MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
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El estudio, que destaca una etapa clave en el desarrollo de la inteligencia humana, se publica en la revista Nature Ecology and Evolution.
Situada a unos 50 km al sur de Addis Abeba, Melka Kunture es una zona arqueológica que se extiende por la meseta etíope a unos 2.000 m de altitud. Se trata de una vasta aglomeración de yacimientos arqueológicos datados entre hace 2.000.000 y 5.000 años que, por sus dimensiones, su larga secuencia cultural y la multiplicidad y variedad de situaciones arqueológicas presentes en sus distintas fases, constituye un complejo extraordinario, sólo comparable a la garganta de Olduvai, en Tanzania. Sin embargo, Melka Kunture es claramente diferente del entorno de sabana, no sólo por su clima fresco y lluvioso, sino también por su flora y fauna diferentes, que representan un unicum en su género.
En el estudio que acaba de publicar un grupo de investigadores dirigido por Margherita Mussi, profesora hasta 2019 en el Departamento de Antigüedades de la Universidad La Sapienza, se pone de manifiesto que en Melka Kunture, y en particular en el yacimiento de Simbiro, se ha identificado una especie de pequeño acantilado de unos 5 m de altura que comprende cinco niveles arqueológicos claramente visibles del Achelense que datan de hace más de 1.200.000 años; de ellos, uno, el nivel C, presenta una impresionante cantidad de bifaces de obsidiana y lascas derivadas de su producción.
El análisis detallado de los bifaces de obsidiana revela que están extremadamente estandarizados, es decir, realizados por manos expertas que producían grandes esquirlas y lograban retocarlas para producir formas coherentes y repetidas, a pesar de la fragilidad de la obsidiana, un vidrio volcánico.
"El hecho de que no hubiera otro tipo de herramientas en Simbiro, a excepción de estas herramientas de obsidiana de alta calidad, nos lleva a pensar que se trataba de un lugar de producción especializado", explica en un comunicado la arqueóloga Margherita Mussi, directora de la excavación desde 2011, "es decir, se trata de un taller de producción, el más antiguo que se conoce, ya que los conocidos hasta ahora datan de no más de 300.000 años".
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Para llevar a cabo el estudio, se evaluaron los aspectos espaciotemporales de las primeras etapas de la evolución. Diversas pistas de investigación permiten reconstruir con precisión un entorno llano y arbolado, con un curso de agua que se desbordaba estacionalmente y cambiaba de curso, acumulando y luego erosionando depósitos de diversos tipos.
Uno de ellos, una acumulación de grandes guijarros de obsidiana, no escapó a la atención de los homínidos, que lo utilizaron en varias ocasiones para fabricar bifaces de obsidiana. En general, las evidencias que tenemos para el Pleistoceno inferior sugieren un patrón de habitación poco diferenciado, en el que tenían lugar todas las actividades cotidianas, desde la producción de herramientas hasta su uso para todo tipo de necesidades; en Simbiro, sin embargo, sólo tenemos producción de bifaces muy estandarizados que luego se trasladaban a otros lugares para su uso. La zona estaba invadida estacionalmente por el agua, por lo que era necesario planificar la época del año en la que acudir, una planificación nunca vista en esta fase del Pleistoceno.
De gran importancia es cómo llegaron los homínidos a estos excelentes resultados. En Melka Kunture se sabía que la obsidiana se astillaba desde hacía mucho tiempo, pues ya hace 2.000.000 de años, en el Olduvian predominaba la obsidiana, pero se trataba de astillas obtenidas con bastante facilidad a partir de pequeños guijarros de unos pocos centímetros; después, a partir de hace 1.950.000 años, también se produjeron grandes astillas y algunos bifaces, aunque raramente, sino utilizando otras piedras volcánicas como el basalto.
"El hallazgo de este taller pone de relieve una etapa fundamental en el desarrollo de la inteligencia humana: la innovación, que está vinculada a la creatividad", prosigue Margherita Mussi, "es el primer ejemplo del desarrollo del 'pensamiento paralelo', que significa reunir conocimientos y competencias técnicas previamente adquiridos en otras producciones, es decir, pequeñas lascas de obsidiana por un lado, bifaces de basalto por otro, para obtener un nuevo producto, es decir, bifaces estandarizados sobre grandes lascas de obsidiana. Melka Kunture", subraya Mussi, "no sólo aporta información sobre el desarrollo de la inteligencia humana, sino que también demuestra la necesidad de no subestimar, con generalizaciones fáciles, las capacidades de los homínidos del Pleistoceno inferior, que hicieron algo más que adaptarse pasivamente al entorno".
La "Misión arqueológica italo-española a Melka Kunture y Balchit" está dirigida por Margherita Mussi. En Simbiro, la financiación de la investigación corrió a cargo de los "Grandi Scavi di Ateneo", concedidos por Sapienza hasta 2018, del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional y de organizaciones españolas, en particular la Fundación Palarq.