“Las enfermedades virales emergentes están en aumento, fundamentalmente a causa de la densidad y la movilidad de las poblaciones”, resume Arnaud Fontanet, responsable de la unidad de Epidemiología de las enfermedades emergentes del Instituto Pasteur en París.
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Una opinión compartida por Jean-François Delfraissy, director de la Agencia nacional de investigación sobre el sida, quien destaca que los virus emergentes “llegan fundamentalmente de los países del sur es decir de Asia o de África” y su propagación al resto del mundo se ve facilitada por los viajes en avión.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 154 nuevas enfermedades virales fueron descubiertas entre 1940 y 2004, de las cuales las tres cuartas partes son infecciones transmitidas del animal al ser humano (o zoonosis) como fue el caso del virus del sida, transmitido a los hombres por los chimpancés en África, provocando una de las epidemias más mortíferas de los últimos cincuenta años que ya dejó unos 40 millones de muertos.
Las enfermedades emergentes pueden también ser causadas por “mutaciones o recombinaciones virales” observadas en particular en el virus de la gripe.
– Reserva animal –
Un virus puede finalmente “emerger” en una región donde hasta entonces estaba ausente, porque las enfermedades y los animales atravesaron fronteras y alcanzaron poblaciones no inmunizadas, volviéndose de esa forma más virulentas: el mejor ejemplo sigue siendo el del virus del Nilo occidental, transmitido por los mosquitos.
Aislado en 1937 en Uganda y detectado después en Oriente Medio en los años 50, se introdujo en 1999 en América del Norte donde se propagó rápidamente y causó cientos de víctimas, generalmente fallecidas a causa de una meningitis o una encefalitis.
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Antes de atacar al ser humano, los virus pueden permanecer mucho tiempo confinados en una reserva animal, por lo general de aves salvajes o murciélagos, destaca Fontanet.
Para ir más lejos necesitan “huéspedes intermediarios” más cercanos al hombre como el cerdo, las aves de corral o los mosquitos, y condiciones favorables.
La gripe aviaria H5N1 apareció en el sur de China, en zonas fuertemente pobladas y de fuerte densidad avícola.
El coronavirus que causó el SRAS (o síndrome respiratorio agudo severo), responsable de una crisis sanitaria mundial en 2003 que dejó 800 muertos principalmente en Asia, migró al parecer del murciélago al hombre a través de las ginetas, unos pequeños mamíferos carnívoros que se sirven en los restaurantes de Cantón.
– Cambio climático –
La deforestación conduce a acercar a los animales salvajes de las zonas habitadas mientras que el cambio climático favorece la multiplicación de mosquitos en regiones donde hasta entonces eran desconocidos.
Tal es el caso del virus del dengue y la chicunguña transmitidos por dos mosquitos, incluyendo el mosquito tigre (o Aedus albopictus), muchas veces circunscripto al sudeste asiático, pero que actualmente está implantado en el continente americano y en una parte de Europa, incluyendo el sur de Francia.
Según Fontanet, están reunidas todas la condiciones para que la chicunguña, aparecida inicialmente en África oriental y la India y que afecta actualmente al Caribe, se propague en todo el continente americano.
En cuanto al virus del Ébola, descubierto en 1976 en dos brotes simultáneos en Sudán y República Democrática del Congo, no preocupaba a los especialistas hasta la epidemia actual.
“Anteriormente, la infección estaba limitada a unos pocos pueblos y había una mortandad tal que el virus se agotaba y la epidemia se detenía sola”, señala Delfraissy.
Al alcanzar ciudades de varios países del oeste de África, el virus se convirtió en una amenaza para las poblaciones afectadas, confrontadas a sistemas de salud muy deficientes, a pesar de que sólo se transmite por contacto directo con las personas infectadas y no por vía respiratoria, como era el caso del SRAS.
Según los expertos, por esa razón, el ébola tiene pocas probabilidades de extenderse a otras regiones del mundo.
“Si se dedican los medios necesarios y se aislan los enfermos, la epidemia debería poder contenerse en un plazo de 3 a 6 meses”, asegura Fontanet.