El papa Francisco llegó el sábado a la isla mediterránea de Malta para una visita de dos días demorada por la pandemia en la que buscará llamar la atención sobre el desafío migratorio en Europa, que se ha agravado con la invasión rusa de Ucrania.
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Igual que ocurrió en el embarque en Roma, el pontífice utilizó un elevador para bajar del avión de ITA en la pista del aeropuerto maltés. Es la primera vez que Francisco, de 85 años, recurre a este aparato y es un indicio de que la dolorosa inflamación que sufre desde hace meses en una rodilla ha empeorado.
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Durante su estancia en la isla, es probable que anime a Europa a acoger a los refugiados ucranianos, al tiempo insta a ofrecer la misma bienvenida a los inmigrantes que llegan desde Libia y otras partes del mundo.
Malta, el país más pequeño de la Unión Europa con medio millón de habitantes, lleva mucho tiempo en la primera línea del flujo de migrantes y refugiados que cruza el Mar Mediterráneo. Con frecuencia, ha reclamado a sus socios más grandes que asuman más parte de esa carga.
El papa se ha hecho eco de estos llamados, y seguramente aprovechará el fin de semana para relacionarlos con la bienvenida que los malteses dispensaron en su día al apóstol Pablo, quien según el relato bíblico naufragó ante la isla en torno al año 60 d. C. cuando se dirigía a Roma y fue recibido con una inusual amabilidad por parte de los locales.
El secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, dijo que la inmigración encabezará la agenda del viaje y señaló que la recepción que ha brindado Europa a los refugiados ucranianos era “verdaderamente admirable”.
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“Espero que esta trágica experiencia puede ayudar realmente a crecer, a aumentar la sensibilidad también hacia la otra migración, la que viene del sur», dijo en declaraciones a Vatican Media.
A pesar de su corta duración, la visita será un desafío para Francisco, que tiene cada vez más problemas para caminar debido a una inflamación de los ligamentos de su rodilla derecha. En los últimos días, le ha costado levantarse de una silla y subir unas escaleras, y la cojera que le provoca la ciática se ha acentuado.
Aunque subió y bajó del avión en el elevador, está previsto que el sábado por la tarde embarque en un catamarán para visitar la isla de Gozo. El domingo descenderá las escaleras hasta las Catacumbas de San Pablo en Rabat.
Según el vocero del Vaticano, Matteo Bruni, la decisión de usar el elevador se tomó en la víspera para evitar someter al pontifice a esfuerzos innecesarios.
Francisco debía haber visitado Malta en mayo de 2020, pero tuvo que aplazarlo por la pandemia del coronavirus. La visita coincide con los preparativos para que el país, de abrumadora mayoría católica, celebre su primera Semana Santa presencial en dos años.
El arzobispo maltés Charles Scicluna, que ocupa un alto cargo en la jerarquía vaticana, pidió oraciones para la visita, especialmente para el trayecto en catamarán.
“Debería ser encantador con el clima adecuado, pero los dos últimos fines de semana antes de la visita papal han sido un desastre sin paliativos en cuanto al clima», contó Scicluna a The Associated Press. “Así que rezamos por algo que no podemos organizar: el clima».