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“Niña sola” expone violencia vicaria y feminicidio

En esta imagen difundida por Piano Distribución, una escena del documental "Niña sola". (Piano Distribución vía AP) En esta imagen difundida por Piano Distribución, una escena del documental «Niña sola». (Piano Distribución vía AP) (AP)

CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Desde hace años el feminicidio en México es un problema grave, con un promedio de 10 mujeres asesinadas por día. Pero las cifras suelen pasar por alto la identidad e historias de vida de las víctimas, algo que el cineasta Javier Ávila buscó remediar con el documental “Niña sola”.

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En el filme, estrenado el viernes en cines de México, Ávila presenta la historia de Cintia, una joven de 19 años que aspiraba a estudiar criminología para evitar las injusticias y fue asesinada en su propia casa en la ciudad fronteriza de Tijuana, de donde es originario el realizador.

Conocemos a ella a través de la voz de su hermana Berta y de su madre, Arcelia Verduzco, quien a su vez revela un historial de relaciones abusivas. De hecho, el principal sospechoso del crimen no es un desconocido, sino la entonces la pareja de Verduzco.

“Aquí está el círculo de violencia que traspasó generaciones, que traspasó lugares”, dijo Ávila en una entrevista reciente por videollamada desde la Ciudad de México. “Honestamente, no tuve ninguna duda de acercarme a esto porque tengo respeto por la vida… Creo que tanto hombres como mujeres debemos estar preocupados”.

Como suele suceder en México, donde la impunidad es superior al 90% de acuerdo con cifras de organizaciones como Impunidad Cero y México Evalúa, el caso de Cintia sigue sin resolverse luego de seis años. Existe una orden de aprehensión, pero el sospechoso continúa prófugo, la policía tardó semanas en levantar las pistas y los testigos que declararon fueron intimidados, dijo Ávila.

“Fue una investigación muy irregular, pero seguramente muy regular para los estándares de la policía”, señaló el cineasta. “Para mí es un tema de voluntad, claro que pueden dar con esa persona”.

La pareja de la madre de Cintia no era un hombre rico ni muy influyente, pero ella sospecha que el hecho de que trabajó en el municipio facilitó su fuga.

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“Lo soltaron y en cuanto lo soltaron él se fue, se desapareció”, dijo Verduzco. “Él trabajó en Palacio Municipal aquí en Tijuana… y tenía amigos que trabajaban en la policía”.

La relación de Verduzco duró años, desde que Cintia era una niña, y según ella su pareja nunca mostró todo de lo que era capaz, aunque sí tuvo un episodio de violencia extrema con ella.

“No me esperaba eso que pasó. Perder a mi hija a manos de un hombre que había convivido conmigo tantos años fue un golpe muy duro”, dijo. “Yo a mis amigas, conocidas, les digo que al momento que su marido les ponga la mano encima la primera vez no se queden calladas, porque ese fue mi error, dejé que él me pusiera la mano encima una vez y dije ‘no pasa nada’”.

El caso de Cintia es especial porque presenta un tema poco explorado en los feminicidios de México y amplía la visión sobre la gravedad de la violencia contra la mujer. Se trata de la violencia vicaria, aquella que tiene como objetivo dañar a la mujer a través de sus seres queridos, especialmente de sus hijos. El padre o la pareja ejerce una violencia extrema contra los hijos, llegando incluso a causarles la muerte y utilizando recursos de particular crueldad, como ocurrió con Cintia.

La muerte de Cintia también es característica por haber ocurrido en su casa. Según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito de 2017, las mujeres enfrentan un peligro real en sus hogares. De un total de 87.000 mujeres asesinadas en el mundo ese año, dice el informe, más de la mitad (58%) fueron asesinadas por sus parejas o familiares, lo que significa que en el mundo murieron 137 mujeres al día a manos de un miembro de su propia familia. Más de un tercio (30.000) fueron asesinadas por su actual pareja o expareja.

“Eso fue lo que más nos llamó la atención, que esto ocurre dentro de las mismas familias. Sería absurdo decir ‘hay un asesino en serie, escóndanse todas’. Pues no, los asesinos somos nosotros. Nosotros convivimos con víctimas y victimarios”, dijo Ávila.

No existe una definición estandarizada de feminicidio, pero en principio es el asesinato de una mujer perpetrado con violencia extrema por discriminación de género y es la forma más extrema de violencia contra las mujeres.

La pandemia trajo consigo una ola mayor de violencia. De enero a noviembre de 2021 en México fueron asesinadas 3.462 mujeres, un promedio de 10 al día. De estas, 2.540 fueron víctimas de homicidio doloso y 922 de feminicidio, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).

En 2016, el año en el que murió Cintia, se registraron cinco feminicidios en Tijuana, algo que puso a la ciudad en alerta. Una nota periodística llamó la atención de Ávila, quien se puso en contacto con el reportero que la escribió. Éste lo acercó a los familiares de las víctimas para realizar un proyecto documental.

“Arcelia, a pesar de que estaba viviendo el peor momento de su vida, también sentía indignación hacia los medios de comunicación porque nadie se interesó en ir a entrevistarla o en ir a sacar fotos, nada”, dijo Ávila. “Era una necesidad de ser escuchada porque nadie, nadie la escuchaba. La policía la revictimizaba, la traía dando vueltas, la hacía perder el tiempo”.

El director, quien estudió medios audiovisuales en la Universidad Autónoma de Baja California, tardó tres años en desarrollar el filme, principalmente por la falta de presupuesto, pero dice que nunca dudó en hacer hasta lo imposible por presentar esta historia.

“Creo firmemente en esta idea de (la académica mexicana) Rossana Reguillo que dice que a las cosas hay que nombrarlas por lo que son y tenemos que ver las cosas a los ojos y no enmudecer, no paralizarnos de miedo”, dijo Ávila. “Si eso nos paraliza y eso nos enmudece, no vamos a poder con el México que tenemos y con el que nos espera”.

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