EL OBEID, Sudán (AP) — Las dos mujeres sudanesas pensaban que tenían malaria y se estaban tomando su medicina, pero las cosas dieron un giro grave. Ambas se quejaban de un terrible dolor de cabeza y fiebre que no respondían al tratamiento contra la malaria.
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Para cuando fue diagnosticada con dengue, Raqiya Abdsalam estaba inconsciente.
“Poco después de que me examinaron, caí en coma”, dijo, recordando su dura experiencia hace unos tres meses. Desde entonces las dos mujeres se han recuperado y se encuentran en su casa en la ciudad de El Obeid, en el estado central de Kordofán del Norte.
Durante décadas, el sector subfinanciado de salud pública de Sudán ha pasado apuros para diagnosticar y atender a los pacientes con eficacia, ya que una parte significativa del gasto público se ha destinado a sus amplios servicios de seguridad. Un incremento reciente en las enfermedades transmitidas por mosquitos —tales como el dengue y la malaria— ha puesto de relieve la fragilidad del sistema de salud del país africano, un mal presagio para posibles desafíos futuros a consecuencia del cambio climático.
Los hospitales mejor equipados de Sudán se concentran en la capital Jartum, por lo que las personas que habitan en estados alejados se ven obligadas a depender de proyectos de ayuda humanitaria. Pero muchos de dichos proyectos han desaparecido.
En octubre de 2021, el general Abdel-Fattah Burhan, un destacado personaje militar de Sudán, encabezó un golpe de Estado y descarriló la breve transición del país a la democracia. La medida generó una aguda reducción en la ayuda: la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas reportó que los niveles de financiamiento disminuyeron a menos del 50% de las necesidades requeridas para 2021 y 2022.
Burhan y los generales que lo acompañan en el gobierno, al igual que diversas fuerzas políticas más, se comprometieron en diciembre a instalar un nuevo gobierno civil. Pero forcejeos políticos están impidiendo un acuerdo definitivo, y sigue sin estar claro en qué momento el financiamiento de donantes volverá a estar al nivel que tenía, si es que vuelve a estarlo.
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En el otoño del año pasado, una joven doctora de un hospital de Kordofán del Norte pensó que estaba ante un nuevo brote de malaria. Algunos de los pacientes sí tenían malaria, la cual es provocada por un parásito, pero otros padecían dengue, el cual presenta síntomas similares pero es causado por un virus. Si se agrava y no es tratado a tiempo, el dengue puede derivar en falla orgánica y la muerte.
La doctora dijo que el hospital carecía de las instalaciones para hacer frente al brote. "Los pacientes tenían que recostarse en el piso o traer sus propias camas al hospital", señaló.
Aunque la malaria es común en el centro y sur de Sudán, los brotes grandes de dengue son raros. Pero desde el otoño pasado el dengue se extendió a 12 de los 18 estados del país, dejando al menos 36 muertos e infectando a más de 5.200 personas, según el Ministerio de Salud de Sudán. Sin embargo, las cifras reales probablemente son más elevadas, dadas las limitaciones en las pruebas diagnósticas.
“La mayor parte de los hospitales fuera de Jartum no están conectados a la base de datos del Ministerio de Salud”, dijo Alaaeldin Awad Mohamed Nogoud, cirujano hepático y de trasplantes que también es un destacado activista prodemocracia.
La Organización Mundial de la Salud dice que la conjunción de varios factores permitió el brote de dengue, entre ellos la ausencia de infraestructura de control de enfermedades e intensas inundaciones en el otoño. El agua estancada facilitó la reproducción de mosquitos y azuzó la propagación de la dolencia.
Expertos de salud también temen que la creciente migración de mosquitos, inducida por el cambio climático, pudiese desatar nuevos brotes de dengue, entre otras enfermedades tropicales que suelen hallarse más allá de las fronteras del sur de Sudán. El Aedes aegypti, un mosquito de patas largas cuyo número crece en todo el país y que puede portar el virus del dengue, es causa especial de preocupación.
Según Anne Wilson, epidemióloga de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, es difícil contener las enfermedades propagadas por el Aedes aegypti porque pica principalmente durante el día, lo que hace que las redes tratadas con insecticidas, similares a las redes contra mosquitos para camas, sean menos eficaces.
El Estado opera los hospitales públicos de Sudán, pero de todas formas los pacientes frecuentemente tienen que pagar las medicinas y los exámenes de diagnóstico. Los hospitales de áreas rurales son los que tienen más carencias, y sólo cuentan con poco más que camas de marcos de metal y médicos.
En Kordofán del Norte —el sitio donde ocurrió el brote reciente de dengue— algunos creen que el virus estuvo meses sin ser detectado debido a una carencia generalizada de equipo para realizar exámenes de sangre. Abdsalam y Amany Adris, las dos mujeres de El Obeid, indicaron que varios doctores les dijeron que tenían malaria antes de que recibieran un diagnóstico correcto.
Después de que el Ministerio de Salud reconoció oficialmente el brote en noviembre, las autoridades dicen que se ofrecieron pruebas diagnósticas y tratamientos gratuitos a los pacientes con dengue. Y para enero, Kordofán del Norte fue declarado libre de esta enfermedad.
Pero incluso después de ese anuncio, la joven doctora del estado dijo que estaba tratando presuntos casos. Sin embargo, pocos pacientes pueden pagar los exámenes de sangre, agregó, en declaraciones a condición de guardar el anonimato por temor a sufrir represalias.
Nogoud y la joven médica dijeron que la escasez generalizada está obligando a los doctores a recurrir al mercado negro con el fin de obtener medicinas básicas, tales como soluciones intravenosas de paracetamol para bajar la fiebre.
Desde hace años Sudán ha estado sumido en una crisis económica, con una inflación anual que llega al 100% la mayor parte de los meses. Desde 2018, la libra sudanesa ha perdido más del 95% de su valor frente al dólar, lo que dificulta adquirir productos farmacéuticos o equipo médico del extranjero.
Para fines del año pasado, el Fondo Nacional de Suministros Médicos de Sudán —el organismo al que se le asignó proporcionar fármacos— dijo que la disponibilidad de medicinas contra el cáncer se ubicó en 48% de los niveles requeridos, y otros medicamentos de emergencia estaban en 68%. Los médicos, que trabajan con bajos salarios y en condiciones difíciles, constantemente se han declarado en huelga.
Los críticos acusan a los gobernantes del país de no asignarle más fondos al sector de la salud. El presupuesto federal de 2021, el cual puede consultarse en el sitio web del gobierno, indicaba que el ministerio de salud del país recibiría menos de la mitad de lo que se asignaría a las Fuerzas Armadas Sudanesas y a las Fuerzas de Apoyo Rápido, el grupo paramilitar más grande de Sudán. El portavoz militar no respondió a la solicitud de comentarios de la AP.
Con pocos discursos a su disposición, el Ministerio de Salud ha recurrido a publicar videos cortos en redes sociales, alentando a la gente con una canción pegajosa a que cubra las fuentes de agua estancada e instale mosquiteros en las ventanas.
Pocos consideran que esto sea una solución a largo plazo.
“Todo el país está en un estado caótico”, dijo Nada Fadul, doctora especializada en enfermedades infecciosas y socia de la organización no gubernamental sudanesa NexGen.
“La atención sanitaria podría no convertirse en la prioridad para la supervivencia”, agregó.
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Jeffery reportó desde El Cairo.