El ecologista Jean Couté, de 88 años de edad, está decidido a morirse de forma ecológica, por eso quiere ser incinerado, como lo fue su esposa hace 20 años.
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“Cuando se desarrolló el movimiento ecologista, nos pareció razonablemente lógico a mí y a mi mujer que había que dejar la tierra a los vivos, además de los restos que suponen los entierros, plantean problemas a las autoridades locales, problemas que a veces son graves”, señala Couté.
Sin embargo, las cremaciones dañan el medio ambiente, emitiendo gases dañinos como el monóxido de carbono y el azufre. Por eso el crematorio de París, en el cementerio Père Lachaise, ha puesto un filtro en su horno.
“Este aparato es el filtro propiamente dicho, donde hacemos la separación concreta, los humos depurados del reactivo químico que atrapa los contaminados”, especifica Alain Villechaise, director del crematorio.
El crematorio del Père Lachaise ha gastado tres millones de euros en el filtro, subiendo en un 2 o 3% el precio de todos los funerales, pero sus esfuerzos por el medio ambiente no acaban aquí. Ahora utilizan el calor generado por los hornos para calentar la capilla, pese a las preocupaciones de algunos asistentes.
“La responsabilidad ecológica es perfectamente ética. De hecho, es ético utilizar este calor para no agravar el efecto invernadero y para preservar el medio ambiente”, señala François Michaud-Nérard, director de servicios funerarios de París.
Estos filtros de horno serán obligatorios para todos los crematorios de Francia en 2018, lo cual es una buena noticia para ecologistas como Jean Couté, que quiere con su incineración ayudar a que el mundo sea un lugar… más verde.