MILÁN (AP) — Nadie quedó más sorprendido que Daniel Barenboim por la respuesta espontánea del Teatro alla Scala de Milán apenas dos semanas después de que renunciara formalmente como director musical de la Ópera Estatal de Berlín, después de 30 años en el puesto.
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Una enorme figura de la música clásica, el director de orquesta y pianista de 80 años, recibió una llamada a las 7:15 a.m. del domingo con una invitación inesperada para dirigir tres conciertos de Mozart, después de que Daniel Harding canceló por motivos familiares. Un par de días después, Barenboim — quien abandonó su trabajo en Berlín por motivos de salud — estaba ensayando en La Scala, un teatro en el que laboró por casi una década como director principal y después director musical.
“Era como si me hubiera ido por una semana, me sentí muy conmovido, realmente”, dijo Barenboim a The Associated Press, quien señaló que más que en los rostros, encontraba familiaridad “en el sonido”.
No hay duda de que su salud sigue siendo la principal inquietud después de ser diagnosticado con lo que ha descrito sólo como “una enfermedad neurológica grave”. Avanza lentamente y se toma su tiempo al estar de pie. Sin embargo, la gente que lo ha visto ensayar dice que su energía es evidente tan pronto como toma la batuta.
A pesar de la enfermedad, Barenboim, quien nació en Buenos Aires en 1942, está determinado a ocupar el podio del director tanto como sea posible, incluso si esto significa sentado, lo que hizo para un concierto de Año Nuevo en Berlín, y lo que podría volver a hacer en Milán. “Tendremos un enfoque de día por día”, dijo.
“Sé que esperan que diga que esta enfermedad ha cambiado mi vida. No”, insistió. “Las cosas que eran muy importantes para mí, como músico antes, todavía son igual de importantes. Las cosas que no eran importantes siguen sin ser importantes. No puedo decir que me siento perfectamente, pero me siento suficientemente bien como para dirigir mañana, y espero, el jueves y el sábado. Después veremos”.
El piano es otro asunto. Sólo se ha presentado dos veces en público en el último año. No reveló si toca en privado.
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Lo que está claro es que, en ningún momento, durante sus siete décadas de carrera a través del mundo, dirigiendo orquestas de Berlín a Milán, Chicago o París, Barenboim consideró bajar su ritmo frenético. Eso fue hasta que su salud lo obligó.
“Nunca sentí mi edad. Nunca consideré eso. Que ya no era de 20, o 30, o 40, o 50, o 60, o 70”, dijo Barenboim. “Me han dado un golpe, pero me siento bien y puedo hacer música. Estoy muy feliz haciendo música”.
Renunciar a la Ópera Estatal de Berlín, conocida en alemán como Staatsoper, lo entristeció “pero era necesario”, dijo. “Es un trabajo de tiempo completo y no lo puedo hacer más, no quiero hacerlo más”.
Para mantener lazos con esa institución, Barenboim dirigirá dos conciertos con la orquesta de la Ópera Estatal de Berlín, Staatskapelle Berlin, más adelante este mes y espera presentar más. “No necesito anhelarlo. Lo haré”, dijo.
Barenboim tuvo su primera presentación en vivo a los 7 años en su natal Argentina.
Su extraordinaria biografía está cruzada por una gran parte de la historia geopolítica del siglo XX, de sus abuelos judíos que escaparon de los pogromos rusos en los años 1900 a la decisión de sus padres de mudarse con él recién creado estado judío de Israel cuando él tenía unos 10 años, pues sus padres dijeron que querían que viviera como “parte de una mayoría, no de una minoría”.
Barenboim se hizo consciente por primera vez de la persecución a los judíos en su camino a Israel. Sus padres lo llevaron a Salzburgo, para una clase magistral, pero no le permitieron aceptar una invitación a tocar en Alemania, pues la memoria del Holocausto aún estaba fresca. Todavía le cuesta trabajo comprender por qué Austria, donde nació Hitler y se anexó con la Alemania nazi, si fue aceptada por sus padres y Alemania no.
Décadas después, puede decir que Berlín ha sido su casa por 30 años, y su labor para revivir a la Staatsoper de Berlín, ubicada en lo que fue Berlín Oriental, es muy reconocida por reanimar la vida cultural en Alemania tras la reunificación.
Incluso ante ese trasfondo histórico, Barenboim está preocupado por el mundo ahora. La guerra de Putin en Ucrania, que no logra comprender. La situación en Israel. Y la decisión de algunos en occidente de aislar a los músicos rusos, que no considera justificada. “No todos los rusos son anti-Ucrania”, dijo.
“Aceptémoslo. No vivimos en una época muy espiritual hoy en día. La dimensión espiritual se ha reducido de todas las formas”, dijo Barenboim. “Creo que es muy triste y espero que sea sólo una transición. He conocido el mundo desde la década de 1950. Para bien o para mal, siempre he sido una persona muy feliz de visitar el universo. Pero se ha vuelto algo muy enfocado en lo concreto, me parece. Muy material”.
Considera que la gente puede encontrar una salvación en la música, pero muchos, incluso los músicos, van demasiado de prisa como para apreciarlo.
“La gente no sabe cómo escuchar música. No tienen que conocer los intrincados detalles técnicos de la composición. Pero debes concentrarte cuando escuchas. No puedes ver el teléfono o hacer otras cosas”, dijo Barenboim. “Y creo que se supone que debes buscar este estado espiritual que la música puede darte. No es algo que llegue solo”.
Barenboim seguirá trabajando con la West-Eastern Divan Orchestra (en español Orquesta del Diván de Oriente y Occidente, nombre inspirado en un libro de poemas de Goethe) que fundó con el fallecido académico palestino Edward Said, la cual planea dirigir este verano en Salzburgo y Lucerna, y la academia de música Barenboim-Said en Berlín, que fundó en 2017.
Ambas organizaciones unen a músicos de países que históricamente han sido enemigos, para promover el diálogo.
A Barenboim le parece que este nivel de cooperación es ejemplar, está especialmente impresionado por los estudiantes de la academia. Recordó ver recientemente una actuación en la academia, con un estudiante palestino de clarinete, un pupilo israelí de origen etíope como primer violín y un segundo violín sirio, un iraní en la viola y un chelista israelí.
“Ver este quinteto, con ese entendimiento mutuo, y lo que cada uno está haciendo y contribuyendo, fue algo que me conmovió”, dijo pausando para reflexionar. “Lo que significa que hay esperanza”.
El tercer concierto de Barenboim en Milán para el sábado, con tres sinfonías de Mozart, será transmitido por streaming en el nuevo servicio de La Scala, La Scala TV.