MADRID, 10 (EUROPA PRESS)
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En la mañana del 15 de febrero de 2013, un pequeño asteroide explotó sobre esta ciudad rusa, enviando una fuerte onda expansiva y un estampido sónico por toda la región, dañando edificios y dejando heridas a unas 1.200 personas. El meteorito resultante, con un diámetro aproximado de 20 metros (aproximadamente el tamaño de un edificio de seis plantas), fue uno de los más grandes que se han detectado desintegrándose en la atmósfera terrestre en más de cien años.
Su estudio subraya el importante papel que desempeñaron la resistencia y la fractura del material en la dinámica de la ruptura.
Aunque varias organizaciones de investigación han estudiado el suceso de Cheliábinsk, los científicos del LLNL (Lawrence Livermore National Laboratory) fueron los primeros en simular el meteoro de Cheliábinsk en 3D completo con un modelo de materiales basado en datos de investigación de meteoritos recuperados del suceso. A diferencia de los eventos meteóricos históricos, el estallido de 2013 se grabó con teléfonos móviles y cámaras de seguridad desde múltiples ángulos y se recuperó un fragmento de 500 kg en el lago Chebarkul poco después del impacto.
Sus simulaciones, que coinciden en gran medida con los sucesos observados, sugieren que el objeto podría haber sido monolítico, o un único trozo de roca. De ser así, según los investigadores, la resistencia y fractura del material desempeñaron un papel importante en la ruptura del objeto y en la onda expansiva resultante.
"Esto es algo que sólo se puede captar con una simulación en 3D", explica en un comunicado Jason Pearl, investigador principal del proyecto. Cuando se combinan los conocimientos especializados del LLNL en física de impactos e hidrocódigos con las capacidades informáticas de alto rendimiento del laboratorio, nos encontramos en una posición única para modelar y simular el meteoro en 3D".
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"Nuestra investigación subraya la importancia de utilizar este tipo de modelos de alta fidelidad para comprender las explosiones de asteroides", afirma Pearl. "Muchos de los asteroides más pequeños son montones de escombros, o colecciones de grava espacial sueltas, por lo que la posibilidad de un monolito es realmente interesante".
El equipo de investigación utilizó la hidrodinámica de partículas suavizadas (SPH), un método computacional empleado para simular la dinámica de la mecánica de sólidos y los flujos de fluidos, para examinar el modo de ruptura de un asteroide monolítico del tamaño de Cheliábinsk.
En sus simulaciones, el equipo descubrió que el estallido se produce cuando se forman grietas importantes bajo tensión de tracción en la parte posterior del asteroide. La escala temporal de propagación de las grietas hacia la parte delantera del asteroide controla el momento en que éste se divide en fragmentos más pequeños al entrar en la atmósfera terrestre.
A continuación, una familia de fragmentos cerca del frente de choque blinda temporalmente una región de material totalmente dañado, hasta que, aproximadamente a 30 km por encima de la superficie terrestre, los fragmentos intactos se separan y los escombros quedan expuestos a la corriente libre. Finalmente, la nube de escombros se desacelera rápidamente y los fragmentos restantes continúan rompiéndose en trozos de roca más pequeños.
El proceso de desintegración es rico en física, explicó Mike Owen, físico del LLNL. El acoplamiento del asteroide a la atmósfera depende de su superficie. Cuanto mayor sea la superficie, mayor será la exposición del objeto al calor, la tensión y la presión.
"Cuando el asteroide entra en la atmósfera, se produce una especie de fallo catastrófico", explica Owen. "Y tiende a comprimirse en la dirección de desplazamiento. Fue como si el asteroide se comprimiera en la dirección del viaje, rompiéndose en trozos distintos que empezaron a separarse y romperse perpendicularmente a la dirección del viaje.
"De repente, hay mucho más material expuesto a la interacción hipersónica con el aire, mucho más calor, mucha más tensión, lo que hace que se rompa más rápido y se produzca una especie de proceso en cascada".
Una mejor comprensión del proceso de desintegración puede utilizarse para construir mejores modelos estadísticos del riesgo que plantean los asteroides del tamaño de Cheliabinsk. Según Cody Raskin, del LLNL, uno de los principales colaboradores del proyecto, comprender cómo se desintegran estos objetos y transfieren su energía a la atmósfera es crucial para obtener una buena estimación de los daños que pueden causar y puede servir para fundamentar mejor las estrategias de defensa civil.
Un objetivo a largo plazo de esta investigación sería utilizar estos modelos para evaluar los efectos en tierra de un futuro meteoro, prediciendo la región que podría verse impactada.