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Provincia paquistaní enfrenta poco apoyo tras inundaciones

GANDAKHA, Pakistán (AP) — Maryam Jamali debió haberse estado preparando para un examen de economía. En lugar de ello, la adolescente de la provincia paquistaní de Baluchistán, afectada por inundaciones, ayudó a organizar clínicas posparto y refugios para personas que no recibieron asistencia.

Baluchistán es la provincia más grande y más pobre de Pakistán, azotada por el subdesarrollo, el mal gobierno, la corrupción y una insurgencia de larga duración. Cuando inundaciones catastróficas sumergieron vastas franjas de la nación a mediados de 2022, aproximadamente el 75% de la población de Baluchistán se vio afectada, la mayor proporción de cualquier provincia del país.

Sin embargo, la recuperación aquí ha sido más lenta, y los residentes dicen que están pagando el precio de años de negligencia por parte del gobierno local y del central. La burocracia dificulta que los trabajadores humanitarios internacionales lleguen a las áreas devastadas. Buena parte de la infraestructura anterior a la inundación, que ya estaba deteriorada, ha sido arrasada, lo que dificulta aún más las labores de ayuda.

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La gente todavía vadea en aguas que llegan a la cintura o flota en balsas a través de los campos de Baluchistán. En el camino lleno de baches y pésimo para la suspensión de los vehículos hasta el pueblo de Jamali, hay surcos profundos escarbados por lugareños desesperados por desalojar el agua de las inundaciones. Es un viaje incómodo en automóvil a lo largo de las zonas afectadas por las inundaciones de la provincia, aunque no tan imposible ni inaccesible como para ser la razón de la lentitud en la llegada de la ayuda.

Es un contraste con la provincia vecina de Sind, un centro agrícola, comercial y de manufactura. En el punto álgido de las inundaciones, la gente de la ciudad de Sukkur, en Sind, utilizó botes en los caminos sumergidos. Pero se trajeron bombas para sacar el agua, y ahora hay pocos indicios de que la ciudad haya estado inundada alguna vez.

Baluchistán no estaba tan preparada, a pesar de que los desastres la golpean con frecuencia. Hubo inundaciones graves en 2010 y 2011. Esta región árida tiene pocas precipitaciones, pero cualquier lluvia en esta zona montañosa puede causar crecidas repentinas.

Jamali, su padre y decenas de voluntarios han ayudado a más de 20.000 sobrevivientes de las inundaciones desde mediados de junio.

“No hemos visto a ninguna organización internacional llegar aquí por su propia iniciativa”, dijo Jamali, de 19 años. “Tal vez piensen que este es un lugar atemorizante. No lo es; se trata sólo de una falta de esfuerzo de su parte. Es difícil navegar a través de la burocracia. Debido a todos esos obstáculos, simplemente no vinieron aquí esta vez”.

Un canal de drenaje no lejos de su aldea ilustra lo que los residentes dicen es una infraestructura que protege a Sind a expensas de Baluchistán.

Se pretende que el agua de la ciudad de Gandakha, en Baluchistán, sea drenada hacia Sind a través del canal. Pero sólo una de las cinco puertas del canal está abierta. Las otras están selladas con cemento. Alguien ha escrito en urdu: “Por el amor de Dios, ábranlo” en una de las paredes del canal. En un momento dado el agua de la inundación estaba asfixiando a la ciudad, dijo Jamali.

Baluchistán carece de influencia en lo político o lo económico y no tiene un patrocinador político como otras provincias. Sind es la sede del poder de la dinastía Bhutto. Punyab es el hogar de un primer ministro del pasado y otro del presente, y es la que más contribuye al PIB de Pakistán, y Jaiber Pastunjuá es bastión del ex primer ministro Imran Khan.

Aunque Baluchistán es la provincia más grande de Pakistán, es la menos poblada, formada en gran medida por altas montañas. También es un centro para la pequeña minoría étnica baluch del país, que dice sufrir discriminación por parte del gobierno central. Eso ha azuzado una insurgencia separatista que exige la independencia.

El gobierno dice que ha sofocado en gran medida a los insurgentes, aunque la violencia persiste, con frecuentes redadas de las fuerzas de seguridad y contraataques de los insurgentes. Pero el foco de tensión más cercano está a varias horas en auto de las áreas afectadas por las inundaciones.

El político local Sana Baloch dice que la asistencia por las inundaciones ha estado enfocada en Sind, y que para Baluchistán hay una política de puertas cerradas en la que se esgrime injustamente el argumento de la presencia de la insurgencia para no actuar.

“Las agencias y grupos internacionales están dispuestos a ayudar a la gente, pero el gobierno federal no les da la bienvenida”, dijo Baloch. “No se les anima ni se les permite venir aquí”.

Pero también ha habido críticas a las autoridades locales de que hacen poco, incluso cuando se agudizó la magnitud de la crisis.

En el distrito de Sohbat Pur, Muhammad Ismail está reconstruyendo su casa destruida mientras su familia vive al borde del camino.

“Nadie ha venido aquí a ayudarnos”, dijo Ismail, de 28 años y padre de cinco hijos. “Nosotros mismos drenamos el agua de la inundación de este pedazo de tierra —sin ninguna maquinaria—, de forma que tuviéramos un lugar para sentarnos”.

Un funcionario de la autoridad de gestión de desastres de Baluchistán, Nasir Nasir, dijo que el gobierno central había proporcionado fondos suficientes que estaban siendo distribuidos localmente. También dijo que la autoridad le había informado al gobierno provincial sobre las quejas de la gente.

Es posible ver carpas de organizaciones paquistaníes de beneficencia en las áreas afectadas por las inundaciones. Debido a los obstáculos burocráticos, las organizaciones no gubernamentales extranjeras están asociándose con organizaciones locales, que no necesitan de permisos para realizar su trabajo, dijo Huzaifa Rafique, de la organización paquistaní de beneficencia Baitussalam.

Abdul Shakur, de AlKhidmat, otra organización de beneficencia, destacó que ha recibido al menos 90 delegaciones extranjeras diferentes. Dijo que algunas organizaciones no gubernamentales internacionales temen viajar a Baluchistán por cuestiones de seguridad.

La falta de desarrollo social en la provincia sólo empeora el impacto del desastre. La pobreza obliga a la gente a vivir en planicies aluviales, mientras que el analfabetismo les impide adaptarse a los efectos del cambio climático, agregó Rafique.

Aunque la provincia recibe decenas de millones de dólares para trabajos de desarrollo —el Banco Mundial tenía allí una cartera de 250 millones de dólares en 2019—, sus indicadores de desarrollo humano son terribles. La tasa de mortalidad materna es de 298 por cada 100.000 nacidos vivos, la más alta de Pakistán. Su tasa de alfabetización ronda el 40%, y el 40% de su población vive en la pobreza, ambas las peores tasas del país. La información irregular disponible acerca de Baluchistán, a nivel local, nacional e internacional, significa que las cifras precisas y actualizadas son escasas.

“La diferencia entre una persona educada y una persona analfabeta en la vida cotidiana es que (la primera) sabe cómo obtener ayuda, sabe cómo abrirse paso”, dice Shakoor. “En los años venideros, debería haber un enfoque en la educación de los niños baluchis”.

Las perspectivas de que haya una rehabilitación duradera son sombrías. Jamali dice que un residente de Gandakha ha vivido en una tienda de campaña de socorro durante 12 años, desde las inundaciones de 2010.

“No es la misma tienda, es su segunda, pero todavía sigue en una tienda”, dijo ella.

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