Vida y Estilo

Pareja: estas son las mentiras de la primera cita

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Por Leo Marcazzolo

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Yo diría que nunca nadie es tan mentiroso como suele serlo en su primera cita. Allí casi ningún despliegue técnico es verdadero. Todo es cuidadosamente estudiado. Desde la nariz hasta la punta de los pies. Desde el color de los calcetines hasta el saludo inicial. Todo. Los pavos reales exponen sus plumas. Y hay que mostrarse valiente, porque con cualquier atisbo de cobardía el otro de inmediato sale corriendo. La inseguridad es tan perniciosa como un orzuelo en una foto de matrimonio. Sin embargo, la cobardía es inevitable. Créanme que en ciertos momentos es inevitable. Cómo uno podría no tenerla, si algunas veces se tiene al frente a alguien que significa todo para uno. Es casi imposible. Casi tan imposible como no mentir. Cómo no mostrar la mejor cara para evitar salir trasquilado.

Porque uno miente todo el tiempo. Miente cuando se ríe de los chistes aburridos del otro. Miente cuando trata de alardear con pretendientes falsos. Y finalmente miente cuando trata de ocultar hasta la más mínima de las debilidades. Y es que las debilidades definitivamente jamás se deben llevar a la primera cita. No hay cosa peor que la gente llorona, esa que se pone nostálgica apenas prueba la primera gota de pisco sour. O aquellas mujeres que se ponen melindrosas y caen en la torpeza de confundir al galán con su confidente.

Imagínense que se acaba de dar ‘un tiempo’ con el susodicho pero, a pesar de eso, no logra sacárselo en ningún minuto de la cabeza, a pesar que todas la hemos apoyado y dejado en claro que pase lo que pase no debe volver. No paramos en ningún momento de repetírselo. Y además le organizamos citas para distraerla, ¿qué mejor? Nada. Pero a pesar de nuestra generosidad ella sigue porfiando, sigue haciendo todo lo humanamente posible para que no funcione. Al parecer lo único que quiere es volver con el papanatas. Se pierden todas las oportunidades. Dice que simplemente no puede evitarlo. No puede evitar decir la verdad, no puede evitar asistir a una cita y terminar hablando de él, porque sencillamente continúa enamorada de él. Habla así como disco rayado. Con igual sinceridad y cursilería que cualquier canción de la Myriam Hernández. Aunque nosotras le hemos repetido mil veces que en las citas no puede ser tal como es. Que de hecho, necesariamente, debería mentir un poquitito, ya que la cruda verdad no sirve. Sin ir más lejos ésta la ha conducido a agujeros demasiado profundos.

Porque díganme una cosa: ¿cómo no va a ser patético acaso, que la chica llegue a una cita y lo único que haga sea atormentar a un pobre individuo, contándole todas sus intimidades que compartía con el ex? Es horrible. Imagínense que llega y cuenta que le encantaba lavarle los pies. O que vivía calentándole sus calzoncillos largos en la estufa, o que siempre le llevaba sus canelones con queso a la cama. Patético. ¿No sería mejor acaso quedarse callada, y punto? O declararse soltera, y ponerse un poquitito más juguetona. No sé, ser un poco más cool, francamente, no le hubiese hecho nada de daño. Y es que en el fondo ella nunca entendió lo que con tanto esmero le repetimos: que en la primera cita más vale mentir que mostrar todas las debilidades.

Vía Publimetro Chile

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Gracias a todos los que colaboraron con la Reciclatón.

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