BERLÍN (AP) — La refugiada ucraniana Mariia Kerashchenko agarraba con fuerza las manos de sus dos hijos mientras cruzaba con ellos el patio de un destartalado edificio en Berlín, subían unas escaleras llenas de pintadas y entraban en un aula moderna e iluminada por el sol.
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Myroslav, su hijo de 7 años, es uno de los 40 niños que tuvieron su primer día de escuela el lunes, apenas unas semanas después de unirse a los millones de personas que llegaron a Europa escapando de la guerra en Ucrania.
Su hija Zoriana, de 3 años, es demasiado pequeña para estas clases que imparten dos ucranianas que también huyeron a la capital alemana. Las lecciones, que forman parte de una iniciativa voluntaria, prepararán a los niños para entrar el sistema escolar berlinés.
“Me emociona ver toda la ayuda y la solidaridad que hay aquí», dijo a The Associated Press Kerashchenko, de 30 años y natural de Vinnytsia, en el centro de Ucrania, con los ojos llenos de lágrimas.
“Cada día espero que podamos regresar a Ucrania, pero por ahora es demasiado peligroso. Así que, mientras tanto, es maravilloso que mi hijo pueda ir a la escuela en Alemania», agregó.
Las clases fueron organizadas por Burcak Sevilgen y Faina Karlitski, quienes en solo dos semanas recaudaron fondos, organizaron las aulas gratuitas y anunciaron su programa a través de la aplicación de mensajería Telegram.
Los niños agarraron nerviosos sus nuevos cuadernos, lápices y borradores mientras sus nuevas maestras les daban la bienvenida, en ucraniano, en la tercera planta de una antigua fábrica. Seguirán el plan de estudios de su país y recibirán clases en alemán. Las tres horas de clase diarias irán seguidas de actividades como teatro, pintura o manualidades.
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Natalia Khalil, de 33 años y procedente de Rivne, en el oeste de Ucrania, enseña tercero y cuarto de primaria, mientras que Tatjana Gubskaya, de 56, se encargará de los de primero y segundo. Gubskaya huyó del país con su hija y su nieto de 7 años, que está en su clase.
“Los niños están contentos por tener algún tipo de rutina de nuevo y por conocer a otros niños de Ucrania. Ellos y sus madres han estado muy estresados últimamente», afirmó Gubskaya, quien impartía clases de segundo antes del inicio de la invasión rusa el 24 de febrero.
Las maestras recibirán 500 euros mensuales como donación hasta que tengan permiso de trabajo y puedan ser contratadas de forma oficial.
Sevilgen, una de las dos personas que están detrás de la iniciativa, es profesora en Berlín. Ella y su amiga Karlitski, quien trabaja como consultora, decidieron hacer lo posible para ayudar a que al menos parte de los niños volviesen rápido a la escuela.
“Siempre hemos tenido interés en las causas sociales y queríamos ayudar con esto también», señaló Sevilgen al explicar por qué han dedicado cada minuto libre a organizar las clases.
Empezaron recaudando fondos y contactaron con el programa berlinés de ayuda a los jóvenes Arche («arca» en alemán) para el patrocinio de la iniciativa. Recibieron una oferta del buscador de internet Ecosia para utilizar las aulas vacías en el vecindario de Wedding y rápidamente contactaron por Telegram con madres ucranianas que acababan de llegar a la ciudad.
Más de tres millones de ucranianos han huido al extranjero, la mayoría a Polonia. La mayor parte son madres con hijos, ya que los hombres en edad militar no pueden abandonar el país. Otros seis millones de personas están desplazadas dentro de Ucrania, según Naciones Unidas.
Hasta el lunes, Alemania había registrado a 225.357 refugiados ucranianos, aunque se espera que la cifra real sea mucho mayor ya que no necesitan visa para entrar al país y las autoridades federales solo registran a quienes llegan en bus o tren. Quienes lo hacen en coche desde Ucrania no suelen formar parte de las listas oficiales.
Desde el inicio de la guerra, hasta 10.000 refugiados llegan a diario a la capital alemana en tren, y miles más lo hacen por carretera. Muchos se alojan en albergues habilitados en un centro de convenciones y en un antiguo aeropuerto, pero otros se quedan con familiares que emigraron hace años y forman parte de una diáspora ucraniana con 300.000 miembros.
El gobierno calcula que cerca de la mitad de los refugiados son niños y adolescentes que tendrán que ir a la escuela o al jardín de infantes, y ha creado un grupo de trabajo para coordinar su escolarización en los 16 estados del país.
Varias escuelas de Berlín, incluyendo algunas privadas, han aceptado ya a algunos refugiados, y las autoridades municipales están creando hasta 50 clases especiales de bienvenida para que aprendan el idioma. Las autoridades pueden aprovechar la experiencia de 2015 y 2016, cuando alrededor de un millón de personas huyó de los conflictos en Siria, Irak y Afganistán. Esos menores acabaron en el sistema escolar.
Pero hasta que esas aulas empiecen a funcionar, las dos organizadas por Sevilgen y Karlitski ayudarán a facilitar la transición de los niños a su nueva vida, les enseñarán alemán y les permitirán hacer nuevos amigos.
“Una nueva rutina y otros niños, eso es lo más importante para ellos ahora mismo», apuntó Sevilgen. “Y si conseguimos más donaciones, esperamos poder mantener este proyecto en marcha tanto tiempo como haga falta para que los niños entren a escuelas normales de Berlín».