EL PASO, Texas, EE.UU. (AP) — Centenares de personas marcharon el sábado por las calles de El Paso y cuando llegaron frente a un grupo de migrantes reunidos afuera de una iglesia les corearon “no están solos”.
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Alrededor de 300 migrantes se han refugiado en la acera frente a la iglesia del Sagrado Corazón, algunos de ellos temerosos de buscar albergues formales, dijeron activistas, en medio de las nuevas restricciones dirigidas a combatir los cruces fronterizos no autorizados.
Esta es la escena que verá el presidente estadounidense Joe Biden el domingo, en su primera visita políticamente espinosa a la frontera sur.
El presidente anunció la semana pasada que migrantes cubanos, nicaragüenses, haitianos y venezolanos serán expulsados a México si ingresan sin autorización a Estados Unidos, en una ampliación de la política de inmigración llamada Título 42 e impuesta durante la pandemia.
Las nuevas reglas prevén que también se conceda cada mes un permiso condicional humanitario a hasta 30.000 migrantes de esas nacionalidades si lo solicitan por internet y encuentran a un patrocinador económico.
Biden tiene previsto llegar el domingo en la tarde a El Paso antes de viajar a Ciudad de México, donde se reunirá el martes con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador y el primer ministro canadiense Justin Trudeau.
Dylan Corbett, que dirige el Instituto Hope Border (Esperanza Fronteriza), una organización sin fines de lucro, dijo que El Paso está viviendo un aumento del “ambiente de miedo”.
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Agregó que las agencias encargadas de hacer valer las leyes de inmigración han comenzado a incrementar las deportaciones a México y que él percibe un aumento en los niveles de tensión y confusión.
La nueva política del presidente estadounidense amplía un esfuerzo actual emprendido en octubre para frenar a los venezolanos que intentan ingresar a Estados Unidos.
Corbett señaló que desde entonces muchos venezolanos han quedado en el limbo, lo que representa presión para los recursos locales. Afirmó que extender tales políticas hacia otros migrantes sólo empeorará las circunstancias de ellos en el lugar.
“Es una situación muy difícil porque ellos no pueden seguir adelante ni regresar”, apuntó. La gente que no está siendo procesada migratoriamente no puede abandonar El Paso debido a los retenes de vigilancia migratoria, la mayoría han viajado miles de kilómetros (millas) desde sus países de origen y se rehúsan a rendirse y dar la media vuelta.
“Habrá personas necesitadas de protección que se quedarán atrás”, advirtió Corbett.
Las nuevas restricciones representan un cambio importante en las normas sobre inmigración cuya vigencia continuará aun si la Corte Suprema pone fin a una ley de salud pública del gobierno del entonces presidente Donald Trump que permite a las autoridades estadounidenses rechazar a solicitantes de asilo.
El Paso se ha convertido rápidamente en el sector de mayor actividad entre los nueve de la Patrulla Fronteriza en la frontera con México, ocupando los primeros lugares en octubre y noviembre. Los venezolanos comenzaron a presentarse en grandes números en septiembre, atraídos por la relativa facilidad para cruzar, la sólida red de albergues y los servicios de autobús en ambos lados de la frontera, así como un importante aeropuerto con vuelos hacia todo Estados Unidos.
Prácticamente de la noche a la mañana, los venezolanos dejaron de ser una presencia importante después de que México, en virtud de la autoridad de Título 42, acordó el 12 de octubre aceptar a quienes cruzaran ilegalmente hacia Estados Unidos. Desde entonces, los nicaragüenses han ocupado ese vacío. Las restricciones de Título 42 se han aplicado 2,5 millones de veces para rechazar el derecho de los migrantes a solicitar el asilo consagrado en las leyes internacionales y estadounidenses bajo el argumento de evitar la propagación del COVID-19.
Las autoridades estadounidenses detuvieron a migrantes 53.247 veces durante noviembre en el sector de El Paso, el cual se extiende 424 kilómetros (264 millas) a través del desierto en el occidente de Texas y Nuevo México pero que registra buena parte de su actividad en El Paso y su suburbio de Sunland Park, Nuevo México. El conteo mensual más reciente en el sector triplicó el del mismo periodo de 2021, siendo encabezado por mucho por los nicaragüenses, seguidos de mexicanos, ecuatorianos, guatemaltecos y cubanos.
Muchos se congregaron bajo cobertores a las afueras de la iglesia del Sagrado Corazón. La iglesia abre sus puertas por la noche para familias y mujeres, por lo que no todos pasan la noche a la intemperie en bajas temperatura. Se pusieron dos autobuses a disposición para que las personas se calienten y carguen sus teléfonos. Los voluntarios se presentan con alimentos y otros suministros.
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Leighton reported from El Paso and Spagat from Yuma, Arizona. AP writer Claire Galofaro contributed to this report from Louisville, Kentucky.