Por André Suárez
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El presupuesto de la bolsa de viaje no es lo más importante cuando se trata de conocer Cuba, ya que el dinero no compra la experiencia de ser confundido como un cubano más entre los extranjeros que visitan el país caribeño.
El dinero es determinante para asistir a exclusivos shows, como el del Cabaret Parisién en el Hotel Nacional de La Habana; pero no alcanza para experimentar la situación real de los cubanos.
“¿Eres cubano? Un favor, ¿puedes sacarme un daiquiri? Solo atienden a los que están hospedados”, me pidió una bailarina tras hacer una espectacular presentación en el Hotel Iberostar Taínos de Varadero.
Además de poder hacer favores piadosos entre latinos, pasar como cubano tiene la ventaja de poder exigir descuentos mientras no te detecten el acento extranjero.
“Solo debes decir que naciste en Cuba, pero que has vivido de niño en el Perú. No tendrás el acento, pero la apariencia ya la tienes”, me recomendó riéndose Yunior, un ingeniero agrónomo de la Universidad de La Habana que ahora se dedica a ofrecer paseos turísticos en bicicleta por La Habana Vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982.
El consejo resultó útil, por ejemplo, para hacer cumplir la tarifa aproximada de un viaje en taxi, que no debe superar un peso convertible (CUC) de valor casi igual al dólar por kilómetro.
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Otra opción son los taxis colectivos, a pesar de que las agencias de turismo recomienden el servicio privado. Su precio resulta elevado para el cubano promedio, que recibe su sueldo en el peso cubano (CUP), una moneda exclusiva para los isleños, que vale solo la cuarta parte del CUC.
Además del ahorro en transporte, mimetizarse con la población local hace que el viaje traiga mayores revelaciones, a diferencia de lo que se cuenta en las expediciones grupales para extranjeros.
Por ejemplo, el restaurante-bar La Bodeguita del Medio es reconocido como uno de los grandes atractivos turísticos de La Habana y se llena de extranjeros. Inaugurado oficialmente el 26 de abril de 1950, el concurrido local cuenta con las firmas de personalidades como Errol Flynn y Ernest Hemingway. Además de servir platos típicos, el mojito cóctel a base de ron es su especialidad.
Sin embargo, la sabiduría popular no lo considera el mejor mojito de la isla, como le dicen a los turistas. Justo al lado del Museo del Ron, el bar Dos Hermanos presenta una variada carta de tragos cubanos, en la que el mojito es la estrella. Ha sido probado por los exquisitos paladares de Federico García Lorca, Marlon Brando y, nuevamente, Ernest Hemingway. A título personal, el mojito de Dos Hermanos es superior al de La Bodeguita del Medio.
Un guía turístico de la empresa Habanatur me dijo algo cierto sobre la vida cotidiana en su país: “Cuba es como la poesía: bella e incomprensible”. En efecto, es una gran experiencia vivir en la isla por unos días como los cubanos de a pie para tratar de comprender esa lírica.