Por Mónca Garzón – Publimetro Colombia
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El médico infectólogo colombiano Javier Jaimes trabaja con sus colegas trabaja dentro de una cabina de bioseguridad investigando el coronavirus.
¿Qué tan cerca estamos de tener una vacuna contra el coronavirus?
Hay muchas cosas que hilar. Primero, las vacunas son para prevenir enfermedades, pero no podemos tener una vacuna para algo que aún no conocemos realmente bien. La reacción para la vacuna aparece después de que se conoce la enfermedad. ‘Crear’ algo en un laboratorio puede ser relativamente sencillo, así como desarrollarlo para que se pueda inocular en un animal o una persona y que desarrolle una respuesta inmunitaria, pero eso no quiere decir que la podamos llamar vacuna. Antes de sacarla al mercado es necesario pasar por una fase de estudios clínicos que van a permitir saber si es segura, que no enferme, que no cause reacciones adversas, que estimule el sistema inmunitario y que además de eso, sí prevenga la enfermedad. Saber cuánto tiempo va a durar esa respuesta es un proceso que toma mucho tiempo y no es posible acelerarlo.
¿Pero no están haciendo eso los laboratorios?
Muchos han hecho el desarrollo de una vacuna que implica tener el producto del laboratorio listo, pero muy pocos han empezado la fase clínica. Aquí, en Estados Unidos, solo uno. Y eso quiere decir que recién están empezando un proceso que puede tardar varios meses o incluso uno o dos años. Y eso contando con que funcione, porque si a mitad del estudio se encuentran falencias, hay que empezar todo de cero. Nosotros, en la Universidad de Cornell, estamos trabajando para un proyecto de una vacuna del MERS, que es un coronavirus, pero es una vacuna que busca un sitio común entre los coronavirus. El objetivo es llegar a decir que puede llegar a prevenir todos los coronavirus; sin embargo, estamos en la fase inicial.
Estados Unidos y China ya empezaron los ensayos clínicos de posibles vacunas. ¿Hay una competencia o realmente colaboración internacional?
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Desde el punto de vista científico hay colaboración internacional, pero por supuesto que hay dinero de por medio. Los laboratorios compiten por ver quién saca el producto primero porque obviamente esto va a traer una ganancia, es claro que las industrias están tratando de hacer algo por controlar la infección, pero pues, con el signo del dólar de por medio claro que hay una competencia.
¿Y en laboratorios universitarios como el suyo?
A nivel científico, nosotros hemos tratado de hacer la investigación abierta para todos. Tenemos una base de datos que nos permite subir nuestros artículos en borrador para que la comunidad científica nos evalúe y nos dé retroalimentación; pero eso se ha convertido en un arma de doble filo, porque como es una base de libre acceso, muchas personas han entrado y encuentran información que no ha sido evaluada y hasta ahora es preliminar, le han dado validez a cosas que aún no la tienen y esto genera un impacto tremendo.
Teniendo en cuenta el ritmo de propagación y el porcentaje de casos graves, ¿qué panorama nos espera con el COVID-19?
El panorama es bastante incierto. Desafortunadamente, el hecho de que tantas personas no hayan entendido las consecuencias que trae esta enfermedad hace que el número de casos aumente de manera rápida, cosa que va en detrimento de los servicios de salud porque no tienen capacidad de respuesta. Deberíamos tener la lección aprendida de la influenza AH1N1 del 2009. Muchos dirán que no fue relevante porque no mató a muchas personas. Pero la razón por la que no tuvo tanta relevancia fue por las medidas que se tomaron (en el comercio, los gobiernos, la OMS), que no permitieron que avanzara ese virus. En este caso es exactamente lo mismo, no hay tratamiento, no hay vacuna, lo único que queda es encerrarse.
¿Qué sabemos hasta ahora del COVID-19?
Muchas cosas importantes, una de ellas es su origen, lo que nos permite saber de dónde viene y contrarrestar todas esas teorías de conspiración. Los coronavirus de este tipo circulan en poblaciones de murciélagos silvestres y son virus que están muy adaptados, en raros casos pueden saltar a otra especie, como pasó en este caso, así como sucedió con el SARS y el MERS. También sabemos que este virus es muy parecido al SARS, pero más contagioso. Tenemos indicios sobre la razón por la que este virus se contagia tan rápido, esa es la hipótesis de trabajo en nuestro laboratorio. Estudiamos cómo entran los virus a las células y hemos encontrado que al parecer este nuevo coronavirus tiene una condición muy específica, una pequeña característica que parece permitirle ingresar más fácilmente a las células y quizá esa sea la razón por la que se está dando mayor transmisión. Además, sabemos que ya tenemos herramientas en camino para encontrar un tratamiento terapéutico que, en este caso, es más rápido que una vacuna.
Cifra
18 años hace que el SARS (uno de los siete coronavirus) saltó de animales a humanos. El 2009, hizo lo propio otro coronavirus, el MERS.
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