Mientras recorre Chicago buscando formula láctea para su bebé, Morgan Fabry se molesta con la gente que no entiende por qué no amamanta a su hijo.
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La Organización Mundial de la Salud y otras entidades médicas generalmente recomiendan amamantar a los bebés los primeros seis meses de vida. Sin embargo, no todas las mujeres tienen esa opción y la insinuación de que deberían hacerlo no hace sino agravar el estrés derivado de la escasez de fórmula que hay en Estados Unidos.
“Sí, lo mejor es amamantar”, dijo Fabry, de 34 años. “Estoy hasta aquí de que me digan ‘¿por qué no amamantas?’”.
Corryn Chini desistió de buscar fórmula esta semana porque tiene para una o dos semanas en su casa y no quería agravar la culpa que siente.
Esa culpa se deriva del hecho de que no puede amamantar exclusivamente a su bebé, algo que comprobó cuando tuvo su primer hijo en el 2018.
“Amamantar fue un drama y me sentí muy culpable al no poder hacerlo”, relató Chini. “No podía producir suficiente leche y además nos dieron un diagnóstico tardío de que el bebé tenía el frenillo lingual corto. Todo fue un desastre. Cuando tuve mi segunda hija, pensé, ´puedo hacerlo´, pero, de nuevo, las cosas no funcionaron”.
La niña, Evangeline, nació hace tres meses y Chini combina leche materna y fórmula.
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Hay numerosas barreras que impiden amamantar, incluidos asuntos médicos de la madre o el hijo, así como las condiciones en el trabajo y la casa.
La doctora Lori Feldman-Winter, de la Academia Americana de Pediatría, dijo que amamantar al bebé los primeros seis meses es lo más recomendable y lo más seguro para la mayoría de los niños. Pero acotó que satisfacer todas las recomendaciones “es muy complejo”.
Hay niños con un trastorno poco común llamado galactosemia clásica que no pueden metabolizar el azúcar de la leche materna y necesitan fórmula, según Feldman-Winter. Algunos trastornos hacen que a la mujer le resulte difícil amamantar y se recomienda que no lo hagan quienes tienen VIH o reciben tratamiento para un cáncer. Por otro lado, a menudo a las mujeres que trabajan les resulta imposible sacar leche materna varias veces al día.
“Las barreras», señaló la especialista, «son más grandes todavía en los barrios pobres, cuando las mujeres cobran por hora, haciendo trabajos que pagan poco. Esas mujeres tienden a tener menos apoyo que les permita sacar tiempo para amamantar».
El estrés, por otro lado, libera hormonas que hacen que resulte difícil producir leche, señaló Feldman-Winter.
Cuando Isabel Ramos dio a luz en febrero, intentó amamantar exclusivamente a su hijo, pensando que sería lo mejor para su sistema inmunológico y reforzaría la conexión entre madre e hijo. Pero el bebé no podía prenderse a su pecho.
“Sientes que le fallas porque no puedes darle a tu bebé lo que necesita y lo que quiere”, declaró Ramos, de Lawrenceville (Georgia) y quien dio a luz por primera vez.
Por el estigma, dejó pasar varias semanas antes de decirle a sus amigas que no amamantaba al bebé.
Ahora escucha a cada rato, de parte de familiares y extraños, en las redes sociales, que debería tratar de amamantar por la escasez de fórmula.
“Muchos hombres opinan al respecto. Lo siento, pero ¿trataron de amamantar? ¿No? Entonces no se metan conmigo”.
Ana Rodney, quien dirige MOMCares, una organización de Baltimore que ofrece insumos y apoyo a las nuevas madres de la comunidad afroestadounidense, dijo que las familias de esa zona sienten mucho la escasez de fórmula.
Las mujeres de raza negra tienden a usar fórmula, generalmente porque no tienen apoyo de la comunidad médica blanca, según Rodney.
Amamantar requiere tiempo, “poder sentarte con tu bebé, poder entablar una relación con él y disponer de suficiente leche materna, lo que a menudo implica no ir a trabajar”, dijo Rodney. “Eso no es posible para algunas de nosotras”.
Hazel, la hijita de Callie Salymeh, tenía un par de semanas cuando su madre encontró sangre en sus pañales y la llevó a la sala de emergencia de un hospital de Chicago.
La pequeña no toleraba algunas de las proteínas de la leche materna y un cambio en la dieta de la madre no cambió las cosas. Se recomendó a Hazel una fórmula especial para niños con problemas gastrointestinales.
Antes del nacimiento de sus mellizos, Alexandra Clark, de Sawyer (Michigan) decidió amamantar y darles fórmula a sus bebés. Trabaja a tiempo completo en una firma que produce chocolate en Detroit y sabía que tendría suficientes retos por delante incluso sin tratar de producir suficiente leche para dos niños.
Clark, quien tiene 34 años, se siente reconfortada porque cuenta con bastante apoyo.
“En lugar de juzgarme, algunas amigas que están a favor de amamantar y que todavía producen leche ofrecieron darme de la suya”, contó Clark.
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Tanner informó desde Chicago, Sinco Kelleher lo h izo desde Honolulu y Booone desde Boise (Idaho).