Salud

‘La fuerza de los sentimientos’, por Milagros Agurto

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Por Milagros AgurtoNutricionista y coach

El cerebro es como la caja negra de un avión. Es como un mundo desconocido también, que nos despierta la curiosidad por saber más de lo que ocurre dentro de ese kilo y poco más de materia.

Allí se cocinan las emociones, los sentimientos. Y allí se anidan las carencias y las deficiencias que nos tocaron vivir desde la concepción, pues la neurociencia ha demostrado que todo lo que pasa la madre durante el embarazo tiene impacto en el futuro desarrollo del bebé. Por eso, debería ser política de Estado cuidar el cerebro del niño por nacer, cuidando las emociones de la madre en gestación. Pero, volviendo a lo nuestro, esa caja negra llamada cerebro, en lo básico, está preparada para nuestra supervivencia. ¿Recuerdan el cerebro reptiliano? Ese que nos dice ‘ten cuidado’, ‘busca alimento’, etc. Pero el cerebro no solo nos dice ‘ojo, cuídate’, también nos permite encontrar en él otros recursos para equilibrar la vida y, por qué no, ser nuestra propia farmacia para la sanación. Así, quiero empezar con algunas definiciones que pueden ayudarnos a comprender cómo podemos cambiar nuestra vida.

La tristeza: Nos sirve para hacer una introspección de nuestra vida y permitir el cambio cuando se ha identificado aquello que nos dejó huella y que está haciendo que sigamos repitiendo patrones, repitiendo historias, en fácil, ‘seguir como el hámster en su ruedita’. Sin embargo, si a la tristeza le acompaña la falta de confianza, entramos en una montaña rusa en la que más que subidas, encontraremos puras caídas libres. Así que, mucho cuidado, siempre hay que ser nuestro propio observador para que la tristeza nos permita crecer. Que sea una oportunidad de mejora.

El optimismo: Nos ayuda a arriesgar, a descubrir y especialmente a construir un mundo mejor para nosotros mismos. El optimismo tiene el poder de la creatividad. Sí, cuando estamos optimistas también estamos más inventivos, se desarrolla la innovación, nos sentimos más sanos, con más alegría de vivir. En consecuencia, nos da bienestar. ¿Cómo desarrollar el optimismo? Les cuento que existen formas simples y, lo mejor de todo, ¡no cuesta nada! Una de ellas es hacer ejercicio, ¡sí, ejercicio! Eso que haces para tonificar los músculos, mantener el peso, estar saludable, lo mismo que cuida tu cuerpo, tiene un impacto en el cerebro, pues te ayuda a formar endorfinas y, de chalaca (me animo a usar un término de fútbol), a trabajar tus emociones.

Si quieres tener nuevos hábitos y cambiar actitudes, al cerebro lo debes entrenar como entrenas tu cuerpo. No sirve que al cerebro le digas ‘oye, ahora quiero esto o aquello…’ para que el cerebro obedezca. Así no es. El cerebro actúa a su capricho, no le gusta salir de la zona de confort, de la forma en la que sabe responder. Y por eso nuevamente caemos en eso de ‘aprender a ser nuestros propios observadores’ para identificar qué estamos haciendo, cuándo lo estamos haciendo, para qué lo estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo.

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Entonces, si queremos desarrollar el hábito mental saludable llamado optimismo, les propongo hacer este ejercicio que recomienda la psicoterapeuta Elsa Punset:

Haz una lista con 3 columnas: 1. Pon un recuerdo alegre o que te guste mucho. 2. Pon el nombre de una persona a la que quieres. 3. Escribe un deseo para el futuro cercano o de algo que te gustaría hacer en tu vida.

Después de haber hecho tu lista, dale un color a lo que escribiste en cada una. Lo siguiente es asociar el color con la emoción o el sentimiento que te hace sentir bien. Busca papeles de colores para que elijas aquel que representa más a cada el elemento de tu lista y dibuja un círculo en él córtalo y, mientras lo hagas, piensa en la persona, el deseo y el recuerdo. Ahora, escribe en esos círculos lo que quieras, una frase, un dibujo, lo que te haga recordarlos y ponlos donde puedas verlos. Estoy segura de que sentirás el mismo gozo que siento yo en este momento. Es posible incluso que puedas derramar algunas lágrimas de emoción.

Lo que has hecho no es otra cosa que visualizar lo que hay en tu mente. Al materializarlo, te darás cuenta cuál es la fuerza del optimismo y cómo puedes desarrollarlo. Puedes hacerlo esto a solas, en grupo, con tus amigos(as), en el trabajo, en pareja. Puede ayudarte a recuperar muchas cosas que a veces por la rutina se han perdido o hemos olvidado.

Así decidí dar inicio a mis columnas del 2019 y por supuesto desearles un año lleno de optimismo. Les deseo lo mejor a cada uno de ustedes. Paz, comprensión, desarrollo, espiritualidad y que encuentren el camino para cada día hacer la mejor versión de sí mismos.

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