?, ¿cómo hacer para sobrellevar los altibajos anímicos cuando se necesita un abrazo?
No existe una respuesta concluyente a todas estas preguntas. Este tipo de relaciones, como las ‘tradicionales’, se basan en los mismos pilares: la comunicación y la confianza en la otra persona. Debido a la distancia, los abrazos, besos, caricias, la rutina semanal y los domingos en el parque o el cine quedan solamente para algún encuentro planificado con tiempo. Las únicas formas de hablar son vía Internet, teléfono o correo electrónico, y, para los nostálgicos, por carta.
A nivel personal, este tipo de relaciones representan un desafío y un aprendizaje que no es para cualquiera. Además del amor, se requiere paciencia, dedicación, fuerza y creatividad para seguir fomentando el vínculo. La idealización de la otra persona, las ansiedades y la incertidumbre pueden ser nuestras peores enemigas, que gracias a la distancia, se hacen más grandes y por cualquier tema minúsculo pueden destruir la relación.
Fomentar la comunicación es clave para poder compartir sensaciones, miedos, sentimientos, alegrías, desiluciones y ‘acompañar’ a la distancia. Es importante ser sinceros con uno mismo para poder serlo con la otra persona y poder hacer crecer el vínculo. Además, como en todo tipo de relación, uno va conociendo a su pareja, con el pasar del tiempo y a medida que madura la relación.
No existe un tiempo límite para vivir a la distancia o para dar el siguiente paso a la convivencia, o por lo menos vivir en la misma ciudad. Esto dependerá de cada persona, de sus responsabilidades, sus proyectos y cuándo deberán coincidir sus destinos. Pero es necesario saber controlar las ansiedades para no tomar decisiones apresuradas que puedan arruinar la relación. Como se ha dicho, aquí los actores principales son las emociones y los sentimientos, quienes se escapan de cualquier marco racional o fórmula para el éxito.
Vía Publimetro Chile
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