CIUDAD DEL VATICANO (AP) — Naciones Unidas y grupos activistas de sobrevivientes de abusos sexuales de clérigos instaron al papa Francisco a que autorice una investigación plena de los archivos de la Iglesia católica en tres continentes para determinar quién sabía qué y cuándo se supo de los abusos sexuales cometidos por el obispo Carlos Ximenes Belo, un venerado héroe de la independencia de Timor Oriental y ganador de un Nobel de la Paz.
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La oficina vaticana de abusos sexuales dijo la semana pasada que había sancionado a Belo en secreto en 2020. Se le prohibió tener contactos con menores o con Timor Oriental debido a acusaciones de malas prácticas remitidas a Roma en 2019. Ese fue el año en el que Francisco aprobó una nueva ley eclesiástica que requiere que todos los casos de prelados agresores se reporten de forma interna y establece un mecanismo para investigar a los obispos, que durante mucho tiempo habían evitado rendir cuentas por abusos o encubrimientos a lo largo de décadas de escándalo.
Pero un breve comunicado del Vaticano, emitido después de que la revista holandesa De Groen Amsterdammer expusiera el escándalo de Belo con declaraciones de dos de sus supuestas víctimas, no revelaba lo que podrían haber sabido las autoridades de la Iglesia antes de 2019.
Belo ganó el Nobel de la Paz en 1996 junto con otro líder de la independencia del país, Jose Ramos-Horta, por defender una solución justa y pacífica al conflicto en su país natal cuando trataba de independizarse de Indonesia. Es una persona venerada en Timor Oriental y fue elogiado en el extranjero por su valor al denunciar violaciones contra los derechos humanos cometidos por los gobernantes indonesios pese a las amenazas contra su vida.
Pero seis años después de ganar el premio, en 2002, Belo se retiró de pronto como líder de la Iglesia en Timor Oriental, una excolonia portuguesa. Tenía 54 años, dos décadas menos de la edad habitual de jubilación de los obispos, y no ha ocupado ningún cargo episcopal desde entonces.
Él dijo que se había retirado por motivos de salud y estrés y para dar un liderazgo diferente a la Iglesia en la recién independizada Timor Oriental. Pero un año después de su retiro, él y su orden misionera salesiana fueron enviados por el Vaticano a otra excolonia portuguesa, Mozambique, para trabajar como sacerdote misionero. Allí, según ha dicho, pasó el tiempo “enseñando el catecismo a niños, dirigiendo retiros para jóvenes”.
Ahora está en Portugal, donde los salesianos han dicho que le acogieron a petición de sus superiores. Su paradero no está claro, y no ha respondido a los medios portugueses que trataron de contactar con él.
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Los defensores de los sobrevivientes señalan a investigaciones internas, que Francisco autorizó y publicó en 2020, sobre el expulsado cardenal estadounidense Theodore McCarrick, y pidieron un estudio forense similar de los documentos eclesiásticos sobre Belo.
La investigación de McCarrick, que comenzó después de que se conocieran nuevas acusaciones en 2018 sobre que McCarrick había agredido sexualmente a un monaguillo adolescente, dejó al descubierto cómo una serie de obispos, cardenales e incluso papas rechazaron o restaron importancia durante dos décadas a los reportes sobre que se acostaba con sus seminaristas, y le permitieron ascender en la jerarquía de la Iglesia.
No había indicios de que Francisco planeara una investigación similar sobre Belo. No parecía haber indignación acumulada en la comunidad católica de Timor Oriental, como había entre los católicos estadounidenses en torno a McCarrick. Por el contrario, el empobrecido país de mayoría católica, donde la Iglesia tiene una enorme influencia, ha registrado muestras de apoyo a Belo.
Francisco se reunió el sábado con su embajador en Portugal y con el líder de la Conferencia Episcopal Portuguesa, que a su vez está acusado de encubrir a otros sacerdotes agresores. El Vaticano no dio detalles sobre las reuniones privadas, pero se espera que Francisco visite Portugal el próximo verano para el Día Mundial de la Juventud.
Anne Barrett-Doyle, de la plataforma Bishop Accountability, pidió que Francisco ordenara una “investigación completa y exhaustiva del caso de Belo, incluidos cargos eclesiásticos pasados y presentes de todos los rangos (...) y de todas las regiones relevantes, de Timor Oriental a Portugal a Roma a Mozambique”.
Barrett-Doyle tachó de “totalmente inverosímil” que el Vaticano no hubiera conocido las acusaciones hasta hace unos pocos años. “Las señales apuntan a la posibilidad real de que Belo sea otro McCarrick, un religioso aclamado cuyas agresiones eran conocidas por muchos cargos de la Iglesia”, añadió en un email.
El vocero de Naciones Unidas, Stephane Dujarric, también se mostró a favor de una investigación plena.
“Estas acusaciones son realmente impactantes y deben investigarse a fondo”, dijo a The Associated Press.
El principal grupo estadounidense de sobrevivientes de abusos de religioso, SNAP, se sumó a las peticiones, especialmente dado que Belo pudo seguir trabajando con niños cuando estuvo en Mozambique.
“Sabemos de muchas acusaciones de abusos sexuales contra niños que a menudo hay más víctimas. En esta tragedia, el Vaticano dejó libre a Belo para tener acceso a posibles víctimas más”, señaló el director de comunicaciones de SNAP, Mike McDonnell.