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‘Grano Fino en Las Begonias’, por Jorge Sánchez Herrera

Jorge Sánchez Herrera – Nómena ArquitecturaArquitecto/Urbanista jorge@nomena-arquitectos.com

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La calle Las Begonias de San Isidro fue uno de los sectores elegidos por la anterior gestión municipal para poner en práctica algunas acciones de recuperación de espacio público, como el reemplazo de estacionamientos por veredas más anchas.

Entiendo que muchas de estas intervenciones fueron hechas en coordinación con uno de los más grandes propietarios de terrenos de la zona -el Grupo Breca-, con el que acaban de inaugurar un interesante nuevo espacio público sobre el antiguo estacionamiento en superficie del edificio de Rímac Seguros. Creo que estas acciones darán sus frutos con el tiempo, pero me parece que los nuevos edificios que se construyen sobre Las Begonias podrían tener en cuenta otros criterios.

En urbanismo podemos hablar de distintos tipos de ‘granos’ para referirnos a la composición de lotes y división de propiedad de las ciudades. Cuando un barrio está dividido en muchos lotes, tiene un grano fino. Por el contrario, si el barrio tiene manzanas ocupadas por pocos y grandes edificios, hablamos de un grano grueso.

Las ventajas de los barrios de grano fino son muchas, como el menor riesgo e inversión para construir un edificio, o su mayor posibilidad de cambio de uso en el tiempo. Los beneficios asociados directamente a la generación de vida de calle pasan por su posibilidad de acoger una mayor cantidad de destinos para el peatón (restaurantes, cafés, tiendas, ingresos a viviendas, etc.) en la menor distancia posible. Es lo que pasa con la Avenida Larco o el Jirón de la Unión, y lo que los hace interesantes de caminarlos.

Si bien los nuevos edificios de Las Begonias pertenecen a un solo propietario y ocupan toda una manzana, creo que podrían preocuparse de generar un ‘grano fino’ a nivel de calle. Me parece que en el nuevo edificio que ya se terminó (frente a Ripley), existe un solo locatario (la tienda ZARA) en todo el primer piso. Esto hace que solo haya tres o cuatro ingresos o destinos en toda la manzana; es decir, en 300 metros de vereda.

Pensar bien los edificios que se construirán es más importante que el ensanchamiento de veredas, la siembra de árboles y el reemplazo de pisos en una intervención de regeneración urbana. Creo que, si repiten ese modelo en los edificios sucesivos, estarán saboteando la idea de convertir la zona en un barrio agradable al peatón, de intensa vida urbana.

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