SANTANDER, 26 (EUROPA PRESS)
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Esta idea de suspender las obras en el aire sigue la tendencia artística que se originó hace algún tiempo entre la vanguardia de eliminar todo tipo de soporte tradicional y presentar las esculturas separadas del suelo, flotando libremente en el espacio expositivo, rechazando así el estado fijo de las esculturas clásicas.
La práctica de Damián Ortega está influenciada por sus comienzos como caricaturista político, su formación autodidacta y sus estrechos intercambios con otros artistas mexicanos de su generación.
Ortega entiende el espacio público como un espacio político, y la escultura que trabaja como un espacio mental, una acción o un evento que puede tener una profunda influencia en su vida diaria.
Así, en su obra utiliza el ingenio y el humor para cuestionar las maneras en que se ven y se habitan los objetos, espacios y organismos que le rodean.
Sus experimentos tienen como objetivo activar una nueva y trascendente forma de mirar a los objetos ordinarios y las actividades rutinarias.
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Al igual que el lenguaje y la poesía juegan un papel fundamental en su obra, las relaciones humanas con las máquinas y la tecnología son también recurrentes en su trabajo, como lo son las referencias a la naturaleza y las conformaciones geológicas.
La muestra va acompañada de un catálogo, coeditado con La Fábrica, que contiene textos del comisario y crítico de arte Peio Aguirre, la comisaria Roberta Tenconi y el poeta Rafael Toriz, y que puede adquirirse en la tienda del centro de arte.