NUEVA YORK (AP) — La fiebre por el bitcoin y otras criptomonedas se ha vuelto brutalmente fría.
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A medida que los precios se desploman, las empresas se hunden y el escepticismo se dispara, las fortunas y los puestos de trabajo desaparecen de la noche a la mañana, y la febril especulación de los inversores ha sido sustituida por un frío cálculo, al que los líderes del sector se refieren como un “criptoinvierno”.
Se trata de un giro vertiginoso para inversiones y empresas que a principios de 2022 parecían estar en su cúspide financiera y cultural.
Las empresas evangelizadoras de criptomonedas emitieron anuncios durante el Super Bowl y gastaron mucho para patrocinar estadios deportivos y equipos de béisbol.
Los activos combinados de la industria en aquel entonces se estimaban en más de 3 billones de dólares; hoy, valen menos de un tercio de esa cifra. Tal vez.
El lunes, el precio del bitcoin era de 20.097 dólares, más de 70% por debajo de su máximo de noviembre, cuando alcanzó los 69.000 dólares.
Otra de las criptomonedas más importantes, Ethereum, cotizaba cerca de los 4.800 dólares en su máximo de noviembre; ahora está por debajo de los 1.000 dólares.
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Los precios del bitcoin y de otras monedas digitales han estado bajando durante todo el año, un descenso que se aceleró cuando la Reserva Federal de Estados Unidos anunció que subiría las tasas de interés para tratar de frenar la inflación.
Lo que sucede con las criptomonedas es, en parte, una versión extrema de lo que sucede con las acciones, ya que los inversores venden activos de mayor riesgo en un momento en que aumenta la posibilidad de una recesión.
Pero los expertos afirman que la venta masiva de criptomonedas es algo más que eso, ya que indica una preocupación creciente en Wall Street y entre las personas de a pie sobre los fundamentos del sector, que ahora mismo parecen poco sólidos.
“Hubo esta euforia irracional”, dijo Mark Hays, de Americans for Financial Reform, un grupo de defensa del consumidor. “Hicieron cosas similares antes de la crisis de 2008: comercializar agresivamente estos productos, prometer rendimientos que no eran razonables, ignorar los riesgos y desestimar cualquier crítica por considerar que era gente que no entendía”.
Hays y otros también están estableciendo comparaciones con el colapso del mercado inmobiliario de 2008 porque el desplome del bitcoin y de otras monedas digitales ha coincidido con versiones cripto de pánicos bancarios y con una falta de supervisión reguladora que está despertando los temores sobre lo grave que podría ser el daño.
A diferencia del sector inmobiliario, la industria de las criptomonedas no es lo suficientemente grande como para desencadenar grandes turbulencias en la economía o en el sistema financiero en general, indican los analistas.
Pero los últimos acontecimientos han hecho añicos la confianza de muchos inversores:
En mayo, una de las monedas más importantes, la criptomoneda estable Terra, colapsó en cuestión de días, haciendo desaparecer 40.000 millones de dólares de la riqueza de los inversores.
En el negocio de las criptomonedas, las monedas estables —o stablecoins— se comercializan como una inversión segura, y el precio de cada una suele estar vinculado a un instrumento financiero tradicional, como el dólar estadounidense. Terra, en cambio, confió en un algoritmo para mantener su precio estable en alrededor de 1 dólar y en parte respaldó su valor con bitcoin.
Una empresa llamada Celsius Network, que opera como un banco para los poseedores de criptomonedas, congeló la semana pasada las cuentas de sus 1,7 millones de clientes.
Celsius Network aceptaba depósitos, pagaba intereses y realizaba préstamos y otras inversiones con las criptomonedas de sus clientes, valoradas en su día en cerca de 10.000 millones de dólares. A diferencia de un banco real, no hay un seguro federal que respalde los depósitos de estos clientes.
Poco después de que Celsius Network congelara las cuentas, el fundador de Three Arrows Capital, un fondo de cobertura con sede en Singapur especializado en monedas digitales, abordó los rumores de su inminente colapso con un tuit misterioso: “Estamos en proceso de comunicación con las partes implicadas y totalmente comprometidos a solucionar esto”.
Los períodos prolongados de pesimismo en el mercado de valores se denominan mercados bajistas.
En el mundo de las criptomonedas, las rachas de ventas intensas suscitan referencias a la serie de HBO “Juego de Tronos”, que popularizó la ominosa advertencia: “El invierno se acerca”.
La semana pasada, el director general y cofundador de Coinbase, una de las mayores bolsas de criptomonedas, anunció que la empresa despediría a cerca del 18% de sus empleados, y dijo que en caso de una recesión mayor, los problemas de la industria podrían empeorar.
“Una recesión podría llevar a otro criptoinvierno, y podría durar un largo tiempo”, dijo el director general, Brian Armstrong.
Este no es el primer criptoinvierno. En 2018, el bitcoin cayó de 20.000 dólares a menos de 4.000 dólares. Pero los analistas dicen que esta vez se siente diferente.
Hilary Allen, una profesora de derecho de la American University que ha investigado sobre las criptomonedas, dijo que no le preocupa que las últimas agitaciones del sector se extiendan a la economía en general.
Pero, entre los criptoinversores, pueden estarse gestando problemas bajo la superficie.
“Hay fondos de cobertura que tienen préstamos bancarios que han apostado por las criptomonedas, por ejemplo”, dijo.
Y cuando los inversores piden dinero prestado para aumentar el tamaño de sus apuestas —algo que se conoce en el mundo financiero como “leverage” o apalancamiento_, la preocupación es que las pérdidas se acumulen rápidamente.
“Las personas intentan hacer el análisis, pero hay falta de transparencia y es difícil entender cuánto apalancamiento hay en el sistema”, dijo Stefan Coolican, un exbanquero de inversión y ahora miembro del consejo asesor de Ether Capital.
Por estas y otras razones, se ha impulsado en Washington una regulación más estricta del sector de las criptomonedas, un plan que está ganando fuerza.
“Creemos que la reciente agitación subraya la necesidad de contar con marcos regulatorios que mitiguen los riesgos que plantean los activos digitales”, dijo el Departamento del Tesoro en un comunicado.
Sin embargo, en medio de todas las advertencias, la esperanza sigue siendo eterna para algunos criptoinversores.
Jake Greenbaum, un joven de 31 años conocido en Twitter como Crypto King, dijo que recientemente ha perdido al menos un millón de dólares en sus inversiones en criptomonedas, “una buena parte de mi cartera”.
Aunque cree que las cosas podrían empeorar antes de mejorar, no tira la toalla.
Las cosas se ven mal ahora, dijo, “así que aquí es donde quieres empezar a posicionarte de nuevo”.
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Hussein informó desde Washington.