El mercado de cohetes está pasando por su mejor momento. Cada vez son más los lanzamientos hacia el espacio, por lo que este tipo de tecnología se ha vuelto esencial para cumplir con las misiones.
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No obstante, un tópico para la humanidad del futuro será la huella que dejan estos lanzamientos: el problema de la basura espacial.
En ese contexto, investigadores de la Universidad de Glasgow desarrollaron el primer cohete autófago del mundo, diseñado para utilizar su propio cuerpo como combustible.
Este concepto, patentado desde 1938 pero no desarrollado hasta ahora, podría representar un cambio radical en la tecnología espacial y en el control de los residuos que flotan en el espacio.
El cohete Ouroborous-3
El proyecto, llamado Ouroborous-3, está inspirado en el símbolo egipcio de una serpiente que se devora a sí misma.
Desde 2018, el equipo de ingenieros de la universidad ha estado trabajando en este motor de cohete sin soporte, que aprovecha el calor residual de la combustión para fundir su fuselaje de plástico y convertirlo en combustible adicional.
Específicamente, el diseño utiliza tubos de polietileno de alta densidad que arden con propano líquido y oxígeno gaseoso, componentes típicos de la industria.
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Gracias a ello la eficiencia de Ouroborous-3 es notable: al consumir su estructura, requiere menos combustible convencional, lo que le permite transportar más carga en comparación con otros nanolanzadores y a la vez reduce significativamente la generación de desechos espaciales.
“Nuestro objetivo es aumentar la escala en alrededor de dos órdenes de magnitud, pero no mucho más porque nuestro nicho está en los nanolanzadores”, explicó Patrick Harkness, líder del equipo, a Gizmodo.
¿Es un cohete funcional?
Recientemente el equipo probó un prototipo en las instalaciones de MachLab de la base aérea de Machrihanish, Escocia, logrando producir 100 newtons de empuje.
Los resultados mostraron que la combustión del cohete puede ser controlada para acelerar, pausar o reiniciar, lo que demostraría que ya está listo para saltar al mercado.
El siguiente paso será desarrollar un prototipo de vuelo con oxidante líquido, lo que marcará un nuevo hito en la industria de lanzamiento espacial.