La vemos por todos lados. En las esquinas, en los puestos de mercado y caemos rendidos ante su rojo intenso y refrescante sabor, por eso la sandía es una de las frutas más consumidas en verano.
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Compuesta por un 90% de agua, esta deliciosa fruta de gran tamaño también es una aliada para prevenir distintas enfermedades crónicas pues es rica en licopeno, un componente que le da su característico color, incluso, es buena como antioxidante.
“El licopeno puede proteger las células de los distintos daños radicales, sustancias de desecho, producto de la contaminación, así como el exceso de grasas y azúcares que podamos tener en el organismo. Este componente es perfecto para protegernos de enfermedades crónicas”, cuenta la nutricionista Ingrid Pérez.
Pero esto no es lo único que aporta, pues la especialista señala que la sandía nos brinda retinol y vitamina A, dos componentes que ayudan a mejorar nuestras defensas. Así mismo, es un gran diurético debido a gran contenido de agua.
Si estás pensando en comerte una tajada de sandía para aplacar el calor, hazlo, pero recuerda que es recomendable hacerlo dos o tres veces por semana, pues también es gran proveedora de azúcares debido a la cantidad de fructuosa que tiene.
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