Sus índices de aprobación aumentaban, la inflación se desaceleraba y los republicanos estaban en guerra entre ellos mismos tras una temporada de elecciones intermedias decepcionante, mientras los demócratas se unían detrás de Biden y su probable campaña de reelección.
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Sin embargo, el panorama político de Biden viró el jueves hacia un territorio más incierto, después de que el fiscal general, Merrick Garland, designara a un fiscal especial para investigar el manejo de documentos con sellos de confidencialidad por parte del presidente demócrata.
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Los demócratas admitieron en público y en privado que el asombroso acontecimiento fue, en el mejor de los casos, una distracción no deseada en un momento inoportuno que enturbia el caso contra Donald Trump. El expresidente republicano enfrenta a un fiscal especial propio y está bajo investigación penal federal por su manejo de documentos con sellos de confidencialidad y otras posibles transgresiones.
Hay grandes diferencias entre los dos casos. En particular, no hay nada que indique que Biden haya intentado deliberadamente evitar que los documentos descubiertos en su casa u oficina fueran entregados o que él siquiera estuviera al tanto de su presencia. Trump, quien es investigado por potencialmente obstruir a los investigadores, tenía además muchos más documentos secretos en su poder.
Sin embargo, el nombramiento de un fiscal especial genera incertidumbre legal sobre el actual presidente y podría revivir el debate entre los demócratas sobre la conveniencia de que busque un segundo mandato.
“Nadie va a decir que esto es provechoso”, dijo James Carville, un veterano estratega demócrata. “Es bastante evidente que ese no es el caso”.
Mientras los demócratas retrocedían a una posición defensiva, los posibles rivales republicanos de Trump en 2024 reconocieron que la forma de la próxima carrera había cambiado.
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Trump “es el hombre más afortunado en la política estadounidense”, dijo John Bolton, quien fue asesor de seguridad nacional durante el gobierno de Trump y quien sopesa una precandidatura republicana a la Casa Blanca. “Esto debería ser descalificador para ambos”.
Así comienza una complicada temporada electoral en la que tanto el presidente actual de Estados Unidos como el anterior están bajo investigación por fiscales especiales mientras se preparan para un posible desquite en 2024.
Muchos votantes de ambos partidos ya pedían que emergiera una nueva generación de liderazgo en la naciente contienda presidencial. Dichas llamadas son ahora cada vez más fuertes.
“En muchos frentes políticos, la promocionada campaña de Biden para 2024 es potencialmente vulnerable”, afirmó Norman Solomon, un demócrata progresista quien lidera la llamada campaña ‘Don’t Run, Joe’ (No te nomines, Joe), que ya transmite anuncios televisivos contra Biden en estados clave.
“Los demócratas y el país en su conjunto estarían mucho mejor este año y el próximo si no se nomina para la presidencia”.
El presidente de 80 años ya indicó que planea buscar un segundo mandato, pero todavía tiene que tomar una decisión final. Sus aliados creen que es probable que haga un anuncio formal después de finales de marzo.
Hasta ahora, al menos, ningún demócrata de alto perfil parece dispuesto a desafiar a Biden en una posible contienda en la primaria presidencial. En privado, sin embargo, algunos funcionarios demócratas creen que la nueva investigación federal puede ayudar a motivar a un precandidato rival.
Uno de los posibles retadores de Biden, el senador de Vermont Bernie Sanders, comentó recientemente a The Associated Press que tomaría una decisión sobre sus intenciones de 2024 “en el momento apropiado”.
Nina Turner, quien presidió la campaña presidencial de Sanders en 2020, dijo después del anuncio del jueves que espera que un “progresista que lucha por la libertad” presente un desafío en las primarias contra Biden en 2024.
“El pueblo estadounidense ciertamente merece mejores opciones —republicanas y demócratas—”, agregó Turner, quien aplaudió la decisión del gobierno de revisar el manejo de documentos con sellos de confidencialidad por parte de Biden de la misma manera que investiga a Trump. “No deberíamos estar forzados a aceptar a estos hombres”.
El nombramiento de Garland de un fiscal especial siguió al reconocimiento de Biden el jueves por la mañana de que documentos con sellos de confidencialidad de su época como vicepresidente del presidente Barack Obama fueron encontrados en el garaje de su casa de Delaware y en su biblioteca personal, además de documentos ya descubiertos en un armario cerrado en una oficina que usó después de dejar la Casa Blanca.
Garland dijo que los abogados de Biden informaron al Departamento de Justicia el jueves por la mañana sobre el descubrimiento de un documento secreto en la casa de Biden, después de que los agentes del FBI recuperaran otros documentos del garaje en diciembre.
Al hablar con periodistas el jueves, Biden aseguró que cooperaba “total y completamente con la revisión del Departamento de Justicia”.
“La gente sabe que me tomo en serio los documentos con sellos de confidencialidad y el material secreto”, agregó Biden. “Mi Corvette está en un garaje cerrado”, agregó.
Evidentemente, hay marcadas diferencias entre los casos, incluido el volumen de documentos descubiertos y la gravedad de la investigación en curso del jurado de investigación sobre el caso en Mar-a-Lago, la finca de Trump en Palm Beach, Florida.
Se recuperaron aproximadamente 300 documentos marcados como secretos de Mar-a-Lago, un club privado que organiza eventos constantemente.
El registro de la propiedad de Trump fue la culminación de meses de idas y venidas entre el gobierno y los representantes de Trump, quienes se resistieron repetidamente a devolver los documentos faltantes.
El Departamento de Justicia dice que los documentos con sellos de confidencialidad fueron “probablemente escondidos y retirados” de un cuarto de almacenamiento como parte de lo que afirman fue un esfuerzo por obstruir la investigación federal.
Una orden de allanamiento mostró que el FBI investigaba delitos, incluida la retención deliberada de información de defensa nacional y los esfuerzos para obstruir la averiguación federal.
No obstante, Trump ha aprovechado las noticias y busca usarlas para socavar la investigación sobre sus acciones.
“Se acabó”, dijo Trump en una entrevista con Mark Levin, presentador de radio conservador el jueves por la noche. “Cuando todos estos documentos comenzaron a salir y Biden los tenía, realmente cambió la complexión y la intensidad que me mostraban porque, ya sabes, lo que ellos hicieron es… yo no digo mucho peor, yo no hice nada malo, lo que ellos hicieron no está bien. Lo que hicieron está mal”.
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Algunos demócratas tenían la esperanza, pero no la certidumbre, de que los votantes pudieran distinguir entre el acercamiento cooperativo de Biden que involucra una pequeña pila de documentos que aparentemente poseía por error y lo que los fiscales federales describieron como la obstrucción deliberada de cientos de secretos gubernamentales por parte de Trump.
“Hay toda la diferencia del mundo entre tener algo que no sabes que tienes y tener algo que sabes que tienes y se supone que no debes de tener”, puntualizó Carville. “¿No va a notar eso un tercio del país? Probablemente así sea”.
Bolton, un feroz crítico de Trump, pronosticó que las significativas diferencias legales entre los dos casos “se perderían en la niebla”. Ahora, le resulta difícil creer que Trump pueda ser procesado por los documentos de Mar-a-Lago independientemente de las circunstancias.
“No veo cómo avance un caso penal en este momento”, expresó Bolton. “Creo simplemente que es una nube enorme que se cierne sobre la acusación”.
Si bien el panorama puede haber cambiado, los desafíos legales de Trump no van a desaparecer.
Hace dos meses, Garland nombró a Jack Smith, exfiscal de corrupción pública del Departamento de Justicia, para que dirigiera las investigaciones de los documentos con sellos de confidencialidad descubiertos en Mar-a-Lago, así como aspectos clave de una investigación separada que involucra el asalto al Capitolio y los esfuerzos para anular las elecciones de 2020.
Los fiscales federales se han enfocado especialmente en una maquinación de los aliados de Trump para agrandar la cantidad de electores falsos en los estados oscilantes clave que ganó Biden como una forma de subvertir el voto. Emitieron citaciones a varios presidentes estatales del Partido Republicano.
Josh Schwerin, un estratega demócrata, describió el acontecimiento más reciente como “ciertamente no ideal”.
“Creo que todos desearían que esto no hubiera sucedido, incluido el presidente”, admitió. “Pero es importante mantener todo esto en contexto: todos ven al presidente Biden como una figura mucho más responsable que Donald Trump. Y eso no puede olvidarse”.