Vanna Pedraglio | Head coach en Vanna | Instagram: vannaped y sistema_vanna | Web: www.vanna.pe
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La práctica del deporte suele estar relacionada a la búsqueda de beneficios estéticos y/o de salud. Pero, en realidad, el ejercicio en sí representa un estrés para el cuerpo. Por ello, solo si se realiza de manera adecuada y se complementa con una alimentación balanceada, puede otorgar beneficios insuperables a nuestro organismo.
Entonces, ¿cuándo y cómo saber que no estamos cruzando esa delgada línea entre lo beneficioso y lo perjudicial? Para entender mejor esto, te doy un ejemplo. Si tenemos dos personas que juegan sus pichangas, y una de ellas lo hace una vez a la semana y la otra dos veces, será esta última quien al día siguiente podrá hacer más deporte; el primero seguramente se sentirá débil y cansado para hacerlo.
Lo mismo nos sucede cuando hacemos la famosa promesa de retomar el deporte. Ese día nos sentimos con energía y entrenamos hasta el agotamiento, pero al día siguiente no solo sentimos fatiga muscular generalizada con dolores en todo el cuerpo; también nos sentimos débiles, e incluso a los dos o tres días podemos resfriarnos.
Esto se debe a que el ejercicio es el estrés al cual el cuerpo se adapta para hacerse más fuerte a nivel mecánico (o muscular) y metabólico (o de sistema). Pero esta adaptación debe ser progresiva y en la dosis que nuestro organismo sea capaz de asimilar.
Debemos conocer nuestro cuerpo porque existe una relación directa entre el sistema inmunológico y el ejercicio. Si nos ejercitamos en exceso (esto depende de la capacidad de cada uno), baja el nivel de nuestras células de defensa. Si no respetamos el tiempo de adaptación, existe una alta probabilidad de enfermar o que seamos afectados por algún virus.
Entonces, para evitarlo, lo que se debe hacer es regular la intensidad y el volumen de entrenamiento a lo justo y necesario. Una buena ejecución de cualquier rutina no necesariamente depende de hacer mucho o del volumen en sí. Hoy se sabe que la calidad del entrenamiento o la intensidad por periodos cortos es mucho mejor para la adaptación y mejora del rendimiento, que realizar ejercicios de mediana intensidad por mucho más tiempo. En otras palabras, un entrenamiento inteligente se enfoca en la calidad y no en la cantidad.
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Todo exceso es malo, y este dicho también incluye el ejercicio. Es muy importante hacerlo, porque nuestro organismo está diseñado para estar activo, pero es importante -como todo en la vida- individualizarlo.
Además, el ejercicio en sí no lo es todo. Este es solo el estímulo que, mediante el correcto descanso y alimentación pre y post actividad física, permitirá que activemos la regeneración muscular. También nos hará más fuertes, tanto a nivel de los tejidos (estructural) como a nivel metabólico (sistema). Somos un todo, no lo olviden.
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