Mundo

Más de 35.000 muertos en Turquía por sismo; 3.700 en Siria

Rescatistas de Kazajistán y Turquía sacan a Hatice Akar de un edificio derruido 180 horas después de un sismo en Kahramanmaras, en el sur de Turquía, el lunes 13 de febrero de 2023. (IHA via AP) AP (AP)

ANTIOQUÍA, Turquía (AP) — El presidente turco Recep Tayyip Erdogan anunció el martes que más de 35.000 personas han muerto en Turquía como resultado de los terremotos de la semana pasada, lo que lo convierte en el peor desastre de su tipo desde la fundación del país hace 100 años.

PUBLICIDAD

Aunque es casi seguro que el número de muertos aumente todavía más, muchas de las decenas de miles de sobrevivientes que se quedaron sin hogar seguían pasando apuros para satisfacer necesidades básicas, como encontrar refugio del frío intenso.

Las muertes confirmadas en Turquía superaron las registradas en el gran terremoto de Erzincan de 1939, que mató a unas 33.000 personas.

Erdogan añadió que 105.505 personas resultaron heridas por el terremoto del 6 de febrero centrado en Kahramanmaras y sus réplicas. En la vecina Siria se han confirmado casi 3.700 muertes, lo que eleva a más de 39.000 el número total de víctimas mortales en ambos países.

El presidente turco, que se ha referido al sismo como “el desastre del siglo”, dijo que más de 13.000 personas seguían recibiendo atención médica en hospitales.

Después de una reunión de gabinete de cinco horas en la sede de la agencia de atención a desastres AFAD, Erdogan informó que 47.000 edificios, que contenían 211.000 viviendas, habían sido destruidos o estaban tan dañados que era necesario demolerlos.

“Continuaremos nuestro trabajo hasta que saquemos al último ciudadano de los edificios destruidos”, dijo Erdogan en Ankara sobre las labores de rescate.

PUBLICIDAD

En tanto, agencias humanitarias y gobiernos redoblaban sus esfuerzos para enviar ayuda a las zonas de Siria y Turquía afectadas por los terremotos.

La situación era particularmente desesperada en Siria, donde 12 años de guerra civil han complicado las tareas de ayuda y han generado disputas sobre cómo hacer llegar la ayuda al país, por no hablar de cómo distribuirla. Algunas personas afirmaron que aún no han recibido nada. En Turquía, mientras tanto, las familias se apiñaban en vagones de tren.

El Ministerio de Salud de Siria anunció un conteo final de 1.414 decesos y 1.357 heridos en zonas que están bajo control del gobierno.

El martes, Naciones Unidas lanzó un llamado para recaudar 397 millones de dólares para proporcionar “ayuda desesperadamente necesaria y vital a casi 5 millones de sirios” durante tres meses. El organismo mundial había anunciado la víspera un acuerdo con Damasco para hacer llegar la ayuda de la ONU a través de otros dos pasos fronterizos desde Turquía hacia las zonas controladas por los rebeldes en el noroeste de Siria, pero las necesidades siguen siendo enormes.

Ahmed Ismail Suleiman preparó un refugio de mantas frente a su casa dañada en la ciudad de Jinderis, una de las comunidades más afectadas del noroeste de Siria. Temía trasladar de nuevo a su familia a una casa que podría no ser estructuralmente sólida, por lo que 18 personas durmieron a la intemperie bajo la tienda improvisada.

“Nos sentamos, pero no podemos dormir aquí tumbados”, manifestó. “Estamos esperando una tienda adecuada”.

Mahmoud Haffar, director del ayuntamiento, señaló que los residentes han podido obtener unas 2.500 tiendas de campaña, pero que unas 1.500 familias siguen sin un refugio, en momentos en los que la temperatura desciende en las noches a 4 grados Celsius bajo cero (26 °Fahrenheit).

“Seguimos escuchando la pregunta de cuándo llegará la ayuda”, comentó Haffar.

Aunque las tiendas de campaña han escaseado, una mujer dijo que la ciudad tenía un excedente de pan y agua donados.

Hacia el suroeste, en la región de Latakia —controlada por el gobierno_, Raeefa Breemo dijo que sólo los que se habían refugiado en albergues parecían estar recibiendo ayuda.

“Necesitamos comer, necesitamos tomar algo, necesitamos sobrevivir. Nuestros trabajos, nuestras vidas, todo se ha detenido”, comentó Breemo.

Las ofertas de ayuda, desde equipos de rescate y médicos hasta generadores y alimentos, han llegado de distintas partes del mundo, pero las necesidades siguen siendo inmensas después de que el sismo de magnitud 7,8 y las fuertes réplicas derrumbaron o dañaron decenas de miles de edificios, destruyeron carreteras y causaron el cierre de aeropuertos durante un tiempo. El terremoto afectó 10 provincias turcas en las que viven unos 13,5 millones de personas, así como una extensa zona del noroeste de Siria en la que viven millones de personas.

Gran parte del sistema de abastecimiento de agua de la región afectada por el terremoto no funcionaba, y el ministro de Salud turco declaró que las muestras tomadas en decenas de puntos del sistema indicaban que el agua no era apta para el consumo.

En la ciudad portuaria turca de Alejandreta, familias desplazadas se han refugiado en vagones de tren desde la semana pasada.

Aunque muchos han partido en los últimos días a campamentos cercanos o a otras partes de Turquía, decenas seguían viviendo en los trenes el martes.

“Los vagones se han convertido en nuestro hogar”, comentó Nida Karahan, de 50 años, a la Agencia Andalou.

Un primer avión de ayuda enviado por Arabia Saudí, que llevaba 35 toneladas de comida, aterrizó el martes en la ciudad siria de Alepo, controlada por el gobierno, pero llevar ayuda a la región de Idlib, controlada por los rebeldes, ha sido particularmente difícil.

Hasta el acuerdo alcanzado el lunes entre la ONU y el gobierno sirio del presidente Bashar Assad, el organismo mundial sólo había podido entregar ayuda en la zona a través de un único paso fronterizo con Turquía, o a través de territorio gubernamental.

Los pasos fronterizos recién abiertos de Bab al-Salam y Al Raée funcionarán durante un periodo inicial de tres meses. Rusia se opuso a las sugerencias de que la apertura de los pasos pudiera hacerse permanente, y su Ministerio de Asuntos Exteriores acusó a los países de Occidente de intentar llevar ayuda “exclusivamente” a zonas no controladas por el gobierno sirio.

Las principales organizaciones humanitarias recibieron con agrado la noticia, pero advirtieron que sigue habiendo problemas logísticos, aun cuando el primer convoy de ayuda de la ONU, con 11 camiones, entró el martes en el noroeste de Siria a través de Bab al-Salam.

“Se trata de un constante toma y daca en las negociaciones”, dijo el portavoz de la Organización Mundial de la Salud, Christian Lindmeier. “Todas las partes tienen que estar de acuerdo en recibir convoyes”.

Es casi seguro que el número de muertos en ambos países aumente a medida que los equipos de búsqueda vayan encontrando más cadáveres, y que se agoten las probabilidades de encontrar más sobrevivientes.

Sin embargo, más de 200 horas después del sismo, la profesora Emine Akgul fue sacada de un edificio de apartamentos en Antioquía por un equipo de búsqueda y rescate minero, informó la agencia de noticias estatal turca Anadolu.

En la provincia de Adiyaman, los rescatistas llegaron hasta Muhammed Cafer Cetin, de 18 años. Los médicos le colocaron una vía intravenosa con fluido antes de intentar la peligrosa extracción de un edificio que seguía desmoronándose mientras trabajaban los rescatistas. Los paramédicos le colocaron un collarín antes de sacarlo en una camilla con una mascarilla de oxígeno, según imágenes de la televisión turca.

Muchos en Turquía atribuían la escala del desastre a la mala construcción, y las autoridades seguían buscando a contratistas presumiblemente relacionados con edificios que se derrumbaron. Turquía ha introducido normas de edificación que cumplen los estándares de ingeniería antisísmica, pero los expertos dijeron que esos protocolos no suelen cumplirse.

Erdogan anunció el martes que el gobierno planeaba empezar a construir unas 30.000 casas en marzo.

“Nuestro objetivo es finalizar la construcción de edificios de alta calidad y seguros en un año para cubrir las necesidades de vivienda en toda la zona afectada por el sismo”, dijo.

En un albergue temporal instalado en un centro deportivo de Afrin, en el noroeste de Siria, 190 familias dormían en el piso de la cancha de baloncesto, acostados sobre colchonetas que generalmente se utilizan para entrenar. Las familias trataban de conseguir algo de privacidad colocando mantas en columnas o en barras deportivas.

Sabah el Khodr dijo que ella y sus dos hijos pequeños llevaban enfermos nueve días. Los niños estaban envueltos en mantas y dormían en el suelo de la cancha.

Funcionarios locales dijeron que el albergue es temporal, hasta que se consigan nuevas tiendas de campaña.

___

Bilginsoy y Wilks informaron desde Estambul. Armangue desde Antioquía, Turquía. Los periodistas de The Associated Press Abby Sewell y Kareem Chehayeb en Beirut y Edith M. Lederer en Nueva York contribuyeron a este despacho.

PUBLICIDAD

Tags


Lo Último