BEIRUT (AP) — Líbano no ha tenido presidente durante más de un mes y sus legisladores han sido incapaces de ponerse de acuerdo sobre un nuevo jefe de Estado.
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El estancamiento ha demorado varias iniciativas, desde implementar reformas estructurales para un programa del Fondo Monetario Internacional hasta permitir que el canal de televisión estatal del país transmita la Copa del Mundo.
A continuación, un vistazo al último episodio de parálisis política en el pequeño país mediterráneo golpeado por la crisis.
¿QUÉ HAY DETRÁS DEL PUNTO MUERTO?
El presidente Michel Aoun, un aliado de Hezbollah —una organización respaldada por Irán—, completó su mandato de seis años el 30 de octubre. El profundamente dividido Parlamento libanés se ha reunido nueve veces para elegir a un sucesor y fracasó en cada ocasión, lo que empeoró la parálisis política y estancó las iniciativas que buscan aliviar una crisis económica paralizante que ha llevado a tres cuartas partes de la población a la pobreza.
Las sesiones semanales se han vuelto una farsa, donde la mayoría de los legisladores emiten votos en blanco. Otros han votado por candidatos de parodia, incluidos los difuntos expresidentes Nelson Mandela de Sudáfrica y Salvador Allende de Chile. Los parlamentarios a menudo abandonan la sesión a la mitad, por lo que no hay quórum.
Este período de parálisis del pequeño país también se produce en momentos en que trata de reavivar los tensos lazos con Arabia Saudí y otros estados del Golfo, que alguna vez mantuvieron a Líbano lleno de efectivo. El dominio de Hezbollah en la política libanesa durante la última década y su respaldo a los rebeldes hutíes de Yemen contra la coalición liderada por Arabia Saudí ha enfurecido a Riad.
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En 2021, Arabia Saudí prohibió las exportaciones agrícolas de Líbano, nominalmente debido a que los envíos eran utilizados para el contrabando de drogas, y más tarde, ese mismo año, prohibió todas las exportaciones libanesas después de que un ministro calificara la guerra de Arabia Saudí en Yemen como “absurda”.
Los expertos dicen que el punto muerto está relacionado de alguna manera con las conversaciones en curso entre Arabia Saudí e Irán en Bagdad, Irak, que buscan restablecer las relaciones diplomáticas.
“Arabia Saudí está vinculando claramente los expedientes de Yemen y Líbano en sus negociaciones con la parte iraní”, opina Mohanad Hage Ali, académico sénior en el instituto de investigación Carnegie Middle East. “Está tratando de afirmarse como una de las principales partes interesadas, y ese interés renovado podría relacionarse con el hecho de que ven un beneficio potencial que podría traducirse en Yemen”.
La parálisis de Líbano en el Parlamento refleja ese punto muerto.
“Para elegir a un presidente en Líbano, primero es necesario encontrar una figura consensuada que no esté vetada por los principales actores libaneses y que sea investigada y aprobada por las potencias regionales”, expresa Karim Emile Bitar, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad San José de Beirut. “Hasta ahora hay un tira y afloja entre el eje iraní-sirio que respalda a Hezbollah y, del otro lado, la alianza que es más cercana a Estados Unidos y Arabia Saudí”.
Con frecuencia el país ha sido testigo de parálisis políticas en su corta y problemática historia, incluso un vacío presidencial de más de dos años antes de la elección de Aoun en 2016. En 2008, estallaron enfrentamientos armados durante una semana, antes de que los políticos se reunieran en Doha, Qatar, para alcanzar un acuerdo para un candidato presidencial consensuado.
Ibrahim Mneimeh, un legislador reformista independiente, dice que el impasse se ha vuelto el “status quo” y cree que los partidos tradicionales esperan una “interferencia extranjera” para llegar a un acuerdo.
“Desafortunadamente, esto está sucediendo una y otra vez”, señala Mneimeh.
¿QUIÉNES SON LOS CANDIDATOS?
Bajo el sistema de poder compartido de Líbano desde su independencia de Francia en 1943, el presidente debe provenir de la Iglesia católica maronita, el primer ministro es suní y el presidente del Parlamento es chií.
Si bien Hezbollah aún tiene que nombrar públicamente a un candidato, la percepción pública es que el grupo respalda a Sleiman Frangieh, un aliado cercano del partido y del presidente sirio Bashar Assad. El candidato nominal del campo que se opone a Hezbollah, y que a menudo describe al grupo como un estado dentro de un estado, es el parlamentario Michel Moawad. Ambos candidatos provienen de familias políticas establecidas.
Moawad ha recibido más votos que cualquier otro candidato, pero no ha logrado conseguir una mayoría y es ampliamente considerado una figura demasiado divisiva para llegar a la presidencia. Mientras tanto, se dice que el jefe del ejército libanés, el general Joseph Aoun, ha sido ponderado como un posible candidato de consenso, aunque su nombre aún no ha aparecido en las papeletas electorales.
El parlamentario Gebran Bassil, yerno del presidente Aoun, líder del partido Movimiento Patriótico Libre y aliado de Hezbollah, ha sido visto desde hace mucho tiempo como el sucesor elegido por Aoun. Aunque parece fuera de la carrera debido a su limitado apoyo popular y al hecho de ser objeto de sanciones de Estados Unidos, él y su partido todavía no respaldan a otro candidato.
¿CUÁLES SON LAS REPERCUSIONES?
Sin avances para romper el estancamiento, la mayoría de los expertos dicen que los bloques políticos se centrarán en tratar de conseguir el máximo de concesiones políticas, incluida la repartición de la designación de puestos ministeriales y gubernamentales de alto nivel.
Un diplomático occidental que se había reunido con la mayoría de los bloques políticos de Líbano dijo a The Associated Press que están en un “juego de espera”.
Hage Ali compara el punto muerto actual con un juego de póker. “Mantienes tus cartas escondidas, sin parpadear ni inmutarse, esperando a que el otro se desmorone”, explica. “Todos están maniobrando en este punto, ya sea presentándose con una boleta en blanco o eligiendo a un candidato que no es viable”.
Mientras tanto, empeoran las tensiones entre los grupos políticos hostiles en Líbano.
El subsecretario general de Hezbollah, Naim Kassem, dijo que el grupo no aceptaría a un candidato que se oponga a su reserva de armas y apoye lo que él alegó era “el proyecto estadounidense-israelí” en Líbano.
En el campo opuesto, Moawad ha criticado a Hezbollah y sus aliados por arruinar los lazos con el Golfo y la comunidad internacional en general, y en un panel de discusión dijo que preferiría la parálisis a un nuevo presidente afiliado a ellos.
“Estamos viendo una repetición del pasado, en el que Hezbollah y sus aliados dan a Líbano dos opciones: aceptar a su candidato o tener un vacío presidencial”, opina Charles Jabbour, portavoz del partido Fuerzas Libanesas, aliado de Moawad.
También existe el temor de que una parálisis prolongada retrasará aún más un posible acuerdo con el FMI para que Líbano recupere su economía y renueve la confianza de los inversionistas en el país.
El FMI ha establecido condiciones luego de un acuerdo tentativo en abril pasado, incluida la modificación de su ley de secreto bancario, la reestructuración de sus bancos y la formalización de los controles de capital. Líbano necesita un presidente para ratificar cualquier ley que apruebe el Parlamento.
Mientras tanto, Líbano está en camino de cerrar 2022 con la segunda tasa de inflación más alta del mundo.
“Ya estamos al borde del colapso estatal”, alerta Bitar. “Si la parálisis dura más de unas pocas semanas o meses, podría causar un colapso total”.