WASHINGTON (AP) — ¿Una guerra interminable, que nadie puede ganar en Europa? Esto es lo que temen los líderes de la OTAN ahora que la invasión rusa de Ucrania entra en su tercer mes sin que ninguno de los bandos avizore una victoria militar pronta ni asome una solución negociada a la vista.
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La posibilidad de un estancamiento alimenta la preocupación de que Ucrania siga siendo un campo de batalla letal y una fuente de inestabilidad continental y mundial por meses, si no años.
La seguridad energética y alimenticia son las inquietudes más inmediatas, pero el apoyo masivo de Occidente a Ucrania en momentos en que el mundo sale de la pandemia del coronavirus y lucha contra los efectos del cambio climático podrían aumentar los costos económicos. Y si Rusia opta por escalar las cosas, se correría el riesgo de un conflicto más amplio.
Los aliados occidentales están enviando grandes cantidades de equipo militar a Ucrania. Y deberán seguir haciéndolo para que los ucranianos puedan mantener la resistencia.
El presidente ruso Vladimir Putin no da muestra alguna de ceder, aunque tampoco parece inclinado a intensificar sus ataques. Y del lado ucraniano, el presidente Volodomir Zelenskyy se mantiene firme en su determinación de resistir y habla no solo de rechazar la invasión, sino de recuperar Crimea y otras áreas que Rusia controla desde el 2014.
“Es muy difícil vislumbrar una solución negociada a esta altura”, expresó Ian Kelly, militar retirado y diplomático que fue embajador de Estados Unidos en Georgia, otra exrepública soviética que está en la mira de Rusia. “Ninguno de los bandos está dispuesto a dejar de combatir y lo más probable es que la guerra dure un par de años. Ucrania pasará a ser una llaga incómoda en el medio de Europa”.
“Ucrania jamás va a ceder”, afirmó Kelly. “Ellos piensan que van a ganar”.
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Al mismo tiempo, Kelly opina que, no importa cuántos errores haya cometido Putin y lo mal que evaluó la fuerza y la determinación de Ucrania, así como el grado de unidad de la alianza occidental, el presidente ruso no puede aceptar una derrota ni nada que dé la impresión de que no logró sus objetivos.
“Para Putin, retirarse sería un suicidio político”, dijo Kelly.
En Estados Unidos parece reinar la impresión de que Ucrania lleva las de ganar. Al punto de que el secretario de defensa Lloyd Austin, tras una visita a Kiev, dijo el mes pasado que el objetivo de Washington no es solo ayudar a Ucrania a defenderse, sino “debilitar” a Rusia lo suficiente como para que ya no represente una amenaza.
Putin “no tiene una salida en estos momentos. Trato de decidir qué debemos hacer al respecto”, expresó el presidente estadounidense Joe Biden el lunes luego de la aprobación de una nueva tanda de ayuda militar a Ucrania por valor de 40.000 millones de dólares.
¿Qué hacer entonces?
El presidente francés Emmanuel Macron apuesta a una solución negociada que permita guardar las apariencias tanto a Rusia como a Ucrania.
“Hay que gestar la paz, no debemos olvidarnos de eso”, declaró Macron el lunes. “Lo tendremos que hacer con Ucrania y Rusia en la mesa de negociaciones”.
Estados Unidos dice que busca una victoria ucraniana. Pero, ¿en qué consiste una victoria? Eso preocupa a muchos europeos, sobre todo los países bálticos Estonia, Letonia y Lituania, miembros de la OTAN fronterizos con Rusia que temen las futuras intenciones de Moscú.
Para las naciones bálticas y otros países del flanco oriental de la OTAN, la amenaza es real y están frescos los recuerdos de la ocupación soviética durante la Guerra Fría. Cualquier concesión a Rusia, dicen algunos analistas, podría envalentonar a Putin y alentarlo a expandirse hacia el oeste.
El ministro de relaciones exteriores ucraniano Gabrielius Landsbergis declaró a la Associated Press que cualquier concesión territorial a Rusia deparará un mundo en el que un orden derivado de las leyes daría paso a un orden basado en la ley de la selva.
Landsbergis cree que los países occidentales deberían aclarar lo que considerarían un éxito. “¿En qué consistiría una victoria? ¿Cuál sería el desenlace deseado?”.
Landsbergis ha dicho en el pasado que solo un cambio de gobierno en Rusia daría tranquilidad a Occidente.
“A mí me resulta mucho más fácil decir esto”, señaló. “Tal vez a Estados Unidos le resulte más difícil hablar abiertamente del tema. Pero en algún momento habrá que hablar de esto porque es muy importante”.