Un palestino abrió fuego contra un par de vehículos en Cisjordania, territorio ocupado por Israel, hiriendo de gravedad a un conductor israelí en medio de una ola de violencia que no muestra indicios de parar.
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El ataque ocurrió al día siguiente de la muerte a tiros de dos israelíes en el norte de Cisjordania, lo que desató un ataque de venganza por colonos judíos que incendiaron vehículos y viviendas en un poblado palestino. Fue el peor episodio de violencia en décadas.
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El ejército israelí informó que en el incidente el atacante palestino abrió fuego contra un vehículo israelí cerca de Jericó, continuó manejando y disparó contra un segundo vehículo, alcanzando a uno de los ocupantes. Médicos israelíes afirmaron que el hombre está en condición crítica.
La milicia israelí dijo que estableció puestos de control vial y que está buscando al agresor, quien se fugó en automóvil. Poco antes, Israel despachó a cientos de efectivos adicionales al norte de Cisjordania para tratar de restaurar la calma tras la violencia del domingo.
El gobierno del primer ministro, Benjamin Netanyahu, fue criticado por no poder frenar la violencia y por enviar mensajes contradictorios. Mientras Netanyahu llamaba a la calma, un miembro de su coalición alabó la violencia de los colonos judíos, calificándola de disuasión contra ataques palestinos.
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“El gobierno tiene que decidir qué es. ¿Está dispuesto a aplicar la ley por igual para árabes y judíos? ¿O es una tapadera para los colonos, que hacen lo que les da la gana en los territorios? Y lo mismo va para el ejército, que hasta el momento no ha lidiado eficazmente ni con el terrorismo palestino ni con el terrorismo judío”, escribió el veterano comentarista Nahum Barnea en el diario Yediot Ahronot.
Los sucesos además subrayan las limitaciones de la tradicional estrategia estadounidense hacia el conflicto israelí-palestino: Washington trata de evitar una escalada, pero al mismo tiempo evade la tarea políticamente costosa de presionar para que se resuelvan las disputas medulares.