MADRID, 21 (EUROPA PRESS)
PUBLICIDAD
Los controladores de la misión en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) fueron incapaces de ponerse en contacto con el módulo de aterrizaje después de dos intentos consecutivos, lo que les llevó a la conclusión de que las baterías alimentadas por energía solar de la nave espacial se han quedado sin energía, debido al polvo que se acumula en sus paneles solares y que impide su recarga.
La NASA había decidido previamente declarar terminada la misión si el módulo de aterrizaje perdía dos intentos de comunicación. La agencia seguirá escuchando una señal del módulo de aterrizaje, por si acaso, pero esto se considera poco probable. La última vez que InSight se comunicó con la Tierra fue el 15 de diciembre.
InSight (Interior Exploration using Seismic Investigations, Geodesy and Heat Transport), llegó a Marte el 26 de noviembre de 2018 tras casi siete meses de viaje con el objetivo de estudiar el interior profundo de Marte. Los datos del módulo de aterrizaje han proporcionado detalles sobre las capas interiores de Marte, los restos sorprendentemente fuertes bajo la superficie de su extinta dinamo magnética, el clima en esta parte de Marte y mucha actividad sísmica.
MAS DE 1.300 TEMBLORES
Su sismómetro de alta sensibilidad, junto con el seguimiento diario realizado por la agencia espacial francesa Centre National d'Etudes Spatiales (CNES) y el Marsquake Service gestionado por la ETH de Zúrich, detectaron 1.319 sismos, incluidos los causados por impactos de meteoroides, el mayor de los cuales desenterró trozos de hielo del tamaño de rocas a finales del año pasado.
PUBLICIDAD
Estos impactos ayudan a los científicos a determinar la edad de la superficie del planeta, y los datos del sismómetro proporcionan a los científicos una forma de estudiar la corteza, el manto y el núcleo del planeta.
El sismómetro fue el último instrumento científico que permaneció encendido mientras el polvo acumulado en los paneles solares del módulo de aterrizaje reducía gradualmente su energía, un proceso que comenzó antes de que la NASA ampliara la misión a principios de este año.
El módulo de aterrizaje contaba además con una punta que se martilleaba a sí misma, apodada "el topo", que debía excavar a 5 metros de profundidad, arrastrando un cable cargado de sensores que mediría el calor del planeta y permitiría a los científicos calcular cuánta energía quedaba de la formación de Marte.
Diseñado para el suelo suelto y arenoso de otras misiones, el topo no pudo traccionar en el inesperado suelo grumoso que rodea a InSight. El instrumento, proporcionado por el Centro Aeroespacial Alemán (DLR), acabó enterrando su sonda de 40 centímetros ligeramente por debajo de la superficie, recogiendo por el camino valiosos datos sobre las propiedades físicas y térmicas del suelo marciano. Estos datos son útiles para futuras misiones humanas o robóticas que intenten excavar bajo tierra.
La misión enterró el topo en la medida de lo posible gracias a que los ingenieros del JPL y el DLR utilizaron el brazo robótico del módulo de aterrizaje de forma ingeniosa. Destinado principalmente a colocar instrumentos científicos en la superficie marciana, el brazo y su pequeña pala también ayudaron a eliminar el polvo de los paneles solares de InSight cuando la energía comenzó a disminuir. De forma contraintuitiva, la misión determinó que podían espolvorear suciedad desde la pala sobre los paneles durante los días de viento, permitiendo que los gránulos que caían barriesen suavemente el polvo de los paneles.
Por su parte, el Centro de Astrobiología (CAB) de España suministró los sensores de temperatura y viento que aportaron nueva información sobre la meteorología marciana.