Como todas las mañanas, después de correr olas en Hermosa Beach, cerca de Los Ángeles, los viejos surfistas Frank, Mark y Doug desayunan en el mismo lugar y recuerdan su juventud en los años 1960, cuando la Kombi de Volkswagen era un símbolo de libertad.
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Estos tres amigos sesentones estacionan sus “hippie vans” frente al restaurante mexicano Brother’s Burritos, frente al Pacífico, y se dejan llevar por la nostalgia de una era que llegará a su fin este mes, cuando la fábrica de la empresa alemana Volkswagen en Brasil deje de producir la Kombiwagen, también conocida como Kombi o Combi.
Aunque entró al mercado estadounidense en los años 1950, fue en la década siguiente que esta rechoncha furgoneta se hizo popular gracias a la contracultura de entonces, en particular por los surfistas de California, que la asociaban a la libertad de pensar y de viajar.
“Los surfistas y la gente a la que le gusta acampar la apreciaron, porque era barata, tenía un buen rendimiento de combustible, era fácil de reparar y uno podía meter un montón de cosas. Yo llevo mi bicicleta y mis tablas de surfear”, cuenta a la AFP Frank Paine, de 63 años.
Su Kombi blanca y verde de 1973 está decorada con motivos hawaianos y esteras de paja en techo y paredes.
“Todos los que estamos jubilados ahora crecimos con la (Kombi de) Volkswagen y sentimos mucha nostalgia. Todo el mundo en California tiene alguna historia” sobre esta camioneta, dice Mark Mitchler, de 62 años, mientras su amigo Doug Ball, de 63, que maneja la suya de 1974 desde hace 34 años, asiente.
Son historias de primeras novias, de viajes a México, de campamentos en el bosque de secuoyas, de gestos de solidaridad en la carretera gracias a una fraternidad a la que sólo los que tienen una Kombi pertenecen.
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La camioneta alemana caló tan hondo que se ganó un lugar indiscutido en todos los documentales sobre la cultura hippie. Es la “Máquina del misterio” de la serie animada “Scooby Doo”. Tiene un papel protagónico en la película independiente “Little Miss Sunshine”. Y hasta hace una aparición especial en la cinta de Pixar “Cars”, donde interpreta a un vehículo… hippie.
El coche de la paz
La voz de Bob Marley suena de fondo mientras los tres surfistas cuentan cómo la Kombi se convirtió en un ícono de la mentalidad antisistema de los años 1960 en Estados Unidos.
En un país donde el éxito es medido por el tamaño, el precio y la sofisticación de los coches, la aparición de un automóvil barato y austero sedujo a una juventud que desafiaba el “orden establecido”.
“En la contracultura de los años 1960, se convirtió en EL vehículo que había que tener si eras un hippie”, recuerda Mark.
No sólo se podía repararlo, personalizarlo y conducirlo en cualquier terreno. También y esto era algo muy apreciado por los jóvenes de la época se podía vivir en él.
Además, “uno podía darle una bofetada al gobierno y a los ‘viejos’ con sólo manejar una de estas camionetas, porque, para ellos, que condujéramos un coche extranjero era un gran insulto”, agrega Frank.
La Kombi, para los tres amigos, revive tiempos más simples, cuando los objetos estaban diseñados para durar para siempre y era posible entender la mecánica de las cosas.
“La gente en realidad ha llegado al punto de tratarla casi como una mascota o un miembro de la familia”, dice Mark. “Todas son diferentes, suenan diferente. Las llaves funcionan, o no funcionan, de forma diferente. Tienen personalidad”.
Y parte de su encanto es que la misma carga simbólica de hace más de 50 años sigue intacta.
“Esos hippies de entonces somos nosotros ahora. Esos manifestantes, esa gente que estaba en contra de la guerra, maduró, creció”, dice Mark. Y todos ellos aún tienen una no-tan-secreta contraseña: su Kombi.
“Cuando la vas manejando, la gente siempre te toca bocina o te hace el signo de la paz. No puedo ir de aquí a mi casa (a pocos kilómetros) sin que alguien me salude”, asegura.