En una temporada regular en la que un récord de 34 partidos se definieron en la última jugada, lo más lógico es que los cuatro duelos de la ronda divisional de playoffs tuvieran el mismo destino. Con sólo cuatro sobrevivientes por dos lugares al Super Bowl, la vara está muy alta.
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En pocas palabras, en esta postemporada, el drama viene incluido.
Los Chiefs lograron una remontada mágica en apenas 13 segundos para empatar el partido ante los Bills y definieron su victoria 42-36 sobre Buffalo en el tiempo extra. Un día antes, Cincinnati interceptó el balón a 20 segundos del final y Evan McPherson definió con un gol de campo sin tiempo en el reloj para sorprender a los Titans a domicilio.
Al límite, los Chiefs y Bengals demostraron que son irreductibles. Un camino que tiene una escala más antes de llegar a tierra prometida.
Si el encuentro del próximo domingo en Arrowhead se acerca aunque sea un poco al duelo entre Chiefs y Bengals de la Semana 17, entonces lo único seguro es que no hay nada seguro. Excepto el drama, por supuesto.
Aquel 2 de enero, Joe Burrow y los Bengals manejaron con maestría una ofensiva en los últimos seis minutos para obtener un triunfo 34-31, sí, con un gol de campo de McPherson sin tiempo en el reloj. Fue la primera derrota para Mahomes en diciembre o enero en sus últimos 18 inicios.
Ahora, la apuesta es más alta.
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Mahomes disputará su cuarta final de la AFC en cuatro años como titular, todas en casa, y se convirtió en el primer pasador en la historia en llegar a la antesala del Super Bowl en cuatro ocasiones antes de cumplir los 27 años.
Cincinnati, que no ha perdido en dos viajes previos a la final de conferencia en su historia, busca convertirse en el tercer equipo desde 2003 en pasar del sótano de su división la campaña anterior al Super Bowl, uniéndose a los Eagles de 2017 y los Saints de 2009, dos equipos que terminaron con el Lombardi en sus vitrinas.
“Sé que no hemos estado aquí antes, pero sin duda se siente como si hubiéramos estado”, dijo Zac Taylor, entrenador en jefe de unos Bengals que no llegaban a estas instancias desde 1988. “Ves la actitud del equipo y la confianza que tiene en que va a encontrar la manera de ganar. Y simplemente no se puede reemplazar la confianza que los muchachos se ganado y con suerte se mantendrá esto un par de partidos más”.
Para ello deben encontrar la manera de contener a unos Chiefs que terminaron la campaña regular como el cuarto equipo más productivo y a un Mahomes que promedia 33,2 puntos en 10 inicios en playoffs. Es una tarea complicada para cualquiera y más para una defensiva como la de Cincinnati que brilla por su inconsistencia.
Los Bengals han permitido 26 puntos o menos en seis de sus últimos siete partidos. ¿La excepción?: Los 31 tantos que permitieron a los Chiefs en la semana 17.
Pero ante la inconsistencia de una defensiva que es la 26ta de la NFL, Cincinnati tiene una respuesta: Anotar más puntos que el rival.
La dupla de egresados de LSU, el quarterback Burrow y el receptor novato Ja’Marr Chase, fue una de las combinaciones más explosivas de la NFL como bien pueden atestiguar los Chiefs, quienes admitieron 266 yardas y tres touchdowns de Chase en 11 recepciones.
49ERS en LA RAMS
Los Rams hipotecaron buena parte del futuro de la organización al adquirir al veterano pasador Matthew Stafford. Sin embargo, después de orquestar una serie ofensiva de 66 yardas con 42 segundos en el reloj para destronar a los campeones Buccaneers el domingo pasado, es claro que la apuesta de Los Ángeles valió la pena.
Ahora, si todo sale bien, los Rams no tendrán que salir de su casa hasta que concluya el Super Bowl. El problema, claro, es que cuando los 49ers están enfrente, las cosas rara vez les salen bien a los Rams.
Si San Francisco está en la final de conferencia por segunda ocasión en las últimas tres temporadas, es en buena medida culpa de los Rams, que cayeron en sus dos duelos de campaña regular ante los 49ers, incluyendo una dramática derrota 27-24 en SoFi Stadium en la última semana que le permitió a las huestes de Kyle Shanahan acceder a postemporada.
El dominio de los 49ers no es nada nuevo. De hecho, han derrotado a los Rams en sus últimos seis enfrentamientos y en la única ocasión en que se han visto las caras en postemporada, en enero de 1990.
Entre estos dos equipos simplemente no hay secretos. En 2010, cuando Mike Shanahan era el entrenador en jefe de los Redskins, contrató como coordinador ofensivo a su hijo Kyle, quien a su vez tenía como entrenador asistente de alas cerradas a un joven de 24 años de nombre Sean McVay.
Es el mismo McVay que intenta llevar a los Rams por segunda ocasión al Super Bowl en las últimas cuatro temporadas, pero primero tendrá que pasar por su mentor y némesis el domingo en Los Ángeles apenas una semana después de superar la prueba de dejar a Tom Brady en el camino.
Los Rams, que han echado la casa por la ventana en los últimos años para adquirir a estrellas consolidadas como Jalen Ramsey, Stafford, Odell Beckham Jr. y Von Miller, llegan al encuentro con un equipo balanceado, cuyas únicas cinco derrotas en la temporada fueron todas ante equipos que alcanzaron la postemporada.
Sí, incluyendo las dos ante San Francisco, un equipo que de la mano de Shanahan ha logrado una interesante mezcla de fútbol americano de la vieja escuela, basándose en el ataque terrestre y una feroz defensiva, y que combina con esquemas modernos y un uso creativo de todas sus armas.
Sin embargo, el domingo, como suele ser en la NFL, todos los ojos estarán puestos en el quarterback Jimmy Garoppolo. Si bien sus números palidecen en comparación a los de Stafford o los de cualquier otro pasador en estas instancias, también es un hecho que el veterano de ocho temporadas tiene el quinto mejor récord de la historia (37-15), en temporada regular y postemporada, para iniciar su carrera, incluyendo 4-1 en playoffs.
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El periodista de The Associated Press Mitch Stacy, en Cincinnati, contribuyó con este despacho.