LOS ÁNGELES (AP) — Elaine May fue la última en llegar a los Premios de los Gobernadores de la Academia en Los Ángeles y la primera en irse.
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Los otros homenajeados, Samuel L. Jackson, Liv Ullmann y Danny Glover, llegaron horas antes al Ray Dolby Ballroom el viernes por la noche, posaron para fotos y disfrutaron su momento a dos días de la 94ta entrega anual de los Premios de la Academia.
Era una celebración, después de todo. Estaban a punto de recibir por primera vez en sus largas carreras en Hollywood su propio Oscar.
Jackson, con el pie derecho enyesado y el izquierdo en una zapatilla de terciopelo negro, se sentó en la base de una estatua del Oscar mientras figuras como Quentin Tarantino y Magic Johnson se acercaban a felicitarlo.
Pero May, la guionista, directora, dramaturga y actriz de comedia de 89 años, entró al Ray Dolby Ballroom del brazo de Bill Murray mucho después de que los asistentes terminaron de comer sus pasteles de pollo, aceptó su Oscar honorífico con gracia e ingenio, y partió poco después, igualmente del brazo de Murray.
Sí, es el tipo de jugada que podría alterar una transmisión en vivo. Pero en los Premios de los Gobernadores no hay cámaras de televisión. Todo el mundo está simplemente encantado de celebrar a leyendas vivientes que hace tiempo esperaban su momento en los Oscar. Con hermosos montajes de video y emotivos homenajes, como el de Denzel Washington para Jackson, el de John Lithgow para Ullmann y el de Alfre Woodard para Glover, es el tipo de evento que le recuerda a uno por qué ama el cine y a la gente que lo hace.
Los Premios de los Gobernadores suelen ser una parada para los aspirantes al Oscar en su campaña por el galardón, pero la ceremonia de este año se retrasó debido a la pandemia. Aunque estuvo menos repleta de estrellas de lo habitual, también tuvo un lado positivo al celebrarse tras el cierre de la votación de los Oscar: el enfoque se mantuvo directamente en los homenajeados y sus legados.
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Murray, por supuesto, estaba allí para celebrar a May, quien ha sido nominada al Oscar en dos ocasiones, como guionista de “Heaven Can Wait” («El cielo puede esperar») y “Primary Colors” (titulada en países de Latinoamérica como “Colores primarios” o “Escándalo”). Ignoró el discurso del teleprompter y elogió a “la mujer más atractiva e inteligente con la que he tenido el placer de trabajar”.
Se reprodujo un carrete destacado de su trabajo, incluido su acto de comedia con Mike Nichols y las películas que escribió (a veces sin crédito, como “Tootsie”), dirigió o protagonizó.
Lily Tomlin, Kenneth Lonergan, Billy Crystal y Nathan Lane alabaron su confianza en su tono y cómo sus películas, desde “A New Leaf” («Mi mujer es un tesoro») hasta “Mikey and Nicky” («Oscuro bajo el sol»), eran todas tan importantes y diferentes entre sí.
May, de quien Lonergan dijo en chiste que “da los mejores discursos de homenaje de todos los tiempos”, mantuvo breve su momento en el escenario.
“Me dijeron que Zelenskyy me presentaría esta noche, pero gracias a Dios consiguieron a Bill en su lugar”, dijo May, refiriéndose al presidente de Ucrania Volodymyr Zelenskyy. También bromeó sobre el hecho de que el evento se llevara a cabo en persona, diciendo: “Tengo miedo de COVID, pero creo que esto es muy lindo”.
Luego fue el turno de Jackson, y Washington, el único nominado al Oscar este año en la sala, estuvo allí para promocionar los 152 títulos de películas de su amigo, sus 27.000 millones de dólares recaudados en taquilla, sus “11 veces Nick Fury y una vez ‘Django’”, y los esfuerzos caritativos de él y su esposa.
“Esto será valorado”, dijo Jackson, de 73 años, sosteniendo con orgullo su Oscar y maravillándose de que un niño tartamudo de Chattanooga, Tennessee, haya llegado tan lejos.
“Salí para entretener al público de la forma en que Hollywood me entretenía a mí”, dijo. “Realmente ha sido un honor y un privilegio entretenerlos”.
Lithgow, al celebrar a la gran actriz noruega Ullmann, dijo que muchos suelen decir que ésta tenía que agradecerle al director sueco Ingmar Bergman por su carrera. Sin embargo, dijo, “Bergman nunca habría sido calificado como uno de nuestros mejores cineastas sin Liv Ullmann”.
Lithgow y Ullmann coprotagonizaron en Broadway una producción de “Anna Christie” de Eugene O’Neill.
“He visto muchas grandes actuaciones en mi época, pero nunca había visto algo así”, dijo Lithgow.
En el escenario, Ullmann, quien fue nominada dos veces al Oscar a la mejor actriz, por “The Emigrants” («Los emigrantes») de Jan Troell de 1971, y por “Face to Face” («Cara a cara») de Bergman de 1976, recordó su desastrosa primera audición para una escuela de teatro noruega en la que fue interrumpida en medio de una escena de “Romeo y Julieta”, y el consuelo que recibió después de su abuela, quien nutrió su espíritu creativo.
En Noruega, dijo, se supone que la gente no debe presumir.
“Es por eso que traje a 20 personas aquí desde Noruega, para que puedan decir: ‘Es cierto que obtuvo un Oscar’”, dijo Ullmann.
Glover también mantuvo la familia y el patrimonio al frente al recibir el Premio Humanitario Jean Hersholt. El actor de 75 años, conocido por sus papeles en “Lethal Weapon” («Arma mortal») y “The Color Purple” (“El color púrpura”), ha sido un activista progresista durante muchos años, defendiendo los derechos civiles, trabajando como embajador de buena voluntad de las Naciones Unidas y como embajador de la agencia infantil de la ONU.
Su madre creció en la era de la segregación racial legal en Georgia y su padre sirvió en la Segunda Guerra Mundial antes de llegar a San Francisco, donde ambos trabajaron para el servicio postal e inculcaron la responsabilidad cívica en su pequeño hijo.
“Estoy increíblemente agradecido por este momento”, dijo Glover, quien destacó en un extenso discurso la decisión de sus abuelos de enviar a sus hijos a la escuela en lugar de a trabajar.
“No me he remitido al teleprompter en absoluto. A veces nosotros, como actores, nos perdemos un poco sin un guion”, señaló. “Pero estoy orgulloso de ser parte de este espacio y lugar”.
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Lindsey Bahr está en Twitter como www.twitter.com/ldbahr.