Hace unas noches estaba escuchando un podcast del gran Alejandro Dolina, sobre el amor. El escritor argentino señalaba que cuando uno no está enamorado, es atractivo, tiene el poder de ser uno mismo y de determinar sus acciones. Este poder uno lo pierde cuando se enamora. De modo que se plantea una paradoja: se pierde el poder de la seguridad cuando uno más lo necesita, es decir cuando se está enamorado y lo tiene a raudales cuando no lo necesita, cuando no hay amor.
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Luego de escuchar esta profunda reflexión, me di cuenta que el amor está lleno de paradojas, de desencuentros y me preguntaba: ¿por qué es tan raro el amor y por qué lo es más aun estar enamorado? Si en realidad debería ser algo muy normal, algo de todos los días. ¿Por qué una y otra vez esas sensaciones encontradas? A todos nos pasa, o casi todos, cuando estamos enamorados hay un gran temor pero también mucha esperanza. Vivimos en una singular travesía donde tratamos de balancearnos entre los sentimientos más extremos.
El filósofo argentino Darío Sztajnszrajber tiene una respuesta que me parece coherente y es que el amor es todo lo contrario a la economía, ámbito en el que cada uno busca su ganancia personal y la acumulación de riqueza.
Para el filósofo argentino en el amor nunca se gana y más bien siempre se pierde, ya que el amor es entregar nuestro tiempo, nuestros sentimientos, nuestra buena predisposición, sin que exista la seguridad de que la otra persona nos va dar lo mismo. En esas circunstancias es probable que se vaya a perder mucho más que la calma.
He estado pensando mucho en esta idea. En el Perú vivimos en un modelo capitalista y la educación en nuestro país tiene un sesgo que está muy ligado a la búsqueda del éxito económico -lo cual no está mal-, pero creo que se ha dejado de lado, o en el peor de los casos, nunca se han incidido en aspectos tan importantes como el desarrollo de la personalidad de los jóvenes y su salud mental.
En nuestro país este tipo de educación es reforzada en los hogares. Por lo tanto, hombres y mujeres tenemos que cumplir distintas metas cada cierto tiempo. La universidad, el primer trabajo, la maestría, un ascenso, matrimonio, hijos, más trabajo, departamento, auto, etcétera.
Es así que todo el tiempo estamos pensando de una manera egoísta. Entonces cuando nos enfrentamos a una situación donde no vamos a ganar, sino más bien probablemente vamos a perder, nos sentimos tan extraños, tan raros. La seguridad nos abandona y la verdad es que nos cuesta mucho más enfrentar estas situaciones, frente a personas que han recibido una educación más dirigida al desarrollo de su personalidad.
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Pienso que cuando una se descubre enamorada, hay que respirar profundo y mantener la calma. No es una buena idea sacar la calculadora y hacer cuentas sobre que te conviene o no. Si bien el amor nos plantea muchas paradojas, lo mejor es hacer lo que dice Claudia, la protagonista de mi libro Las pecadoras también van al cielo: ‘no hay reglas para el amor. Muchas veces es mejor dejar que las cosas fluyan’. Sí, solo que las cosas fluyan a pesar de las paradojas que se nos plantean en el camino.
Sobre la autora
Soy Zendy Manzaneda Cipriani , tengo un MBA de la UP y un Máster en Comunicación en Barcelona. Además, soy catedrática y gerente de marketing de una empresa trasnacional. Hace poco publiqué una novela titulada ‘Las pecadoras también vamos al cielo’.
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