ADANA, Turquía (AP) — Levantan enormes bloques de cemento con grúas enormes y pulverizan escombros con martillos mecánicos. Entonces hacen una pausa.
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Todos hacen silencio.
El silencio es clave para detectar el más leve sonido que pueda indicar la presencia de una persona viva debajo de los escombros producidos por el sismo del lunes en Turquía y Siria.
Entre las ruinas de un edificio de 14 pisos en la ciudad turca de Adana, sonaba de tanto en tanto un silbato: pedido de silencio para ver si alguien había emitido un sonido de entre los escombros. Cientos de personas en el lugar inmediatamente callaron.
En cierto momento, el voluntario Bekir Bicer descubrió una jaula para pájaros aplastada. En su interior había un pájaro azul y amarillo, vivo después de casi 60 horas.
“Yo me alegré tanto que casi lloré”, relató Bicer. “La jaula estaba estropeada, pero el pájaro seguía vivo adentro”.
Familiares y amigos de los atrapados se sentaban en torno a fogatas, esperando por un milagro a pesar de que se desvanecían las probabilidades de hallar alguien con vida.
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Suat Yarkan, de 50 años, relató que su tía y las dos hijas de ella vivían en un apartamento en el cuarto piso del edificio. Probablemente estaban en el apartamento durmiendo cuando ocurrió el terremoto. Yarkan se aferraba a la esperanza de que podrían ser rescatadas.
“Mira lo que pasó con el pájaro: 60 horas. Me hace pensar que quizás Dios está con nosotros … tengo que pensar que los rescatarán a todos”, añadió.
Las pausas para hacer silencio son esenciales en ese tipo de casos, dijo David Alexander, profesor de planificación de emergencias en el University College de Londres.
“A veces hay helicópteros sobrevolando la zona, haciendo un ruido tremendo y soplando polvo mientras los socorristas están desesperadamente tratando de escuchar cualquier sonido que les indique que hay alguien con vida bajo los escombros”, explicó Alexander.
Los socorristas usan micrófonos avanzados capaces de detectar sonidos leves, perros adiestrados y cámaras de fibra óptica capaces de detectar el calor entre los trozos retorcidos de metal y hormigón. Pero dada la necesidad de avanzar con rapidez y el número limitado de socorristas desplegados por una zona vasta, los clamores de ayuda son claves.
“Si una persona es capaz de atraer la atención desde dentro de las ruinas, la probabilidad de ser rescatada es tres veces mayor de que si está en coma”, dijo Alexander.
El miércoles, al ponerse el sol por tercera vez en las devastadas poblaciones de Turquía y Siria, los intentos de buscar sobrevivientes se hacían más urgentes a medida que pasaba el tiempo y aumentaban las probabilidades de que cualquier sobreviviente muera por sus heridas, por el frío o por la falta de agua y alimento.
“Las primeras 72 horas se consideran críticas, ya que la condición de las personas atrapadas y heridas puede deteriorarse rápidamente y convertirse en fatales si no son rescatadas y reciben atención médica a tiempo”, dijo Steven Godby, experto en peligros naturales de la Universidad de Nottingham Trent,en Inglaterra.
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Contribuyeron a esta nota los corresponsales Suzan Fraser en Ankara, Frank Jordans en Berlín, y Danica Kirka y Jill Lawless en Londres.