LONDRES (AP) — La contienda abarrotada para adquirir al club Chelsea ahora incluye a la 23 veces ganadora de Grand Slam, Serena Williams, y al heptacampeón de Fórmula Uno, Lewis Hamilton.
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Aficionado del Arsenal desde hace mucho tiempo, Hamilton aprovechó la oportunidad para invertir en su rival londinense al tiempo que tres postores intentan comprar el equipo de Liga Premier al propietario ruso sancionado Roman Abramovich.
Williams y Hamilton son parte de un consorcio que incluye una inversión propuesta por Josh Harris y David Blitzer, los dueños de los 76ers de Filadelfia de la NBA, que tendrían que vender sus participaciones en el club Crystal Palace de la Premier para poder comprar al Chelsea.
Los actuales campeones europeos y del Mundial de Clubes podrían ser vendidos en 3.000 millones de libras (4.000 millones de dólares), una cifra récord en el deporte mundial, dado el interés en el club del oeste de Londres.
Representantes de Hamilton dijeron que planea invertir más de 10 millones de libras (13 millones de dólares) en la oferta encabezada por el expresidente de Liverpool y British Airways, Martin Broughton, y el presidente de World Athletics, Sebastian Coe.
En otra oferta, el copropietario de los Boston Celtics, Steve Pagliuca, se asoció con Larry Tanenbaum, quien tiene participaciones con los Raptors de Toronto de la NBA, los Maple Leafs de la NHL y el equipo de la MLS de la ciudad. Peter Guber, copropietario de Dodgers de Los Ángeles, también respalda a ese grupo.
Otro copropietario de los Dodgers, Todd Boehly, lidera otro consorcio que espera ser anunciado como el postor preferido.
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Un banco de inversiones en capital privado con sede en Nueva York, Raine Group, ha estado supervisando el proceso de venta que Abramovich anunció el mes pasado tras la invasión rusa de Ucrania. El oligarca ha sido sancionado por Gran Bretaña y la Unión Europea por sus vínculos con el presidente ruso Vladimir Putin con activos congelados, incluyendo el Chelsea.
La Liga Premier inhabilitó a Abramovich para dirigir al Chelsea y el dueño no puede beneficiarse de las ganancias de la venta, que el gobierno británico debe aprobar bajo los términos de una licencia que permita que el equipo continúe operando.