Elon Musk dijo el martes que, si se concreta su compra de Twitter por 44.000 millones de dólares, anularía la suspensión de Donald Trump de esa plataforma, dispuesta en enero del 2021, luego de que alentase la toma del Congreso.
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El día previo, sin embargo, el CEO de Tesla había dicho que estaba de acuerdo con la nueva Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea, que exige a las grandes firmas tecnológicas como Twitter, Google y Meta (la empresa matriz de Facebook) controlar más de cerca el contenido ilegal o dañino, como las manifestaciones de odio y la desinformación.
La aparente contradicción revela que el hombre más rico del mundo tiene por delante un largo aprendizaje de las complejidades asociadas con el manejo del contenido de Twitter en decenas de idiomas y culturas. Twitter debe cumplir con las leyes y regulaciones de cada país, tomando en cuenta la reacción de usuarios, políticos, empresas que compran publicidad y otros.
“No sería la primera persona que dice ‘voy a hacer esto’ y luego se da cuenta de que en realidad no quiere hacerlo o de que sus usuarios no quieren que lo haga”, expresó David Greene, director de libertades civiles de la Electronic Frontier Foundation.
Hablando en forma virtual en una conferencia automotriz, el CEO de Tesla dijo que la suspensión de Donald Trump dispuesta por Twitter era una “decisión moralmente mala” y “extremadamente absurda”.
“Considero que fue un error porque alienó a buena parte del país y no impidió que Donald Trump se hiciese oír”, dijo Musk el martes en una conferencia coordinada por el Financial Times. Indicó que prefería suspensiones temporales y otros castigos a la medida de la infracción si se difunde contenido ilegal o “destructivo para el mundo”.
Musk se reunió esta semana con el comisionado de mercados internos de la Unión Europea Thierry Breton para hablar de las regulaciones del bloque relacionadas con el contenido digital. Breton dijo a la Associated Press que le había explicado a Musk cómo la UE se propone proteger la libertad de expresión al tiempo que se asegura de que toda manifestación ilegal “será vetada”. Acotó que Musk estuvo “de acuerdo en todo”.
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En un video que Breton tuiteó el lunes, Musk dijo que los dos tuvieron una “gran conversación” y agregó que está de acuerdo con la Ley de Servicios Digitales, que se espera sea aprobada este año. Esa ley abre las puertas para que Twitter y otras grandes empresas tecnológicas sean multadas con miles de millones de dólares si no vigilan el contenido de sus plataformas.
Las acciones de Twitter bajaron un 1,5% el martes, hasta los 47,24 dólares por acción. Esto es un 13% por debajo del precio que se comprometió a pagar Musk el 14 de abril, que fue de 54,20 dólares, y refleja la inquietud reinante en Wall Street sobre la posibilidad de que la compra no se concrete. Musk destacó el martes que por ahora no hay nada firme.
“Si a Musk le preocupa el que a mucha gente no le gustó el que Trump haya sido vetado, debería esperar a ver mucha más gente irritada porque Trump no es vetado”, manifestó Kirsten Martin, profesora de ética en el campo de la tecnología de la Universidad de Notre Dame. “A Musk parece importarle la opinión de un pequeño grupo de individuos que incitan a la violencia o perpetúan las expresiones de odio”.
Trump ha dicho que no piensa volver a usar Twitter incluso si levantan su veto. El mes pasado le dijo a Fox News que seguiría usando su propia plataforma, Truth Social, que enfrenta numerosos problemas desde su lanzamiento este año.
Un portavoz de Trump no respondió de inmediato a pedidos de comentarios acerca de las declaraciones de Musk.
Desde la presidencia, Trump publicó en Twitter una mezcla de anuncios políticos inesperados, quejas de la prensa y comentarios despectivos hacia las mujeres, las minorías y sus supuestos enemigos, así como elogios a sus partidarios, con abundantes signos de exclamación, mayúsculas y expresiones de una sola palabra, tipo “¡Triste!”.
Sus posts, igual que sus discursos en presentaciones públicas, estaban llenos de desinformación.
Al suspender a Trump en el 2021, Twitter dijo que sus tuits representaban la glorificación de la violencia si se leían en el contexto de la insurrección del 6 de enero en la capital y de planes que circularon en las redes sobre futuras protestas armadas en ocasión de la asunción del nuevo presidente Joe Biden.
Los comentarios de Musk del martes plantearon el interrogante acerca de si otras personas vetadas también podrían regresar a Twitter. La larga lista de gente a la que se ls suspendió el acceso a la plataforma incluye a creyentes en QAnon, individuos que niegan el COVID, neonazis y Tila Tequila, una antigua estrella de reality shows vetada por sus posts llenos de odio.
Otros aliados de Trump suspendidos por Twitter son Michael Flynn, Sidney Powell, Lin Wood y la representante Marjorie Taylor Greene, acusada de difundir información falsa acerca del COVID-19 y de las vacunas contra el virus.
El supremacista blanco David Duke y la organización extremista Proud Boys están vetados, lo mismo que los trols de extrema derecha, como uno llamado Baked Alaska.
Musk dijo el martes que Twitter tiene una tendencia izquierdista, en parte porque se encuentra en San Francisco. Esto, según el magnate, impide que se gane la confianza del resto de Estados Unidos y del mundo.
“Twitter necesita ser mucho más imparcial”, sostuvo Musk.
Twitter se abstuvo de comentar las declaraciones de Musk.
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O’Brien informó desde Providence (Rhode Island) y Krisher lo hizo desde Detroit. David Klepper colaboró desde Providence (Rhode Island).