Son artesanos. Maestros de las artes culinarias. Pero, ¿a qué precio? La última edición de las estrellas Michelin en París se vio ensombrecida por la muerte de Benoit Violier. El cocinero con tres estrellas Michelin se suicidó el pasado enero por razones aún desconocidas, semanas después de que su restaurante fuera coronado como el mejor del mundo.
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Su muerte trazó un paralelismo con el suicidio del cocinero francés Bernard Loiseau en el año 2003, después de que la influyente guía Gault & Millau rebajara la categoría de su restaurante. Pero, para Mathieu Pacaud, que logró este año su segunda estrella Michelin, estos sucesos se deben más bien a presiones ajenas a la cocina.
“No veo por qué habría sido la presión de la estrella. Ellos tenían las estrellas. Eran reconocidos por sus colegas, queridos, apreciados. Hay otras cosas que hacen que lleguemos a cometer un acto así”, señala Mathieu Pacaud, chef del restaurante Histoires.
Christophe Bagot es un psiquiatra de París especializado en estrés y ‘síndrome del quemado’. Asegura que el suicidio en el mundo culinario se da desde hace siglos. Se dice que, en 1671, el ‘maitre’ François Vatel se suicidó después de que se entregara tarde un pescado. Para Bagot, la presión que afrontaba Vatel aún existe hoy.
“Cuanto más grados de exigencia, más puede aumentar el estrés. Porque yo creo que, tras las estrellas, hay en juego un sistema económico y financiero importante. Y expectativas importantes, pues. Y eso no hace más que reforzar la fragilidad”, dice Bagot.
Una fragilidad que Kat Kinsman se dispone a abordar en su blog neoyorquino ‘Cocineros con problemas’. En un mundo donde se exige la perfección, y donde la reputación vale lo que vale el último plato, Kinsman asegura que es muy duro para la gente sincerarse sobre sus problemas.
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“Cuando pregunto si la gente sería capaz de hablar abiertamente en el trabajo sobre cómo lo llevan, el 58,8% dice que NO podrían en absoluto. Un 69,4% dice que no querría parecer débil, lo que es muy ilustrativo sobre la cultura de la cocina”, dice Kinsman.
Las estrellas Michelin todavía representan el mayor logro posible para un chef. Y, con cada vez más plataformas para comparar y criticar restaurantes, no parece que la presión sobre la élite culinaria vaya a disminuir.