TOKIO (AP) — Veinte millones de dólares en fondos humanitarios de Naciones Unidas para Ucrania. Una serie de nuevas sanciones más fuertes contra Rusia de parte de Japón, Australia y Taiwán, entre otros. Y una cascada de condenas al más alto nivel.
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Mientras las bombas y las tropas rusas bombardeaban Ucrania en el primer día completo de invasión, los líderes mundiales comenzaban a afinar el viernes una respuesta que busca castigar a la economía rusa de Rusia y a sus líderes, incluyendo el círculo íntimo del presidente, Vladimir Putin.
Aunque se es consciente de que una intervención militar no es posible, por ahora, la fuerza, la unidad y la rapidez de las sanciones financieras — con la clara excepción de China, un firme aliado de Moscú — señalan la creciente determinación global a hacer que Rusia reconsidere su ataque.
“Japón debe mostrar claramente su posición: nunca toleraremos ningún intento de cambiar el statu quo por la fuerza», dijo el primer ministro, Fumio Kishida, a reporteros el viernes durante el anuncio de sus nuevas medidas punitivas, que incluyen la congelación de visados y activos de grupos, bancos e individuos rusos, así como la suspensión del envío de semiconductores y otros productos restringidos a organizaciones vinculadas a su ejército.
“La invasión rusa de Ucrania en un acontecimiento extremadamente grave que afecta al orden internacional, no solo para Europa sino también para Asia», agregó Kishida.
Los países de Asia y el Pacífico se han sumado a Estados Unidos, a la Unión Europea y a otros aliados occidentales en la adopción de medidas contra los bancos y las principales empresas rusas. Además, se establecieron diversos controles de exportación con el fin de dejar a las industrias y al ejército sin semiconductores y otros productos de alta tecnología.
Las sanciones se anunciaron luego de la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania. Las fuerzas de Moscú realizaron ataques aéreos sobre ciudades y bases militares y sus tropas y tanques entraron al país por tres flancos. El gobierno de Kiev ha pedido ayuda mientras la población civil huía. Decenas de ucranianos, tanto civiles como militares, fallecieron en las primeras horas de la ofensiva.
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“Un número impensable de vidas inocentes podrían perderse por la decisión de Rusia», afirmó la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, quien anunció que su país denegará la visa a funcionarios rusos, entre otras medidas.
Naciones Unidas, por su parte, destinó 20 millones de dólares a reforzar sus operaciones humanitarias en Ucrania. Por otra parte, se espera que el Consejo de Seguridad vote el viernes una resolución que condene a Rusia y exija la retirada inmediata de todas sus fuerzas. Con toda seguridad, Moscú ejercerá su derecho a veto.
El jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, señaló que los 20 millones procedentes del Fondo Central de Respuesta de la institución apoyarán las operaciones de emergencia a lo largo de la línea de contacto en las regiones orientales de Donetsk y Luhansk y en otras zonas del país, y “ayudarán a la atención médica, alojamiento, comida y agua y saneamiento para la población más vulnerable afectada por el conflicto”.
Occidente y sus aliados no se han mostrado dispuestos a enviar tropas a Ucrania, que no forma parte de la OTAN, y arriesgarse a una guerra más amplia en el continente. Pero la OTAN ha reforzado su presencia en sus socios de Europa del Este como precaución ante posibles ataques.
La Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europa amplió a 200 millas náuticas el espacio aéreo considerado de riesgo y advirtió de “la amenaza del lanzamiento de misiles desde y hacia Ucrania”.
Ucranianos y partidarios protestaron contra la situación en el país el viernes en Taiwán, Mongolia y Australia, donde edificios públicos, estadios deportivos y monumentos de la ciudad de Melbourne se iluminaron de azul y amarillo, los colores de la bandera nacional.
Aunque la mayoría de las naciones asiáticas mostraron su apoyo a Ucrania, China ha seguido denunciando las sanciones contra Rusia y culpa a Estados Unidos y a sus aliados de provocar a Moscú. Beijing, preocupado por el poder de Washington en Asia, ha alineado cada vez más su política exterior con la del Kremlin para desafiar a Occidente.