MADRID, 13 (EUROPA PRESS)
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En uno de los países más corruptos del mundo, Sudán del Sur, millones de personas sobreviven al efecto combinado del hambre, las inundaciones o la violencia intercomunitaria, una situación "inhumana" que para Médicos sin Fronteras (MSF) ha tocado su punto álgido con las últimas lluvias, que han provocado enfermedades, destrucción de los cultivos y miles de desplazados.
Si no se mitigan las consecuencias, cerca de dos tercios de la población, lo que equivale a 7,8 millones de personas, podrían sufrir inseguridad alimentaria aguda entre abril y julio de 2023, según cifras de Naciones Unidas, que ha alertado de que más de un millón de personas se han visto afectadas por las últimas inundaciones en Sudán del Sur.
Este fenómeno meteorológico, que afecta principalmente a los estados de Bahr el Ghazal Norte, Warrap, Unidad y Ecuatorial Occidental, en el norte del país, unido al aumento de la violencia entre tribus, ha empeorado la situación humanitaria en el país africano, que está sumido en un proceso de transición tras el acuerdo de paz de 2018 entre el Gobierno y los principales grupos rebeldes.
Pese al compromiso de paz firmado entre el presidente, Salva Kiir, y el líder rebelde Riek Machar, Sudán del Sur lleva sufriendo desde el año 2013 ciclos recurrentes de violencia, hambrunas y enfermedades, como la malaria o el cólera. Este nuevo episodio de lluvias, sin embargo, ha provocado que los niveles de inseguridad alimentaria grave se disparen hasta máximos históricos.
De esta forma, los llamamientos de la comunidad internacional a recaudar fondos por parte de organizaciones internacionales como MSF, que lleva trabajando en el terreno cerca de 40 años, se han empezado a hacer recurrentes sin que este cóctel de desastres se haya reducido, sino más bien todo lo contrario debido, en parte, a la crisis de suministro durante la pandemia y también a la escasez causada por la guerra de Ucrania.
La misión de MSF en Sudán del Sur es la más grande de la organización y a la que más recursos económicos dedican, con cerca de 4.000 trabajadores en total, de los que unos 500 pertenecen a la sección española, que tiene su sede en la capital, Yuba.
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MSF se enfoca actualmente en tres áreas de trabajo: a nivel de capital, donde trabajan desde el hospital central, que cuenta con hospitalización y atención 24 horas; a nivel provincial, desde los centros de salud y, finalmente, a nivel comunitario, donde capacitan a los ciudadanos en caso de emergencias humanitarias.
Las necesidades más inmediatas en Sudán del Sur son la comida, así como otros productos básicos, como mantas o lonas de plástico para poder refugiarse de las incesantes lluvias. Este suministro muchas veces no llega por culpa de la violencia intercomunitaria.
BLOQUEOS, ROBOS Y FALTA DE SEGURIDAD
"Hay días que no nos podemos mover por los enfrentamientos", ha alertado Esperanza Santos, coordinadora de MSF en Sudán del Sur, agregando que esta situación es recurrente desde agosto y que, cuando hay bloqueos y no pueden acudir a una zona, las personas quedan completamente desprotegidas.
MSF se encarga también de supervisar la seguridad durante el desplazamiento de los sursudaneses hacia los distintos centros sanitarios, que normalmente se realiza en barco por el río Nilo, aunque también se utiliza el transporte por carretera y por aire.
En este sentido, Santos ha explicado a Europa Press que están en constante contacto con los distintos actores para fomentar el diálogo y la confianza, así como para dejar claro que, en el marco de estos traslados de civiles, no son agentes dañinos. "Nunca utilizamos escoltas armadas", ha explicado.
El aumento de la inseguridad por la presencia de grupos armados en las zonas más afectadas por las inundaciones no solo impide las labores humanitarias de la ONG --pese a los estudios que realiza sobre el terreno antes de llevar a cabo los viajes--, sino que también pone en peligro a los propios trabajadores.
Santos sí ha aludido a que se han producido robos de suministro sanitario a punta de pistola. De hecho, el pasado mes de marzo MSF condenó "enérgicamente" los hurtos contra su equipo médico en una carretera a las afueras de Yei, en el suroeste del país, el 28 de febrero.
La coordinadora de MSF en Sudán del Sur ha lamentado así la muerte de al menos nueve trabajadores humanitarios en lo que va de año, una cifra considerablemente alta, aunque también ha defendido la teoría de que el foco tienen que ser los civiles, que conviven día a día con masacres como asesinatos, violaciones o quema de cuerpos en las aldeas, entre otras.
Con todo, ha hecho hincapié en "la impunidad" generalizada de la violencia en Sudán del Sur, donde los sistemas de justicia son prácticamente inexistentes. A los recursos limitados que tiene el Gobierno, que es incapaz de lidiar con la situación humanitaria actual, se le une que es el "país más corrupto del mundo", llegando a ocupar el último puesto --180 de 180-- en el ránking elaborado por la ONG Transparencia International.
RECLUTAMIENTO FORZOSO Y VIOLENCIA SEXUAL
Según Naciones Unidas, un niño soldado es un menor que ha sido reclutado o utilizado por un grupo armado para realizar labores que van desde la participación activa en los conflictos, llegando incluso a portar armas en el frente, hasta ocupar puestos menores, pero imprescindibles.
De esta práctica en Sudán del Sur, prohibida por el Derecho Humanitario y definida como un crimen de guerra por el Tribunal Penal Internacional, Santos no tiene constancia por el momento, aunque sí ha advertido que muchos jóvenes sursudaneses pueden correr el peligro de ser reclutados forzosamente.
La situación de los jóvenes es especialmente crítica, ya que muchos de ellos "no han conocido otra realidad" que la violencia intercomunitaria y han nacido y crecido en campos de refugiados como el de Malakal, que ha sumado en los últimos meses a cerca de 18.000 personas. "No tienen perspectiva de futuro", ha añadido Santos.
Por otro lado, Santos también ha recordado que otro de los desafíos que afronta Sudán del Sur es la violencia sexual y de género, que es "una realidad", ya que reciben casos de mujeres que han sufrido violaciones y que "se ven obligadas a casarse con el violador". Según los datos de la propia organización, más de 1.600 víctimas de violencia sexual fueron tratadas en 2021.
Ya en septiembre, la presidenta de la Comisión sobre Derechos Humanos de la ONU en Sudán del Sur, Yasmin Sooka, denunció que en zonas de Ecuatoria Occidental no cuentan con tribunales para abordar este tipo de crímenes, a lo que se suma que en ocasiones las mujeres no denuncian los casos porque viven con los agresores.
SITUACIÓN SANITARIA
MSF alertó en septiembre de que los recortes del Fondo Común de Salud sursudanés (HPF, por sus siglas en inglés), que alcanzan el 30 por ciento del presupuesto de esta organización, cuya finalidad es financiar la atención primaria, afectarían al acceso a servicios de salud especializados en enfermedades infecciosas.
Además, según ha advertido la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cólera está resurgiendo en su forma más letal en todo el mundo, ayudado, en parte, por el cambio climático, ya que los fenómenos climáticos extremos, como diluvios, ciclones y sequías, reducen aún más el acceso al agua potable.
Sin embargo, en un tono más positivo, Santos ha destacado que el cólera, enfermedad de cuyo resurgimiento a nivel global ha alertado la Organización Mundial de la Salud (OMS), tiene una incidencia cada vez menor en favor de la malaria, que todavía se resiste a abandonar el país. Aun así, desde MSF han insistido en que es necesaria una mayor financiación para asegurar a millones de personas unos servicios sanitarios básicos y de calidad.