EUGENE, Oregon, EE.UU. (AP) — Antes de cruzar la meta por última vez en una carrera que la ha convertido en la velocista más condecorada en la historia de Estados Unidos. Allyson Felix estaba interesada en algo menos competitivo y más relajado: Una vuelta de honor por el carril de los recuerdos.
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Recordó la época en que era una joven tímida pero talentosa en las carreras de velocidad, apenas a los 17 años. En aquel entonces, la gloria en los Juegos Olímpicos y en los Mundiales eran apenas una visión esperanzada.
Ahora se pregunta: ¿La adolescente Allyson habría imaginado que para cuando cumpliera 36 años y estuviera lista para su última carrera, en el Mundial de Atletismo en Eugene, habría logrado tanto, dentro y fuera de las pistas?
Felix ciertamente encontró su velocidad en la pista y, más tarde, halló su voz afuera de ésta. Ha brillado en los grandes estadios de todo el mundo —29 medallas en Olímpicos y Mundiales— y ha colaborado con Nike para hablar de temas del embarazo, como parte de los esfuerzos que la han convertido en una defensora de los derechos de las mujeres.
Este viernes, después del relevo mixto de 4x400, Felix dirá adiós a las pistas. Podría incluso despojarse de sus zapatillas Saysh, con las que corre ahora, y dejarlas en la pista.
Sería un último y simbólico gesto para emitir un mensaje enfático: ha dejado una huella profunda.