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Cuando los microbios se vuelven resistentes: la emergencia de una amenaza global

La resistencia creciente de los microbios a los antibióticos se ha convertido en una amenaza a escala planetaria considerada muy seria por las autoridades sanitarias que, como la OMS, multiplican las advertencias y los planes de acción.

Una nueva señal de alarma fue lanzada en Estados Unidos, donde el organismo federal de la salud (CDC) ha estimado que la resistencia de las bacterias a los antibióticos provoca “al menos 23.000 muertos” anuales, casi tantos como las víctimas por armas de fuego.

“Si no estamos atentos a esto, muy pronto estaremos en la primera era posantibióticos”, en la cual los medicamentos milagrosos del siglo XX ya no serán eficaces, advirtió en setiembre pasado el director del CDC, Tom Frieden.

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“¡Es un problema mayor!”, señaló a la AFP el profesor Patrice Courvalin, quien dirige el Centro Nacional de Referencia de la Resistencia a los Antibióticos en el señero Instituto Pasteur de París.

“El problema no es sólo ya no poder tratar una enfermedad, sino tener que dejar atrás de un día para el otro entre 20 y 30 años de avances médicos”, explica el científico.

El descubrimiento de los antibióticos constituyó, entre 1930 y 1970, un increíble progreso materializado en una mayor esperanza de vida y numerosos éxitos en la cirugía.

En el Reino Unido, la principal cosejera gubernamental para la salud, Sally Davies, habla de la resistencia a los antibióticos como de una amenaza global comparable al terrorismo o al recalentamiento de la Tierra.

Sin embargo, este fenómeno es algo natural: la aparición, a través de un proceso de selección, de cepas mutantes de bacterias que se han vuelto “insensibles” a los medicamentos.

Las infecciones ya no responden a los medicamentos disponibles, lo que entraña enfermedades con tratamientos más largos para su eventual curación, un mayor riesgo de contagio, más costos económicos y, sobre todo, un mayor riesgo de mortalidad.

La tuberculosis, una enfermedad ultrarresistente

La tuberculosis es la enfermedad infecciosa más emblemática en el desafío provocado por la resistencia a los medicamentos. Casi el 5% de los casos recientes han sido provocados por variantes del bacilo de Koch “multirresistentes”, insensibles a dos antibióticos: la isoniazidia y la rifampicina.

Algo aún más grave: la aparición de una tuberculosis “ultrarresistente”, también refractaria a los antibióticos de último recurso. Estos casos ya representan el 10% de los de tuberculosis resistente.

“En algunas partes del mundo ya casi no disponemos de antibióticos (eficaces)”, se alarma Timothy Walsh, profesor de microbiología de la universidad de Cardiff (Gales), citando India, Pakistán, el sudeste asiático y algunas regiones de América Latina.

Las resistencias microbianas no son exclusivas de los países pobres. La multiplicación en los hospitales de los países ricos de las infecciones “nosocomiales” entre los pacientes con las defensas bajas, como las provocadas por el estafilococo dorado, es una prueba de ello.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el uso “inapropiado” de antimicrobianos es la primera causa de la resistencia: en los países pobres porque a veces las dosis administradas son muy débiles y, por el contrario, en los ricos porque pueden ser excesivas.

Francia, por ejemplo, es el tercer consumidor europeo de antibióticos, tras haber sido durante mucho tiempo el primero. El hábito de muchos médicos de recetarlos inútilmente para combatir enfermedades de origen viral ha remitido, pero el 20% de los medicamentos que pueblan los estantes de las farmacias del Hexágono son antibióticos.

También es una realidad que en las granjas del mundo occidental la mitad de los medicamentos antimicrobianos son destinados a los animales de cría, para aumentar su rendimientos en carne. “Estas prácticas contribuyen a aumentar la resistencia a organismos como las salmonelas, que pueden ser transmitidos al ser humano”, según la OMS.

La OMS viene desarrollando desde 2001 una “estrategia” para limitar y controlar las resistencias a nivel mundial.

En estados Unidos, la administración que regula los productos sanitarios, la FDA, busca convencer a la industria farmacéutica para que elimine “algunos” antibióticos utilizados para la cría de ganado.

En Europa, la Comisión Europea (CE) puso en marcha en 2011 un plan antirresistencia, uno de cuyos objetivos es estimular la investigación al respecto. Pero, según el especialista Olivier Patey, “los grandes laboratorios no están motivados” para desarrollar productos de este rubro.

La “fagoterapia”, que utiliza viruses para matar bacterias específicas, podría ser la gran solución para el programa europeo antirresistencia.

Bruselas financió en 2013 un primer proyecto bautizado “Phagoburn”, para probar dos productos a base de “viruses bacteriófagos” contra bacterias resistentes presentes en las heridas de pacientes con grandes quemaduras.

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