Una carrera universitaria no tiene como único fin la obtención de un grado académico. También nos brinda herramientas para desarrollar nuestras habilidades y gustos particulares.
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De cierto modo, la elección de una profesión es un hecho que nos marca para siempre, ya que es posible que en ese campo pasemos gran parte de nuestra vida laboral.
Entonces, ¿por qué habríamos de elegir una carrera que no es de nuestro agrado? O, peor aún, ¿por qué deberíamos dejar que alguien más tome esa decisión por nosotros?
Lamentablemente, esa es la realidad que viven muchos jóvenes, quienes son obligados o inducidos a estudiar la misma carrera que sus papás.
Habla la especialista
‘Los padres, a veces, imponen a sus hijos determinadas opciones profesionales porque creen que no son lo suficientemente ‘maduros’ para hacerlo por ellos mismos. En algunas ocasiones, los padres no suelen tener un verdadero conocimiento de las capacidades y motivaciones de sus hijos, imponiéndoles profesiones hacia las que no tienen ningún interés ni calificación’, nos comenta Mirtha Orrillo, psicóloga y educadora de la Universidad Católica Sedes Sapientiae.
Ante esta situación, los jóvenes deben mantenerse firmes en sus convicciones, no verse obligados a estudiar lo mismo que sus padres si así no lo quieren y tomar la iniciativa de un diálogo alturado. ‘Solo queda conversar. Los jóvenes deben confiarles a sus padres sus verdaderos intereses y las cosas que los hacen sentir a gusto’, recomienda la especialista.
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Orillo también recomienda que los jóvenes muestren a sus padres las ventajas de desarrollarse en la profesión de su agrado. ‘Deben proporcionar a sus padres una amplia información de la carrera, dónde podrían estudiarla y en cuánto tiempo la culminarían’.
Por último, recomienda a los padres desempeñar el rol de ‘asesores y acompañantes’, mas nunca de jueces, imponiendo sus voluntades apoyados en frases como ‘quiero lo mejor para ti’.
