Ángela Cortázar es la autora del libro ‘Nosotras queremos un macho Alfa’ (Random House Mondadori), donde detalla los prototipos de hombres existentes y sus características, tomando en cuenta la forma de actuar de los lobos en manada. Allí destaca al líder natural, que no se destaca por su arrogancia sino por su forma de actuar y que sería el favorito de las mujeres hoy.
PUBLICIDAD
¿Cómo sería este hombre? Discreto, audaz, provocador, masculino, sensual y con sentido del humor, aunque no sea perfecto, el ‘macho alfa’ es el tipo de hombre que todas quisieran.
Él es una persona cuya biografía tiene un alto contenido de experiencias positivas y negativas; es sensual, nunca seductor, expresa libremente sus emociones sin temor al ridículo, y tiene un lenguaje corporal acertado y asertivo. según la autora, una ‘herida de guerra’ forja el carácter del ‘macho alfa’, el cual acepta los acontecimientos tal como son.
Además es un ser congruente, que se conduce en la vida con honestidad y determinación, y es responsable consigo mismo.
Pero las descripciones no terminan allí. La escritora clasifica a los hombres como: ‘alfa’, ‘beta’, ‘gama’, ‘delta’, ‘épsilon’, ‘zeta’ y ‘omega’. Todo según la manera de ser de cada uno.
El hombre ‘beta’, por ejemplo, imita al ‘alfa’, incluso en la forma de hablar y de vestir. Siempre quiere quitarle su liderazgo, por ello le imita.
El hombre ‘gama’ tiene una característica muy particular: siempre habla de sus hazañas en la mesa y tiene predisposición por elegir por ella y casi siempre la invita a comer donde lo conocen y le dan servicio de rey.
PUBLICIDAD
El ‘delta’ siempre cree tener la razón en todo y que su mujer debe estar siempre al pendiente de él.
Por su parte, el ‘épsilon’ está dispuesto a copiar a todos los que están arriba y humilla a los que están abajo, una mujer lo puede identificar porque se esfuerza demasiado en su arreglo personal y se ve siempre igual.
El ‘zeta’ usa pretextos para trabajar poco, es un ser insatisfecho y quejumbroso, le gusta que las mujeres sientan lástima por él, si una mujer está dispuesta a decir que sí se casa, éste se sentirá dichoso, porque ya no tendrá que pagar el arriendo solo.
El punto débil del hombre ‘omega’ es que nunca ha sabido qué se siente ser el dueño de su vida, ser el jefe, patrón o presidente del lugar donde trabaja, no respeta a las personas y siempre come solo.
