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Por Kenyi Coba
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Disciplina, coraje y compromiso son las características principales de los danzantes que le dan vida a los majestuosos dragones y leones chinos, mitológicas criaturas encargadas de darle la bienvenida al Año Nuevo Chino.
Para conocer más de su rutina antes de la llegada del ‘Año del Cerdo’ (5 de febrero) y que salgan a sorprender a todos los transeúntes de Capón, en el Centro de Lima, los acompañamos para vivir en carne propia todo el entrenamiento que tienen antes del gran colorido espectáculo.
“Para ser danzante, tienes que tener compromiso y sobre todo ganas”, nos dice Jorge Cáceres, líder de la Sociedad Chung Shan, la cual desde hace varios años se encarga de darle la principal exponente de esta tradición china en el Perú.
El entrenamiento de los bailarines consiste en dar movimientos muy parecidos a las artes marciales. Darle movimiento a las cabezas y cuerpo de los animales, es algo complicado por la precisión que deben tener, pues cada paso significa algo y mal dado, podría distraer a toda la compañía.
“El paso del león es muy diferente al del dragón, incluso de cada escuela, pero todos están basados en el Kung Fu. El desfile es un ritual, solo dos personas (cabeza y cola) son encargadas de darle vida a los tres leones que son los custodios de Buda”, detalla el maestro mientras supervisa el entrenamiento de sus discípulos.
Según la leyenda china, este desfile representa la llegada de Buda (máximo exponente de la religión china) a la ciudad. Por ello, el dios chino va escoltado por tres leones que representan a tres de los más grandes soldados orientales (Liu Bei, Kuan Kung y Zhang Fei) y detrás de ellos, los imponentes dragones que son considerados el espíritu del ‘gigante asiático’.
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Cáceres comenta que un dragón es la encarnación de distintos animales que se unen para transmitir todas sus energías por donde pasan, por tal motivo representan la ‘unión’, una cualidad muy especial en la cultura china.
En las comparsas, hay dragones de distintos tamaños y colores. Estos pueden ser maniobrados por cinco personas o hasta diez (cabeza, cuerpo y cola) y siempre hay uno amarillo, el cual significa la tierra y es el más querido por los chinos, pues es usado desde de la antigüedad por los emperadores.
Una cabeza de dragón o león puede llegar a pesar hasta 4 kilogramos, eso depende del material con que se confeccione pero en su mayoría, son de papel y bambú. “Esto es un trabajo artesanal que se hace como antaño. Las máscaras son importadas de China donde están los artesanos originales que realizan estas maravillas”, relata el maestro Jorge.
Las telas que utilizan para hacer los cuerpos de estos seres mitológicos, son tan finas que parecen ser cocidas con hilos de oro y los detalles que tienen, son una obra de arte hecha a mano.
Ambas criaturas danzan de arriba abajo y de izquierda a derecha al son de tres instrumentos musicales. El gong, el tambor y los platillos, los cuales son encargados de darle música a esta multicolor estampa cultural china.
“El gong es el instrumento básico. Es quien marca el paso y se hace sonar de acuerdo a los pasos que se quieren dar, algo así como el bombo en las marchas militares que marca el paso marcial de los soldados”, asevera Cáceres.
Durante el entrenamiento, encontramos a un pequeño dragoncito, que a sus 4 años, se ganó la admiración de todos sus compañeros por ser uno de los alumnos más aplicados de la Sociedad Chung Shan y que espera con muchas ansias desfilar este Año Nuevo Chino.
Ghanuel Loyola (4) asiste religiosamente a todos los ensayos junto a su mamá, Paola Loyola, quien también es integrante de la compañía..
“Soy alumna desde varios años por mi mamá, ella es seguidora de la cultura china y me contagió ese gusto, así que de joven decidí conocer más de ese hermoso país a través de la danza. Salí en estado y venía con Ghanuel en la barriga, así nació el gusto en él”, relata Paola mientras ayuda a su hijo a realizar unos movimientos.
Ambos entrenan juntos, incluso en su propia casa ensayan todo lo que aprendieron en la escuela, ya que ambos esperan con ansias el 5 de febrero para salir a escena y demostrar todo su arte.
Ghanuel y Paola no son los únicos danzarines con lazos sanguíneos en la comparsa, también están Jorge y Gabriel, hijos del maestro Cáceres, quienes desde pequeños fueron inculcados de la cultura china gracias a su padre y quien espera que continúen con la tradición.
En total son más de 200 integrantes de la escuela, donde se aprecia la mezcla de todas las razas (orientales, afro descendientes, latinos, etc.) que están a la espera de la llegada del Año del Cerdo para convertirse en leones y dragones.
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