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Por casualidad, reportero de AP presencia ataque a Rushdie

Dos policías vigilan en la Institución Chautauqua después de que el escritor Salman Rushdie fue atacado durante una conferencia, el viernes 12 de agosto de 2022, en Chautauqua, Nueva York. (AP Foto/Joshua Goodman) AP (Joshua Goodman/AP)

NUEVA YORK (AP) — El reportero Joshua Goodman viajó con su familia a la Institución Chautauqua en el oeste de Nueva York para pasar una semana tranquila lejos de las noticias. Pero las noticias lo encontraron.

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Goodman, corresponsal de The Associated Press para Latinoamérica que reside en Miami, acudió a una conferencia del escritor Salman Rushdie el viernes, cuando éste fue apuñalado en el escenario.

El periodista se despidió de su esposa y le pidió que recogiera a los dos hijos de ambos para inmediatamente empezar a trabajar, equipado solamente con su teléfono celular. Dictó palabras, sacó fotografías y envió video que le dijo al mundo que alguien había atacado a Rushdie, cuyo libro “Los versos satánicos”, de 1988, fue considerado blasfemo por muchos musulmanes e hizo que el líder de Irán en esa época promulgara un decreto en el que pedía la muerte del autor.

Fue un ejemplo notable de encontrarse en el lugar correcto en el momento correcto para ser testigo de un suceso inesperado.

“La única forma de describirlo es que fue muy surrealista”, declaró Goodman. “Este es el último lugar en el que uno esperaría algo como esto”.

La institución, fundada hace más de un siglo, se ubica a más de una hora de Buffalo, Nueva York. Es conocida por sus retiros de verano en los que los visitantes efectúan reflexiones espirituales y asisten a cursos educativos. Goodman y otros 12 integrantes de su familia rentaron una casa en los alrededores para pasar la semana. Dejó atrás su computadora e ignoró los correos electrónicos.

Goodman, de 46 años, aprendió a navegar a vela. El jueves por la noche, él y su familia asaron malvaviscos mientras veían la luna llena elevarse sobre el Lago Chautauqua.

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La entrevista a Rushdie, que según se anunció sería acerca de la importancia de que los escritores perseguidos tengan un lugar dónde trabajar, era uno de los eventos destacados de la semana. Goodman llegó al anfiteatro al aire libre justo cuando iba a comenzar.

Las amenazas contra Rushdie —se ofreció una recompensa de 3 millones de dólares a quien lo matara— no habían sido olvidadas. Algunos miembros de la audiencia hicieron bromas nerviosas de que no querían estar en la primera fila. Pero había muy pocas medidas de seguridad en un sitio donde muchas familias ni siquiera echan el cerrojo de su puerta durante la noche, señaló Goodman.

Rushdie se encontraba sentado y estaba siendo presentado cuando su atacante se subió al escenario y comenzó a agredirlo. Desde el punto donde estaba, Goodman dijo que no estaba seguro de si el escritor estaba siendo golpeado o atacado con un cuchillo, hasta que pudo ver lo que parecía ser sangre.

“Hubo un momento de conmoción”, relató. “Todo el mundo en la audiencia estaba sentado sin poder creer lo que ocurría”.

Cuando un policía con un perro y otras personas se aproximaron al escenario, Goodman se percató de lo que estaba pasando y asumió su papel de reportero. Rápidamente envió un correo electrónico a varios de sus editores de la AP para avisarles lo que pasaba y se dirigió al escenario.

Goodman se quedó para tomar fotografías y entrevistar a testigos a pesar de que el personal del instituto dijo que él y todos los miembros de la audiencia tenían que irse, señaló. Él había cubierto protestas antes cuando se encontraba en Latinoamérica, por lo que las escenas de violencia no le son ajenas, pero nunca en un lugar tan bucólico.

La AP envió una alerta a sus miembros acerca de la noticia a las 11:06 de la mañana hora del Este, seguida por un primer despacho seis minutos después.

No fue sino hasta después de haber trabajado una hora que Goodman tuvo la oportunidad de reflexionar sobre lo que dijo fue una de las peores cosas que ha presenciado. “Fue muy cruel e intencional”, declaró.

Goodman dijo que le dio tristeza por sus hijos, que al igual que muchas personas se ven afectados por las malas noticias que ocurren en el mundo. Tenía esperanzas de que esa semana tuvieran un descanso, y habían disfrutado el tiempo que pasaron en el campamento de verano.

“No me da ninguna satisfacción ser testigo de una tragedia”, manifestó. “Sí me satisface informar a otros”.

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